Francisco Muro de Iscar – El Halloween de Rajoy


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Siempre me ha parecido una estupidez que nos carguemos nuestras tradiciones y nos dejemos invadir por otras ajenas que, pese a todo, hacen furor y llevan a millones de ciudadanos a disfrazarse de lo que no son. Bueno, también pasa en política todos los días y no nos sorprendemos. Lo peor que puede pasar es que te disfraces, como le está pasando al PSOE, y no sepas de qué vas. Como alguien decía esta mañana, a los niños -y a los mayores- lo que les gusta es disfrazarse de lo que sea. Creo que los obispos de Cádiz y Ceuta han dicho que sería más acorde con nuestras tradiciones que los niños se disfrazaran de santos -desde Santa Teresa hasta San Sebastián con las flechas clavadas y mucha sangre, aunque hay algunas imágenes de santos y santas que también meten miedo- en lugar de hacerlo de vampiros o de payasos asesinos, que es una de las últimas modas de 2016. Pero, desgraciadamente, no creo que tengan mucho éxito. Estoy seguro de que Ana Pastor ha adelantado la investidura de Rajoy para que no coincida con la celebración de Halloween, la víspera de todos los santos, aunque no hubiera estado mal ver a los portavoces en la tribuna del Congreso, disfrazados y chorreando sangre… En todo caso, sangre va a haber en el PSOE, antes, en o después de que Rajoy sea de nuevo presidente del Gobierno, aunque, posiblemente con fecha de caducidad ya marcada en el envase y con el temor de unas nuevas elecciones a medio o corto plazo.
Halloween es perfecto para la investidura de Rajoy: «¿Truco o trato?». Eso es lo que está en la esencia del discurso de Rajoy hacia quienes le van a permitir ser presidente, y ya le gustaría saber si lo que le ofrecen Ciudadanos y el PSOE es eso, truco o trato de verdad. Dice la Wikipedia, esa enciclopedia cargada errores de los que nadie se responsabiliza, que «los colores asociados a Halloween son preferentemente el morado, el naranja y el negro». Si le añaden el azul -que va a ganar, pero en precario- y el rojo -la sangre a punto de manchar a los diputados socialistas-, todo el Parlamento está representado. Los niños, como Rajoy, salen esos días a pedir dulces cantando. Los dulces de Rajoy pueden ser amargos, si la Unión Europea sigue apretando y su canción se la saben todos, pero no anima al karaoke.
Dicen que este año, además del disfraz de payaso asesino, que maldita gracia tiene y que nunca se sabe lo que encierra -se lo podría poner Pablo Iglesias, tal vez-, se llevan los sombreros para protegerse de la que va a caer. También siguen de moda los de superhéroes -habría estado bien ver a Rajoy defendiendo su programa de gobierno vestido de Supermán, con capa y todo, o del hombre araña- o los de motivos terroríficos. ¿Se imaginan al portavoz del PSOE con un disfraz de Frankestein, buscando su nueva identidad? Los difuntos vagan estos días por los pasillos del Congreso, con la esperanza de que pasada la «investidura Halloween», llegue el día de todos los santos. Que así sea.

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