El discurso del Rey o el de Carmen Calvo.

Suelo oír el discurso de Navidad del rey más como un ritual rutinario que precede a la cena de Nochebuena, que con expectación ante algo que vaya a decir, que nunca dice. Sabemos que el rey reina, pero no gobierna, que “no está sujeto a responsabilidad” y que “los actos del rey serán refrendados por el presidente del Gobierno y, en su caso, por los ministros competentes”, según el artículo 64 de nuestra Carta Magna. También es sabido que los discursos se redactan en la Moncloa, y que, en caso de escribirlos él mismo, tal es el caso, tienen que pasar la censura del gabinete del presidente, que pone, quita, sugiere y exige. Pero Felipe VI sentó un precedente cuando en su discurso del 3 de octubre de 2017 tras el golpe de Estado en Cataluña, compareció ante las cámaras y ejerció de rey, pero de Rey con mayúsculas, digno de reinar en un país como España. A Felipe VI no se le atragantaron las palabras a la hora de acusar a los golpistas de deslealtad inadmisible a los poderes del estado” y decirles claramente que se habían colocado al otro lado de la democracia, para añadir después que “era responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones”. Sabíamos que eso no había caído nada bien en el gabinete del entonces presidente Rajoy y que eso había causado una brecha insalvable. Pero todos nos sentimos orgullosos de la Corona, incluso los republicanos como yo. Y defendí al rey, porque eso significaba defender al Estado. A raíz de ahí, todos interpretamos que Felipe VI tenía personalidad y deseos de defender la unidad nacional, por encima de cualquier gobierno de turno irresponsable.

Lejos estábamos de pensar que el palacio de la Moncloa iba a ser asaltado por unos okupas hambrientos de poder y de volar en Falcon y que el monarca iba a doblegarse ante ellos. No sé qué dirán los aduladores de Felipe VI, pero trabajo les va a costar defender el papelón de esta Nochebuena de 2018. Fue un discurso trivial y sosaina, propio de Carmen Calvo, de la que vemos su influencia. Sentimos mucho, muchísimo, la muerte de Laura, pero no es para que el rey, después de lo sucedido el 20 y el 21 en Barcelona, donde se firmaron los preliminares para romper la unidad nacional y la total rendición del Estado ante los golpistas, lo citara como uno de los problemas graves de España. Cuando oí la frase dije en voz alta: “Aquí está la huella de Carmen Calvo”. Todo lo demás fueron banalidades: recuperar el espíritu de la transición, la concordia, la convivencia “que siempre es frágil”, el respeto a la Constitución, la capacidad de establecer pactos, ayudar a los jóvenes a encontrar un trabajo digno, y mucha palabrería de relleno, sin entrar en los detalles mollares de los grandes problemas que vivimos. Así lo siento.

Pero claro, resulta que el discurso del monarca de España lo ha escrito el Gobierno okupa del presidente de la tesis falsificada que gobierna con el apoyo de los filoetarras, separatistas y golpistas, los mismos que declaran en su parlamento de la Generalidad el rechazo a la monarquía y a la Constitución del 78. Y que, además, ya estaba escrito antes de irse a dar la nota con el xenófobo Torra de los lazos amarillos y el delirante consejillo de ministrillos. Esto es de locos. No me extraña que el Gobierno de Sánchez se sienta “satisfecho” del discurso tan ambiguo, y del espaldarazo que supone para su crítica gestión. Eso sí que fue un regalo de Reyes por adelantado.

Ahora bien, según el artículo 56 de la Constitución, el rey es un símbolo de unidad y permanencia del Estado, con las funciones de “arbitrar y moderar el regular funcionamiento de las instituciones”. ¿No es momento de que arbitre y regule lo que está ocurriendo? ¿Para qué queremos un rey en estas condiciones? Cuando terminó el discurso, pensé: “Parece que el rey está apoyando el golpe”. En verdad, sentí unos deseos enormes de llorar, porque vi que de nuevo volvíamos a estar desprotegidos frente a los golpistas; estos y los que se alcen, porque cuando el Estado está débil se resquebraja fácilmente, y hay por ahí mucha autonomía con ganas de barullo.

El rey no estuvo a la altura. Hoy lo vi pusilánime y a las órdenes, claramente en manos del Gobierno golpista. Los reyes ya no van a Babia a cazar, pero Felipe VI esta Nochebuena dio la impresión de estar en Babia. A no ser que le estuvieran apuntando con una pistola, que, tal como van las cosas, todo es posible. Hay algo que se me escapa, pero no sé qué es. Siento que las cosas están mucho peor de lo que parece, que ya es decir. ¡Pena, penita, pena!

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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