NO ESTAMOS LIBRES DE SUFRIR OTRA PERSECUCIÓN RELIGIOSA, COMO LA DE DIOCLECIANO O LA DEL FRENTE POPULAR

Lo que le molesta a la izquierda, más que Franco, es la Cruz que preside y corona el Valle

Lo que le molesta a la izquierda, más que Franco, es la Cruz que preside y corona el Valle

El universo Franco es uno de los leitmotivs de este otoño. Confieso que me extrañó la sentencia del Supremo, no tanto por la exhumación de los restos, sino por la prohibición de inhumarlos en la tumba propiedad de la familia en la Almudena. No sé si es competencia de los jueces dictaminar dónde podemos enterrarnos y dónde no. Se dice que es una sentencia a medida de las necesidades y pretensiones de los continuadores de los que perdieron la guerra y se habla incluso de prevaricación. Son palabras mayores, pero hay que decirlas.Algún día no muy lejano veremos los frutos y quizá entendamos. Lo cierto es que le urgía a Sánchez la sentencia para utilizarla en su discurso en la ONU y presumir de que con él, por fin, llegó la democracia a España. Lo vivido hasta ahora fue solo un ensayo, un mero sucedáneo, mientras esperábamos la venida de este mesías “cum fraude” de todo a cien, que llegó con trampa y en la trampa sigue. Hace años, cuando aún no habíamos buceado en las cloacas masónicas del mundo, hablábamos de la Organización de las Naciones Unidas con cierto respeto. Hoy ensuciamos la boca cada vez que pronunciamos las siglas del organismo más corrupto del mundo. Disertar en la ONU es hacerlo en el barro, ante lo peor de cada país. Baste recordar a sus corruptos mandatarios, o a nuestras ignaras Aído y Pajín, que allí encontraron poltrona una vez perdida la de ministra.

Al fin, sacarán a Franco del Valle de los Caídos y correrá la misma suerte José Antonio, autor del mejor ideario político, según decía siempre mi padre. A Franco lo sacarán con nocturnidad, de madrugada, a la hora de los vampiros. Eso es lo que son. No tengo nada seguro que puedan llevar a cabo la hazaña, vistos los flecos de irregularidad que presenta el caso. Del Constitucional poco se puede esperar, pero hay otras vías posibles. Para los profanadores, Franco ni siquiera merece una misa en condiciones, pues ha dictaminado la inefable Calvo que tendrá que ser íntima y discreta, un remedo de las reuniones en las catacumbas.

Lo que vendrá después de dejar la tumba de Franco vacía, podemos imaginarlo. No se habla de ello, pero lo que realmente les molesta, mucho más que Franco, es la Cruz, la impresionante Cruz que preside y corona el Valle, la Cruz símbolo de nuestra civilización, de nuestra cultura, la Cruz que acabó con la barbarie, incluido el infanticidio y el canibalismo practicados en todos los pueblos europeos precristianos, incluso en el gran Imperio Romano.

A esta gente le molesta la Cruz y no pierden oportunidad de disparar contra ella o demolerla. Un senador de Valencia ha propuesto dinamitar la del Valle. No sorprende, es el modus operandi del pasado. Lo lamentable es que si la derecha vuelve al poder, todo se ejecutará de acuerdo a lo previsto por la izquierda. Así ocurre siempre, y a la vista está. Además, a la derecha tampoco le gusta la Cruz; solo hacen el paripé cuando en campaña electoral visitan a las monjitas para pedirles el voto. Soy testigo de ello.

Llama la atención la actitud de la Iglesia respecto a la exhumación. La Iglesia española le debe mucho a Franco, y las deudas morales no prescriben. Si él no hubiera ganado la guerra, no habría quedado un solo religioso vivo, como en Cataluña, donde el genocida Companys se jactaba del exterminio de curas y obispos. Si Franco no hubiera ganado la guerra, España habría caído bajo una dictadura comunista feroz, y borrada toda huella católica. Como es de bien nacidos ser agradecidos, aunque solo fuera por eso, el Caudillo bien merecía una defensa por parte los descendientes de los que fueron salvados del oprobio y el paredón. La Iglesia no es muy dada a hablar de sus cerca de ocho mil religiosos –entre seminaristas, sacerdotes, obispos, novicias y monjas— ni alude a ellos como mártires de la persecución religiosa. Si hablamos de la de Diocleciano ¿por qué no hablar de la del Frente Popular? Es de buenos cristianos perdonar, pero no debemos olvidar, máxime cuando en virtud de la innecesaria, inoportuna e injusta Ley de memoria histórica, impulsada por la izquierda y apoyada por la derecha, se pretende reescribir los hechos a la medida y gusto de los vencidos. Si la izquierda consigue perpetuarse en el poder –esos son sus planes, y están dispuestos a todo— no hay que descartar una nueva persecución religiosa. De hecho, la está habiendo, aunque solapada, y a veces no tanto. No nos asesinan, pero nos obligan a esconder el rosario y se prohíben actos y tradiciones católicas mientras se impulsa el Ramadán. Y la jerarquía calla, salvo algunos obispos y arzobispos valientes, como Sanz Montes y Reig Pla. Los atrevidos que ahora sacan pecho para entrar en la basílica a profanar la tumba de Franco sirven a la misma ideología sectaria que aquellos salvajes de los años treinta. Ha habido caídos en los dos bandos, sí, como en toda guerra, pero la izquierda cuenta, a mayores, con los asesinatos a religiosos, solo por el hecho de serlo.

Cabe la esperanza de que el prior benedictino se rebele. Aunque, visto que estos no respetan ni a vivos ni a muertos, son capaces de entrar con los tanques. Estos socialistas sectarios deberían aprender un poco de la mafia. Los capos matan a sangre fría, pero con las cosas sagradas no les gusta jugar. Por si acaso.

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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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