Carmena y la Colau, a cuál más guapa,
enemigas ambas del cristianismo,
en un alarde de enorme cinismo
fueron a Roma a visitar al Papa.
A estas horas a nadie se le escapa
que las dos doñas buscaban lo mismo:
blanquear al desprestigiado izquierdismo
bajo el cual tanto odio se agazapa.
Ambas fueron fingiendo devoción,
como arrepentidas de épocas pasadas,
y de haberle dado tantas patadas
a la justicia y a la religión.
Mas lo cierto es que siguen preparadas
para los robos y la corrupción.
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Por Salvador Freixedo
Último libro del autor:
«IGLESIA, ¡DESPIERTA!»
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