Rafael López Charques: «España insólita»

Rafael López Charques: "España insólita"

No lectores, no. No vamos a comentar algún programa de televisión que nos descubra cosas raras, extrañas o desacostumbradas de nuestro país. Por el contrario, vamos a analizar el día a día de lo que están pasando en el mismo, cada vez con más frecuencia, que hace cierto el dicho “ver para creer”, pues si no pudiésemos constatar su veracidad, diríamos que son tan solo “leyendas urbanas” divulgadas por los malintencionados.

Hace unos días en televisión, una persona que acostumbra mucho a ir a hablar ante las cámaras, mejor dicho, a gritar, pero sin dejar abrir la boca a los demás, (entiendan que es una demócrata), no solo ha salido en defensa de las “menas” (menores no acompañados) que son delincuentes (no todos por cierto), sino que ha tenido la desfachatez de afirmar “son niños, se merecen compasión” Bravo. Hasta la propia alcaldesa de la Ciudad Condal ha reconocido el creciente problema de inseguridad que se vive la misma, y la tertuliana va de hermanita de la caridad.

Cierto, los niños son niños, pero si para hacer el mal conscientemente, se comportan como adultos, habrá que considerarlos como tales. Esas pandillas de “menas” que se dedican cada vez con mayor frecuencia a violar a chicas e incluso niñas, a menudo encerrándolas en almacenes o locales deshabitados, ¿no saben la barbaridad que están haciendo? Afirmar que lo desconocen es querernos hacer “comulgar con ruedas de molino”, y si lo saben, ¿qué compasión se merecen, aparte de que caiga sobre ellos todo el peso de la ley?

Si alguien tiene dudas, que le pregunten a las jovencitas violadas, esas si merecen toda nuestra compasión, pues muchas de ellas quedarán traumatizadas para el resto de su vida.

Claro que como esos grupos son con frecuencia de magrebíes o similares, hay que tener en cuenta lo mal que lo pasan en sus países. Cierto, pero entonces, en vez de perder tiempo y energías lamentándonos (“se merecen compasión”), trabajemos seriamente para que sus países de origen salgan de la situación angustiosa en que se encuentra, cosa que no se hace porque en el fondo todos los colores tiene intereses económicos, mayores o menores, en mantenerla, y cara a la galería es más vistoso lamentarse y compadecerlos.

Nos enteramos que un partido de la izquierda radical ha celebrado un curso denominado “Bases para un nuevo republicanismo”. Nada que objetar, cada persona y cada grupo es muy libre de dar a conocer y difundir sus ideas. Lo único insólito o incoherente, por no emplear palabras más gruesas, es el que curso, al parecer, está patrocinado por varios grandes bancos y una marca de refrescos de ámbito mundial. Nos quedamos estupefactos con la noticia. Los bancos son unas de las bestias negras de ese grupo, pero si patrocina sus cursos, pelillos a la mar, bienvenidos sean. La empresa que colabora también ha sido objeto de sus ataques, pero si pagan, adelante. Claro que con respecto a esta última tenemos un antecedente, nos referimos a aquel diputado, que muy proletariamente se reveló como un especialista en obtener una plusvalía a costa de un piso de protección oficial, que después de ponerla verde en una intervención en el Congreso se va a comer y acompaña a su menú con un botellín de esa bebida.

El mismo que al parecer opina que no vio nada raro en la manifestación que hubo en la capital, que fue correcta; es decir, enseñar el trasero y teatralizar actos sexuales en la calle es algo normal. Tampoco vio la actuación de grupos de manifestantes tuvieron con personas, que aunque se comportaban correctamente, no les agradaba verlas allí.
Tenía razón el político que dijo, al llegar al poder, que a España no la va a conocer ni la madre que la parió.

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