Fermín Bocos – El silencio de Podemos


MADRID, 28 (OTR/PRESS)

En épocas de normalidad, la tarea parlamentaria es aburrida, como los países que no tienen montañas. Felizmente aburrida. Por eso las fuerzas que como Podemos vienen de la calle echan de menos la pancarta y la barricada. Al paso cansino de las comisiones, con las leyes de acompañamiento y las votaciones sin cuento, en el día a día parlamentario, languidecen. Se despiertan los miércoles para los que preparan las sesiones de control al Gobierno con mano de guionistas de telediario. Salir en la televisión no es que les de vida es que viven para la televisión.
También los otros grupos están pendientes de las cámaras lo que pasa es que lo hacen de manera rutinaria, sin el entusiasmo de los recién llegados. Desde que se apagaron los focos de la plaza de toros de Vistalegre donde Podemos celebró su última gran asamblea apenas hemos vuelto a saber de Pablo Iglesias. En términos políticos, todo lo que se ha dicho de Iñigo Errejón, líder bis del movimiento ahora relevado como portavoz parlamentario, cabe en una pizarra de instituto. No da para libro. Hechas las oportunas interpretaciones de la caída en desgracia de este joven dirigente y la inevitable comparativa con quien le ha sustituido (Irene Montero), todo es silencio.
Ya digo que siguen en la rutina parlamentaria que les corresponde, pero a paso de buey, sin entusiasmo, sin aquella vehemencia de los primeros días cuando el personal les miraba con lupa, atentos a todos sus gestos, incluidos los indumentarios. Hay quien piensa que el silencio de estos días de Pablo Iglesias, que es la voz de Podemos, tiene una componente táctica. Aguarda a que en el PSOE se consume el drama cainita que les aflige en la esperanza de que el resucitado Pedro Sánchez vuelva a la secretaria general dejando a Susana Díaz aparcada en San Telmo.
Si así fuera y el Grupo Parlamentario socialista, que a la sazón es más «susanista» que «pedrista», se plegará al mando a distancia que manejaría Pedro Sánchez desde Ferraz, calculan que la legislatura estaría sentenciada. Liquidada por obra de una moción de censura que podría prosperar sumando a los votos de las izquierdas los de los separatistas. Claro que en esa coyuntura es más que probable que Mariano Rajoy se les anticipara convocando nuevas elecciones. Legalmente puede hacerlo a partir de mayo. Las encuestas, favorables desde hace meses al PP, podrían ayudarle a vencer su natural tendencia a la acedía política. Visto desde el puente, el río parece manso, pero las apariencias engañan.

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