MADRID, 26 (OTR/PRESS)
Theresa May tiene suerte de que Winston Churchill no esté vivo. Habría sido muy cruel juzgando la mediocre forma de gobernar de la primera ministra británica. Su último fracaso quedó fechado en la reciente cumbre de Bruselas a la que se presentó pretendiendo un «do ut des» con las contrapartidas que Londres ofrecía a los ciudadanos comunitarios a cambio de un «Brexit» indoloro para el Reino Unido. El «niet» de Angela Merkel secundado por Emanuel Macron y hasta por Mariano Rajoy lo paró en seco enviando al otro lado del Canal un mensaje muy claro: quienes se van voluntariamente de la UE deben afrontar las consecuencias. Nada de convocar un referéndum temerario y después recular a la vista de que Bruselas, por esta vez, habla con una sola voz.
May pretendía seguir para lo bueno como si permaneciera en la Unión -la libre circulación de bienes, servicios y capitales- pero saltándose uno de sus principios fundacionales: la libertad de tránsito de las personas. Cerrar la frontera para complacer a quienes endosan a la emigración todos los males traídos por la crisis económica y las políticas de recortes de los gobiernos neo liberales como el que ella preside.
El término no es nada diplomático pero tiene guasa que pretendiera colar como acuerdo equilibrado que aquellos ciudadanos comunitarios que llevaran residiendo más de cinco años desde la proclamación del «Brexit» podrían seguir en el Reino Unido manteniendo su estatus actual y como contrapartida los británicos que residen en países de la UE conservarían sus derechos actuales. Digo que tiene guasa porque fijándonos solo en el caso de España resulta que el 90% de los españoles que viven en Gran Bretaña son profesionales (un porcentaje muy elevado en la Sanidad) que pagan impuestos y cotizan a la Seguridad Social, mientras que la mayor parte de los británicos que residen en España son jubilados que no pagan impuestos pero están enchufados a nuestra Seguridad Social. Lo que se dice un chollo. Menos mal que en Bruselas se dieron cuenta y no coló la oferta de esa señora que querías ser Margaret Thatcher y se ha quedado en Theresa May.