Manuel del Rosal: «No pasa nada y…si pasa, se le saluda. Decía el castizo»

Manuel del Rosal: "No pasa nada y…si pasa, se le saluda. Decía el castizo"

Tras el fracaso de Sánchez en su investidura incapaz de llegar a acuerdos por estar encerrado en sí mismo, es decir ensimismado, los sesudos analistas, los expertos en opinión, los periodistas de tronío, los tertulianos de prestigio, se hacen todos la misma pregunta: ¿Qué pasará ahora?

Esa pregunta a mí me sorprende, a mí, una persona del común me deja perplejo. Yo creo que si saben lo que viene detrás de la fallida investidura que ya nació muerta por la arrogancia de Pedro y Pablo que se creen que son el ombligo del mundo, lo saben, pero lo callan. Lo que pasará es lo mismo que pasó tras la moción de censura, lo que pasará si se llegan a cuerdos antes del 23 de septiembre o si se convocan elecciones en noviembre. La pregunta ¿Qué pasará ahora? Tiene una contestación clara y diáfana: “No pasará nada, todo seguirá igual” Es decir, los ciudadanos, paganos inocentes de la incapacidad y la egolatría de estos nuevos políticos de “progreso”, seguiremos trabajando para poder hacer frente a los impuestos – cada vez más onerosos – con los que pagar a 350 personas que dormitan en el Congreso, que desde la moción de censura no han trabajado nada de nada, que seguirán sin trabajar hasta septiembre o noviembre e incluso después de formarse el gobierno que se forme. Porque estos señores y señoras siguen cobrando sus sustanciosas nóminas que pagamos los ciudadanos, aunque trabajen menos que el sustituto de Papa Noel. Esa es una de las causas por las que no va a pasar nada, porque ellos tienen garantizado su modus vivendi a pesar de la paralización de España. Otra de las causas es que los españoles somos como somos, que mientras tengamos para sobrevivir – que no vivir, eso es otra cosa – aguantamos y cuando el globo de la paciencia revienta estrepitosamente, pasa lo que pasa. El Reino de España tiene cada vez más gente que sin trabajar ni aportar nada a la sociedad, vive a costa del trabajo del ciudadano común; como decía Carlos Cano: “Mientras más crisis en el Reino, más trabajan los bufones”. Y no debemos olvidar que esta situación que ya perdura cuatro años se debe a la estupidez de nosotros los ciudadanos que fuimos atraídos a la “nueva política de pactos”, y sumisos y mansos como monjas ursulinas nos creímos que el bipartidismo y las mayorías absolutas eran las causas de los males de España. Así hemos creado un Congreso fraccionado en múltiples partidos o simulacro de partidos políticos que lo único que hacen es sentarse a discutir el reparto del botín que significan los presupuestos y su distribución. Si hay aún algún ingenuo ciudadano que no se ha percatado de que esto es así, es que está en la inopia; el espectáculo bochornoso del reparto de ministerios entre Pedro y Pablo, debería haberle abierto los ojos, pero no hay más ciego que el que no quiere ver y en España hay un mal de ceguera, porque hay que estar ciego para poner a España en manos de unos filibusteros que tan solo quieren manejar el timón del barco para hacerse con el tesoro, aunque hagan encallar el barco.

Esperemos que se llegue a noviembre y haya elecciones porque, peor que no tener gobierno es tener un mal gobierno; y esperemos que los ciudadanos sepamos discernir entre quien es un hombre de Estado y quien tan solo quiere medrar en el poder. Amen.

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