Me duele tu gran falta de intelecto,
y me duele tu tremenda apatía;
me duele tu encogida cobardía
ante lo políticamente correcto.
Me duele que no muestres desafecto
y que escuches aún con simpatía
a los mismos tipos de la jauría
de tu partido político infecto.
Me duele ver a tanta gente atenta
a todas las mentiras y a la morralla
tan fea, antihumana y virulenta
que nos vomitan por tanta pantalla,
y que, a veces, es solo lo que inventa
algún muy escondido canalla.