Cayetano González – Aparato versus militancia


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

La única duda razonable que puede existir a dos meses de las elecciones primarias para elegir nuevo líder del PSOE es si la fuerza del aparato del partido, que está alineado con Susana Díaz, va a imponerse a la que pueda tener la militancia, que según todos los indicios se inclina más por Pedro Sánchez. Teniendo en cuenta que quien al final vota es cada militante la conclusión sería sencilla: ganará la militancia al aparato, pero en la práctica no es algo tan lineal ni tan sencillo. Este pasado domingo, Susana Díaz se vio respaldada en el acto de presentación de su candidatura por todo el aparato: allí estaban desde Felipe González a Alfonso Guerra, desde Zapatero a Rubalcaba, cinco de los siete Presidentes de Comunidades Autónomas que tiene el PSOE, Alcaldes, ex-ministros. El discurso de la candidata Díaz no pasará a la historia por su brillantez ni profundidad, pero al menos dejó claro dos cosas: que ella quería liderar un PSOE ganador, que volviera a gobernar en España no porque pudiera hacer pactos con Podemos para echar al PP, sino porque ganará en las urnas con la claridad suficiente para llegar al poder sin hipotecas ni tener que diluir su proyecto en pactos con los populistas de Pablo Iglesias. Esa es, a día de hoy, la gran diferencia entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, y sobre la que los militantes del PSOE tendrán que dilucidar cuando muy probablemente el último domingo de mayo tengan que elegir a quien será su nuevo secretario o secretaria general. Sánchez ya lo ha dejado claro y en eso no engaña: si él es el líder del PSOE buscará el entendimiento con la izquierda, es decir con Podemos, y si hiciera falta con los partidos independentistas catalanes, con el objetivo de echar a Rajoy de la Moncloa. De hecho, ya lo intentó tras las elecciones de junio del pasado año y ese fue precisamente el motivo por el que los barones del PSOE, con Susana Díaz en primera línea, se rebelaron y tumbaron a Sánchez en el tormentoso y bochornoso Comité Federal del uno de octubre. Hay un precedente en la historia reciente del PSOE que juega a favor de Sánchez. En abril de 1998 hubo también primarias para elegir el candidato socialista a la Presidencia del Gobierno en las elecciones generales que iban a tener lugar en el 2.000. En ellas, el candidato del aparato y favorito, Joaquín Almunia, perdió ante el candidato «outsider», José Borrell. Luego ese aparato se revolvió y al cabo de un tiempo consiguió que el candidato ganador dimitiera. Diecinueve años más tarde, la lucha entre Díaz y Sánchez, con Patxi López como casi mero espectador, va a ser encarnizada y gane quien gane tendrá al día siguiente una tarea casi imposible: unir a un partido que está muy fragmentado y con unas heridas muy profundas.

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