Francisco Muro de Iscar – Adiós a las armas, perdón a las víctimas


MADRID, (OTR/PRESS) ¿Cuántos años tienen que pasar para que ETA pida perdón a las víctimas y se disuelva, reconociendo su derrota absoluta por la democracia y la libertad, cerrando así una de las páginas más negras de la historia de España? Cinco años después de que ETA hiciera público el fin del terrorismo, el anuncio de que el 8 de abril entregaran las armas y procederán al desarme total, no es suficiente. Es sólo un paso más de la descomposición de la organización terrorista, pero no el reconocimiento de la tragedia sin sentido en la que sumaron al País Vasco y a España durante décadas, matando a casi un millar de inocentes y sometiendo a toda una nación a una tensión insoportable y, sobre todo, inútil.
Lo peor que le puede suceder a alguien es que compruebe que todo lo que ha hecho no sólo no sirvió para nada, sino que fue gravemente doloroso y dañino para todos. Para las víctimas, sí, pero también para los que apretaron las pistolas y se han pasado muchos años entre rejas. Los mismos que cuando salen de nuevo a la calle, tienen que mirar a los ojos a sus vecinos y confesar que fueron unos asesinos de gente inocente. Sin razón y sin justificación alguna.
Por eso no basta con la entrega de las armas en territorio francés y ante supuestos observadores internacionales. No basta con asumir la derrota. ETA debe pedir perdón a las víctimas de forma ostensible y anunciar su disolución para siempre. Sería bueno que reconocieran su error, la inutilidad de tanta sangre derramada y que desvelaran quiénes cometieron los crímenes que aún no han sido juzgados o resueltos. Pero no hay que ser especialmente optimistas. No se puede esperar nada de los que han matado por la espalda y a traición; de los que han extorsionado a tantos, hasta obligarlos a huir de su tierra, para mantener su acción terrorista; de los que han secuestrado, escondido en zulos y torturado a sus víctimas sin remordimiento alguno; de los que han sembrado el terror en las ciudades durante décadas y se han escondido también durante décadas. Cuando las pistolas y la violencia han dejado de protegerles se han quedado en nada. Ahora, todos los presos de ETA deberían esperar esos mismos años antes de ser llevados a cárceles cercanas. Al menos hasta algún tiempo después de que la banda terrorista pida perdón y se disuelva.
Hará bien Rajoy en apoyar al PNV y a Iñigo Urkullu y en apoyarse en el PNV para cerrar con dignidad y justicia esta terrible etapa de la vida española. Nadie puede decir lo que pasará en el futuro, pero sin el PNV, el País Vasco hubiera entrado en una situación mucho peor que la actual de Cataluña, donde su homólogo, Convergencia, ha divido en dos a la sociedad y camina hacia su estúpida inmolación, sacrificando a Cataluña y al resto de España. Habrá que estar atentos, porque algunos, en Euskadi y, sobre todo en Navarra, están intentando empujar en la misma dirección que Más y sus compañeros de viaje. ETA tiene que reconocer que perdió la guerra y pedir perdón a las víctimas. Sólo entonces se podrá hablar de generosidad con ellos, aunque nunca olvidaremos lo que hicieron.

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