Francisco Muro de Iscar – La historia nos juzgará cruelmente


MADRID, 30 (OTR/PRESS)

Europa está en una situación de alto riesgo. Las causas: la inminente llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos; el Brexit que separará de la Unión Europea a uno de sus principales países; el referéndum del próximo domingo en Italia y el peligrosos efecto dominó que puede causar; una posible victoria de Le Pen en Francia, con la izquierda hundida y el centro derecha radicalizándose para frenar al populismo; la soledad de Angela Merkel, la única presidenta que viene actuando con coherencia a pesar de la pérdida de votos; la falta de liderazgo y de proyecto político* Y también por la crisis de refugiados, que ha demostrado que Europa no es fiel ni siquiera a los valores que la construyeron.
«La historia juzgará con dureza a Europa por su comportamiento ante la crisis de los refugiados», ha dicho en Madrid la defensora del Pueblo Europeo, Emilia O»Reilly. «Todos sentiremos vergüenza dentro de unos años, añadió, cuando nuestros hijos y nuestros nietos nos digan cómo fuimos capaces de tolerar, impasibles, que hombres, mujeres y niños se ahogaran ante nuestros ojos, igual que nosotros preguntamos a nuestros padres y abuelos cómo pudieron pasar en Europa las cosas que sucedieron en las décadas de los 30 y los 40».
O»Reilly, que dijo que también se habían hecho cosas buenas desde la Comisión Europea y desde las agencias internacionales, no se atrevió a juzgar el papel de España «porque no lo conozco en detalle», pero es tan miserable como el del resto de los países de Europa, con la excepción de Alemania y en alguna medida de Grecia e Italia, y no admite comparación con lo que están haciendo naciones como Canadá, tan lejos de Europa, que ha acogido e integrado efectivamente a más de 300.000 refugiados.
Simultáneamente, en Bruselas se reunía el X Foro Europeo sobre los Derechos del Niño, con la presencia de 78 organizaciones de infancia que reclamaban la reforma de la legislación sobre asilo, dar prioridad a los niños en todas las políticas migratorias e incrementar la financiación para fortalecer los sistemas de protección infantil. En esta inmensa crisis que están viviendo millones de personas, los niños migrantes y refugiados son las principales víctimas, pero casi todos ellos son invisibles para los Gobiernos de Europa y nunca podrán ser ciudadanos de pleno derecho, nunca podrán recuperar la infancia perdida, la escuela a la que no fueron, la casa que no tuvieron o, incluso, la familia que acabó dividida, desaparecida o muerta.
Europa no puede seguir mirando a otro sitio y dejar desprotegidos a tantos millones de ciudadanos, ni encerrar en Turquía a millones de aspirantes a una vida digna, siempre bajo la amenaza de Erdogan de abrir las fronteras y «soltarlos» en Europa, como si fueran -lo son- mercancía de canje, prisioneros para el chantaje y el negocio. Dicen que la mitad de los 65 millones de desplazados y refugiados son menores de 18 años, niños en riesgo absoluto, muchos de los cuales sobreviven sin control en las fronteras. Si no hacemos algo ya, la historia nos juzgará tan cruelmente como nos merecemos.

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