Manuel del Rosal: «Tahúres del Manzanares»

Manuel del Rosal: "Tahúres del Manzanares"

Y de todos los ríos que bañan la península y sus islas que, quitándose las caretas, están dando el repugnante y vomitivo espectáculo de una partida de póker para repartirse España. ¡Señores políticos! ¡¡Dais asco!!

Fue Alfonso Guerra el que acuñó la palabra tahúr para dirigirse a un político. En aquel tiempo ya existían tahúres políticos, pero su número era escaso dado que lo que importaba era construir una España que acababa de salir de una dictadura. Hoy los tahúres políticos son como una de las plagas bíblicas que asolaron Egipto. Nos los encontramos en todas partes, en todos los partidos porque la política de hoy en España no piensa en España, en construir una España mejor, en el futuro de España y de los españoles, la política se ha convertido en una partida de póker donde los tahúres, haciendo uso y abuso de cualquier farol, de cartas marcadas, de barajas desprecintadas y de cananas repletas de promesas falsas, que son la munición con la que estos tahúres de la política despluman de votos a los ciudadanos incautos e ingenuos, se juegan a España . Y cada tahúr intenta engañar al contrario e incluso amenazarlo con suspender la partida y convocar una nueva con el fin de atemorizarle.

Alrededor de la mesa en forma de piel de toro, se sientan los cuatro tahúres con las mangas repletas de cartas escondidas. Sobre la mesa van cayendo las cartas, de las bocas de los tahúres van saliendo los faroles, de las cananas brotan las promesas falsas. Se miran, se sopesan, se estudian. Tras de cada uno de ellos, su consejero le va aconsejando la posición que ha de tomar, el farol que se ha de marcar, el momento idóneo en el que debe sacar la carta escondida. La partida, como partida de tahúres, es más falsa que Judas y con más trampas que la cueva de Alí Babá. Se miran torvamente antes de tomar cada decisión, antes de apostar, antes de dejar caer con ímpetu la carta sobre el tablero que, por su forma, recuerda el mapa de España; lo recuerda a cualquiera menos a ellos, pues España está muy lejos de sus pensamientos centrados tan solo en obtener la mayor cantidad de poder de esa partida en la que se juega nada más y nada menos que el futuro de los cuatro próximos años de España. Del resultado de esa partida de tahúres saldrá quien gobernará y con quien a esta pobre España de nuestros pecados; España por la que ellos no apuestan, ni envidan, ni se arriesgan porque, el apostar, el envidar y el arriesgar queda para conseguir la mayor cuota de poder y, si es posible, el gobierno, la Moncloa. España… ¿qué importa España?
¡Pobre España, tan lejos de Dios y tan cerca de los políticos!

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