Yo sí los cambiaría basándome en que, por poca inteligencia que tuviera la máquina, esta sería muy superior a la que tienen los políticos que nos gobiernan. La máquina, además estaría libre de la soberbia, la prepotencia, el egoísmo, el ansia bárbara de poder y la hipocresía de estos políticos iluminados que, para desgracia de nosotros que estúpidamente les votamos, juegan a gobernarnos. La muestra última de todo ello ha sido la vuelta a elecciones en noviembre de una España varada en los arrecifes de la soberbia y egolatría de Pedro Sánchez.
Anthony Levandowski, ingeniero de Google ha hecho una apuesta por el gobierno a cargo de la inteligencia artificial; más aún, ha creado una iglesia basada en esa idea. Yo, y desde ahora mismo, voto sí a ser gobernando por esa inteligencia. Es imposible que una máquina con inteligencia gobierne peor que lo están haciendo los políticos que gobiernan este pobre planeta que se desangra año tras año sin remedio. Estoy seguro de que la inteligencia de esa máquina supera exponencialmente a políticos de todos los países y de todos los partidos. Y añadiría que también los supera en sensibilidad hacia los problemas que aquejan a nuestro mundo. Cada día leemos, vemos y oímos a estos gobernantes y, a través de sus palabras, gestos y hechos comprobamos que su sensibilidad no les ha llegado más arriba de la entrepierna quedando el corazón y el cerebro aislados; no solo a la sensibilidad, sino también a la inteligencia lo que les impide ver más allá de sus narices, que es el horizonte hasta donde pueden llegar, salvo que miren hacia abajo, y se extasíen contemplando su orondo ombligo. Y no olvidemos el enorme ahorro que para los Estados significaría la eliminación del tremendo gasto inútil que generan los políticos y sus privilegios sin que aporten nada a la sociedad.
Si el 10N pudiera presentarse la Inteligencia Artificial como candidata a presidenta del gobierno, yo la votaría sin la más mínima duda. Estoy seguro de que llevaría el timón de España con mano más firme e inteligente que todos y cada uno de los candidatos que luchan por el poder, por llegar a la Moncloa.
