Fermín Bocos – La celada


MADRID, 5 (OTR/PRESS)

Transformar el fervor del grueso de los militantes socialistas en levadura de votos de simpatizantes del PSOE en las próxima elecciones legislativas es el reto que tiene planteado Pedro Sánchez. Parte de esos apoyos pueden venir de quienes en anteriores comicios optaron por Podemos. En ellos estaba pensando Sánchez cuando en una de sus recientes declaraciones dijo sentirse próximo a los votantes del partido morado. Podemos perdió un millón de votos en las últimas elecciones, votantes que se quedaron en casa. Hacia ellos quiere orientar sus antenas la nueva dirección del PSOE.
Los más próximos a Sánchez le aconsejan que descarte cualquier proyecto de moción de censura y aproveche los dos años que puede durar la legislatura para consolidar su liderazgo dentro y fuera del PSOE. También se escuchan otras voces que a la manera como hablan desde Podemos insisten en que habría que aprovechar el bajón que afecta al PP, muy tocado por los casos de corrupción, para no darles tregua. Nada está escrito y en apariencia la ocasión es favorable para un envite parlamentario fuerte, pero Sánchez parece consciente de que detrás de la moción de censura presentada por Podemos, Pablo Iglesias le ha tendido una celada.
Aprovechará la ocasión para forzar a Sánchez a definirse emplazando al PSOE a censurar a Mariano Rajoy. Es una trampa que el resucitado líder del PSOE solo podrá evitar dando instrucciones a los diputados socialistas para que se abstengan. Todo indica que es lo que sucederá. Iglesias sabe que tiene perdida la moción pero la mantiene porque amén del festín mediático lo que pretende es poner en evidencia al PSOE. Si los socialistas no le apoyan podrá acusar a Sánchez de ser el responsable de que Mariano Rajoy y el PP -«el partido más corrupto de Europa» – sigan gobernando España.
Todos recordamos que en ocasión del debate de investidura de marzo de 2016 Pablo Iglesias pudiendo haber apoyado a Pedro Sánchez para llegar a La Moncloa, no lo hizo. Ahora hace como que no lo recuerda. Pablo Iglesias saldrá derrotado, pero habrá conseguido su hora televisiva de gloria. Acto seguido, siguiendo una tradición que hunde sus raíces en la historia de las izquierdas europeas, volverán los eternos reproches de los comunistas hacia los socialistas y viceversa. Mientras tanto, la derecha, en el caso de España más unida que nunca, seguirá su camino.

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