Rafael Torres – La política no se estudia


MADRID, 23 (OTR/PRESS)

Para hacer política, o tan solo para entenderla, hay que estudiar muchísimo, pero no exactamente política, sino de todo. De la Cultura sale la cultura política, pero no al revés, y tanto es así que hasta los dirigentes de Podemos, entre los que abundan los profesores y los estudiantes de Ciencias Políticas, empiezan a darse cuenta.
La política, como el periodismo, no se estudia; se aprende. Y se aprende practicándola, pero con un buen bagaje previo de conocimientos diversos, un poco o un mucho de todo, desde agricultura a numismática, desde música a economía, pasando por todo lo habido y por haber, geografía, idiomas, historia, cine, matemáticas, literatura, ganadería, comercio, arquitectura… pero, sobre todo, cuanto atañe y concierne a la condición humana. Podemos, el partido que patrimonializó e instrumentalizó el 15-M, aquél movimiento de repudió a un Sistema caduco y cleptocrático, ha creído que se podía hacer eternamente política de salón, de manual académico, pero ahora, en vísperas de su Vistalegre 2, se da cuenta de que del dicho al hecho va mucho trecho y de que una cosa es predicar, y otra, muy distinta, dar trigo.
De política, como de periodismo, sólo se puede estudiar la técnica, la mecánica, los rudimentos básicos del oficio, pues para saber de veras de ambas cosas sólo se puede aprender, sobre la marcha, a lomos de la vida. De la vocación, claro, y de la vida. Estos capitostes de Podemos, los Iglesias, Monedero, Errejón y compañía, han pretendido trasladar por las bravas, como buenos marxistas, todo el aparato teórico de la carrera y del ambiente universitario a la realidad que bulle más allá de sí mismos, y aunque siguen esmaltando su jerga con ello, que si el debate, que si las propuestas, que si el empoderamiento, que si la mayoría social, principian a sentir que a lo mejor la charlatanería no es lo mismo que el discurso, pues donde gobiernan, la gente, la sociedad que ellos llaman «gente», no es más feliz, ni más libre, ni más próspera, ni más benéfica.
La política no se estudia, se aprende, y Errejón, que es el más listo, se ha puesto a ello. Le falta, como a sus pares y a la mayoría de los políticos españoles, cultura, mucha cultura para hacerse con un poco de cultura política, pero se le ve interés en no quedarse en el yermo de la facultad de por vida.

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