MADRID, 25 (OTR/PRESS)
Estoy entre quienes creen que la decisión del Comité Federal del PSOE de abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy es solo pura estrategia. Es optar por dar un paso atrás para después dar dos adelante. Me explico.
La crisis interna del PSOE es un hecho innegable en el que todos tienen su cuota parte de responsabilidad.
La elección de Pedro Sánchez para liderar el PSOE nunca fue digerido por una parte importante del partido. Y los primeros pasos que empezó a dar Sánchez junto a sus tics autoritarios confirmaron esa impresión de muchos dirigentes territoriales del PSOE de que se habían equivocado facilitando su elección.
En realidad desde el minuto uno Pedro Sánchez contó con la oposición de algunos de los líderes de su partido y él sabiéndose débil decidió que pasaba de estos y lo mejor era recurrir cada vez que tuviera problemas a la militancia, alegando que eso es lo verdaderamente democrático. Era su manera de esquivar a los «barones». También se encargó, por la vía del ordeno y mando, de deshacerse de algunos barones molestos como sucedió con Tomas Gómez al que echó saltándose todas las normas y los estatutos del partido e imponiendo a una irrelevante y desconocida Sara Hernández al frente del socialismo madrileño.
En fin que Sánchez lejos de ser capaz de aunar voluntades en el PSOE y por tanto ser secretario general de todos se agazapó con sus fieles y ninguneó al resto, amen de apartar de su lado a quienes no le hicieran la ola. No crean que eso es un mal exclusivo de Sánchez, la misma enfermedad suele aquejar a muchos políticos, no les gusta que les contradigan o que les expresen la más mínima discrepancia.
Lo cierto es que Sánchez pareció optar por el famoso: ya que no me quieren al menos que me teman.
Si a eso le añadimos que tampoco fue capaz de liderar una opción política creíble ante la opinión pública llevando a su partido a dos derrotas electorales sin paliativos, está claro que su permanencia al frente del PSOE empezaba a ser un problema más que una solución a los problemas del socialismo español.
Fue ante el Comité Federal donde Pedro Sánchez dimitió al no sentirse apoyado en su intento de intentar pactar con Podemos y los partidos independentistas para ser investido Presidente. A partir de ahí los suyos, es de suponer que con su visto bueno por activa o pasiva, no han dejado de desestabilizar al PSOE y desafiar la autoridad de la Comisión Gestora del Comité Federal y de todo aquel que no piensa como ellos. Juegan al todo o nada, al muera yo y conmigo los filisteos, sin importarles estar sumiendo al PSOE en una crisis que puede dejar el partido como un solar.
La tozudez y la ambición de Sánchez han colocado al PSOE en una situación imposible estigmatizando algo que en cualquier democracia es el pan de cada día, la negociación con los oponentes políticos. Ojo, ese no es un defecto en exclusiva de Sánchez. El PSOE lleva años criminalizando al PP. Pero él lo ha llevado al límite de lo personal de manera que la situación de le fue de las manos.
En mi opinión sin duda la muy dolorosa la decisión del Comité Federal del PSOE de abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy, es tan solo para ganar tiempo porque es una realidad que no están en la mejor disposición de concurrir a una terceras elecciones donde habría muchas posibilidades de que Podemos les pudiera superar en votos y escaños.
El PSOE pues necesita recomponerse, necesita un programa y un discurso que devuelva la confianza de los ciudadanos a la opción de la socialdemocracia. Desde luego con la deriva radical-populista de Podemos, ahora lo tiene más fácil. Pero lo que no tienen es mucho tiempo. Necesitan cuanto antes un líder capaz de serlo de todos los socialistas y no solo de una parte y necesitan un proyecto en el que los ciudadanos puedan confiar.
Lo que ha sucedido puede ser una catarsis y por tanto el principio de que el PSOE se recupere o puede ser su certificado de defunción.
Eso sí, me parece a mi que el PSOE no puede convertirse en una mala caricatura de Podemos. Acudir a los militantes para que tomen decisiones que deben de ser tomadas por sus órganos de dirección es una manera de «podemizarse» y si lo hacen quedarán condenados a la irrelevancia porque para eso es mejor votar al original, es decir a Podemos.