No te va a gustar – Artur Mas debe de estar encantado


MADRID, 14 (OTR/PRESS)

Cuando conocí la sentencia por la que el tribunal Superior de justicia de Cataluña inhabilita por dos años a Artur Mas estuve seguro de que el ex president de la Generalitat ha de estar encantado. No, como dicen algunos, porque la decisión de los jueces sea benigna -el fiscal pedía diez años de inhabilitación–. No es por eso: es que esa inhabilitación, primero, le convierte en un héroe sojuzgado por la tiranía de los tribunales «españoles»; y segundo, le imposibilita para presentarse nuevamente a la presidencia de la Generalitat, que era algo que, con o sin sentencia, difícilmente podría haber hecho, atenazado, como está, por tantos casos de corrupción.
Suspiro de alivio, sin duda, en el pecho atribulado de Artur Mas, que, incluso en el caso de que hubiera podido llevar a puerto -a mal puerto- sus declaraciones en el sentido de que volvería a intentar ganar el título de molt honorable, jamás hubiese podido vencer a un Oriol Junqueras que va diciendo por todas las esquinas que está «horrorizado» con la variada casuística de corrupción que estos días está desfilando por los juzgados. Una corrupción con la que, lo veamos como lo veamos, Mas está involucrado, por acción o por omisión, por diligencia «in actuando» desde las sombras o por negligencia «in vigilando» desde la miopía, en esa trama de porcentajes sucios, de robos a los catalanes (y al resto de los españoles) que pusieron en marcha tantos responsables de la Convergencia a la que luego cambiaron de nombre por si acaso.
Y, así, mediante una sentencia que nada resuelve, si no es los problemas del señor Mas, lo único que se ha hecho, gracias a la aplicación de la «summa lex», ha sido empeorar las cosas. Que es justamente lo que no deben hacer los tribunales: empeorar lo que en teoría deberían mejorar. Hemos hecho, entre todos, de un político mediocre, de un personaje mesiánico desde el patetismo, un patriarca de una independencia que ni siquiera todo su pueblo quiere.
Pienso que Mas no pretende volver a la plaza de Sant Jaume, sino quedarse en la Historia, aun retorcida y deformada, del independentismo catalán. Sabe que esa independencia no será posible, pero saca rendimiento de la judicialización a la que crecientemente se está viendo sometida la vida política, y no hablo solamente de Cataluña, donde debería imperar otro tipo de actividades judiciales: las que deberían, cuanto antes, dar con los huesos de las principales tramas corruptas en la cárcel. Si, con esta sentencia, Mas está encantado, quienes, desde «Madrit», predican una política «dura» con el independentismo catalán, han de estar, sin duda, desesperados. Lo que es bueno para mas es malo para la unidad nacional. Y esta sentencia es, a mi entender, buena para Mas, qué lástima.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído