El Abanico – Trabajar para vivir y no vivir para trabajar


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

Antes de que la ministra Fátima Báñez propusiera horarios compatibles con la vida en familia, la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles lleva años celebrando congresos sobre la materia. El último hace apenas mes y medio en el que participaron Javier de Domingo, psicólogo de profesión y fundador del movimiento «Si los hombres hablasen», Luis Mariño, psicoterapeuta experimentado, y Erick Pescador, sociólogo y sexólogo, promotor de talleres para hombres en España e Hispanoamérica.
Como moderadora de la mesa, tuve la enorme fortuna de poder debatir con ellos sobre un tema que impide que muchas familias puedan ocuparse de sus hijos o de sus propios padres, sin tener que vivir en un continuo stress por la responsabilidad que supone tener un empleo con horarios disparatados y una vida familiar tan exigente como el más puñetero de los jefes.
Me llamó la atención el interés de estos tres profesionales por estar presentes en el crecimiento y educación de sus hijos, desde el minuto mismo de nacer. No de forma testimonial, sino implicados al 100% aunque para ello hayan tenido que renunciar a ganar más, a tener un mejor coche o a contratar a alguien que se ocupe de sus hijos mientras ellos están trabajando. Para conseguirlo, no han dudado en organizarse su vida de manera que el cambio de modelo de sociedad deje de ser una utopía para convertirse en un hecho normal, con lo que conseguiríamos un lugar habitable en el que las relaciones de pareja se basen en acuerdos de solidaridad e igualdad y no estén sujetas a normas que se han quedado a todas luces anticuadas.
Como ejemplo, Luis Mariño puso el de Julio Verne, que metió a su hijo en un hospital para poder seguir escribiendo, frente al de un prestigioso investigador japonés que lo abandonó todo cuando le dijeron que su hijo tenía una enfermedad mortal. Fue tanto el cariño, las atenciones que dedicó al niño que logró sacarlo adelante y hoy es un gran químico.
Para conseguir lo que hasta hace bien poco eran hechos aislados, están surgiendo nuevos modelos de hombres, de padres, de gente implicada y deseosa de que los modelos de sociedad cambien, puesto que el que tenemos se ha quedado obsoleto desde que las mujeres nos incorporamos masivamente al mundo laboral.
Es lo que Erick Pescador denomina «Hombres por los cuidados compartidos». No se trata de ayudar a la mujer en las tareas de la casa, no, de lo que se trata es de que se impliquen totalmente en aquellas tareas que hasta hace un tiempo desempeñaban nuestras madres sin ni siquiera quejarse. Pero hoy las cosas son distintas, y las costumbres están para cambiarlas, y para ello nada mejor que empezar a educar a los hijos en la igualdad desde edades muy tempranas, para que la visualización les entre al tiempo que empiezan a pronunciar sus primeras palabras en casa o en la guardería.
«No te arrugues, plancha», es el slogan de Pescador a la hora de enseñar a sus alumnos lo importante que es luchar por el tipo de vida que quieres llevar. Por supuesto que no basta con buenas intenciones por parte del ejecutivo ni de los más jóvenes: hace falta la implicación de las empresas para llevar a cabo estos cambios tan necesarios en nuestra sociedad. Algunas como Iberdrola ya los llevan practicando desde hace tiempo y no parece que les vaya mal ni el mundo se haya resentido por ello. Hay otras a las que les falta superar el miedo a lo que lo desconocido, sin darse cuenta de que estas nuevas fórmulas pueden ser igual o más rentables que lo antiguo. Estar más horas en el trabajo no quiere decir que el rendimiento sea mayor. Lo demuestra el que durante los meses de verano muchas empresas y organismos oficiales aplican horarios más racionales. Una práctica que bien podrían extenderse al resto del año.
Vaciar las oficinas a las 18 horas como propone la ministra obligaría a repartir las tareas domésticas entre hombres y mujeres. También sería beneficioso para los niños y adolescentes españoles que se ha demostrado que tienen un continuo déficit de sueño que hace que lleguen cansados a los colegios. Por cierto, que los horarios del prime time de las televisiones también deberían adaptarse a estos nuevos modelos de vida.
En fin, lo importante es que este tema que produce tanto rechazo en algunos sectores de la economía española, vaya calando como la lluvia fina, entre quienes están destinados a llevar a cabo los grandes cambios, los y las más jóvenes.

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