MADRID, 22 (OTR/PRESS)
El llamado pacto anti-yihadista lo suscribieron todos los partidos políticos menos Podemos. No es que estén a favor de los asesinos yihadistas, por supuesto, pero parece que se sienten incómodos de estar totalmente en contra. Y optaron por asistir como observadores. No votan, no discuten, no argumentan. Toman nota, y se marchan.
Esta extraña situación, donde el representante de Podemos hace el papel de búho, ha sido denunciada por el diputados de Ciudadanos, Miguel Gutiérrez, quien dijo que su partido pedirá la expulsión del búho, perdón, quiero decir del representante de Podemos, porque resulta algo extravagante asistir a las reuniones de un grupo sin querer pertenecer al grupo.
El derecho natural parece algo sencillo, y, en general, está impreso en las conciencias del ser humano, salvo caso de locos, bipolares y otras especies. Quiero decir que, al margen de educación y cultura, la mayor parte del personal empadronado es consciente de que rebanarle el pescuezo a un tipo, por mucha manía que le tengas, está mal, y que entrar a una casa que no es la tuya y llevarte cosas de quienes allí viven, por hurto o con fuerza, no son hazañas para sentirse orgulloso. Pero las ideologías políticas han hecho tanto daño como la arquitectura de vanguardia, y hay seres humanos a los que, tras un atracón ideológico, les cuesta mucho distinguir lo que está bien de lo que está mal, cosa al alcance de un hotentote analfabeto.
Me imagino un pacto contra las violaciones y abusos sexuales, y a un partido político que asistiera de observador, porque no está del todo en contra. O a un pacto contra la tortura, y que hubiera un partido político que mostrara sus reticencias. Sería espantoso. Y, encima, extravagante. Claro que también resulta extravagante la jirafa y existe. O esa ave que apenas vuela y se fija mucho. Y, ya, en esta lista de extravagancias, también existe Podemos.