Plantas prohibidas que hacen milagros


La Naturaleza, tan poco democrática en muchos aspectos, se comporta como una buena madre al ofrecernos sus mejores joyas: esas plantas griálicas capaces de mantener la salud y recuperarla cuando se ha perdido. Nuestros hermanos menores, los animales, saben mucho de eso. Ellos eligen sus hierbas para aliviar sus dolencias, sin haber leído ningún prospecto. Lo saben por su, digamos, “tradición genética”, como los humanos conocemos por nuestros primitivos ancestros, ciertas propiedades olvidadas no solo de las plantas y minerales, sino de lugares telúricos e incluso de algunas estructuras, como las telas de araña. De esto hablaremos en otro momento. En este artículo voy a ocuparme de la stevia, una planta que podría marcar un antes y un después en el tratamiento y prevención de muchas de nuestras enfermedades y síndromes de la era moderna: diabetes, hipertensión, o incluso el cáncer.

No podemos hablar de la “Stevia Rebaudiana” sin hacerlo de Josep Pamiés, un catalán luchador al que están crucificando a cámara lenta, por difundir las bondades de estos regalos del Creador. Pues no solo difunde la stevia, sino otras maravillas como la “Kalanchoe”, muy útil en el tratamiento del cáncer, la “Artemisa Annua”, y la “Cannabis Sativa”, ¡la marihuana!, posiblemente la planta más desprestigiada y calumniada de la flora planetaria, eficacísima en el tratamiento de varias enfermedades, según un buen número de estudios serios realizados desde que el doctor Rafael Mechoulam aislara los cannabinoides THC y CBD en la década de 1960, entre ellos los del doctor Manuel Guzmán, catedrático de biología molecular de la Universidad Complutense de Madrid. La marihuana merece un artículo aparte, no solo por sus muchas propiedades terapéuticas, sino por la campaña de manipulación subliminal a la que todos hemos sido sometidos desde que tenemos uso de razón, hasta conseguir que la bella hoja palmeada nos produzca un profundo rechazo. El 25 de mayo se celebrará el juicio contra Pamiés, por cultivar marihuana con fines terapéuticos. Se pide para él dos años de cárcel y 18.000 euros de multa. Volvemos a los tiempos de los “malditos” Tesla, Pauling, Gerson, Burzynsky y tantos otros mártires modernos.

En el 2008 la Organización Mundial de la Salud autorizó la stevia como planta segura y beneficiosa para la salud humana y la FAO la registró como Steviol glucósido. A pesar de ello, y de ser legal en Estados Unidos y muchos países de Hispanoamérica, la planta siguió sin estar autorizada en Europa hasta el 2011. Había que dar tiempo a los grandes fabricantes del cancerígeno aspartamo para que se subieran al carro y algunos registraran sus patentes. De hecho, Roche ya ha patentado el extracto de stevia. Como casi todo en el emporio de la Sanidad, se trata de un tema económico, en beneficio de las multinacionales avasalladoras. Los japoneses han ido delante y hace ya treinta años que, por ley, han eliminado el aspartamo de sus refrescos y han incorporado la stevia. La Coca-Cola tiene prohibido allí utilizar aspartamo en las bebidas “ligh” y “zero”.

De pronto, en un plazo muy corto de tiempo, el marketing ha puesto la stevia de moda en España y es fácil encontrarla, como edulcorante, en los anaqueles de los principales supermercados haciéndole la competencia a los peligrosos espartamos y sacarinas varias. Sin embargo, esto es un engaño doble. Primero, porque lo que se nos vende como stevia es un químico más, un endulzante más, y el usuario cree que está consumiendo stevia; segundo, lo que hace de la stevia una planta milagrosa no es el edulcorante en sí, sino la totalidad de los componentes, una especie de fórmula magistral de la naturaleza, capaz de realizar una transmutación alquímica en el cuerpo humano cuando se toma en su forma de hojas verdes o secas, bien en infusión, formando parte de alguna receta culinaria o, simplemente, masticando las hojas. A esto hay que sumar un tercer efecto: que si bien se favorece al diabético con este edulcorante, se le está privando de mejorar e incluso de curar su diabetes, pues es una de las enfermedades que reaccionan muy positivamente a la ingesta de stevia. El Departamento de Endocrinología y Metabolismo del Hospital Universitario, Aarthus, de Dinamarca determinó que “la stevia actúa sobre las células beta del páncreas estimulando la producción de insulina de forma natural”. Se ha comprobado que en los diabéticos disminuye el nivel de PSA, el colesterol y los triglicéridos; mejora la circulación capilar de piernas y cabeza, las ulceraciones de los dedos de los pies y detiene el avance de las retinopatías mejorando la visión. Es hipotensora y cardiotónica, según un estudio de la División de Medicina Cardiovascular de la Universidad Médica de Teipe, Taiwan; es cicatrizante y bactericida, mejora la resistencia frente a gripes y resfriados, es un poderoso antioxidante y parece que actúa contra las células cancerosas. A pesar de todo esto –o precisamente por ello—si queremos hojas de stevia hay que recurrir a internet, con el consiguiente riesgo de que nos vendan gato por liebre, pues en España está prohibida su venta.

Llegados a este punto, es lógico que el lector bienintencionado –y creyente en el sistema— se pregunte por los motivos que pueden mover a que la planta no solo no se legalice, sino que esté criminalizada y prohibida. Y, como siempre, hay que poner el punto de mira en los que dominan la industria alimentaria y la sanidad. La stevia es un peligro para la industria porque mejora y cura unas cuantas enfermedades que son un azote en la actualidad. Curar no es rentable. Es duro decirlo, pero a las empresas farmacéuticas les interesa la cronificación de la enfermedad para tener al paciente enganchado a la teta de manera vitalicia. Claro está, esto no lo conseguirían sin funcionarios y políticos corruptos y corruptibles. Al final, hablemos de lo que hablemos, siempre desembocamos en el sistema, amparado y sostenido por los políticos y funcionarios de turno, que son, en definitiva, las marionetas de los Monsantos, Bayer –que acaban de unirse en santo matrimonio—, Syngenta, Roche y demás servidores del mal.

En el próximo artículo os hablaré de otra planta milagrosa, la kalanchoe, que ha librado del cáncer a muchas personas. Porque el cáncer se cura, pero al sistema no le interesa que pongamos los medios para hacerlo. Por eso prohíbe las plantas griálicas y los métodos no convencionales. En estas situaciones no queda más remedio que hacerse objetor.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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