Resulta del todo punto inconcebible que la ceremonia de entrega de los premios de la Fundación Princesa de Gerona no se haya celebrado en Gerona, sino en Barcelona, por la presión independentista y el sectarismo recalcitrante de un Consistorio en manos del separatismo golpista.
Es como si los premios Princesa de Asturias tuvieran que celebrarse fuera del Principado o, ya fuera de nuestras fronteras, que los Oscar no se celebraran en Hollywood. Delirante.
Si el Estado no es capaz de encontrar un espacio en Gerona donde celebrar con la solemnidad que merece un acto como ese, habrá que convenir que la normalidad institucional, de la que tanto habla y presume el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, es una entelequia o un sarcasmo.
La prueba de que la normalidad institucional brilla por su ausencia es que Doña Leonor ha tenido que pronunciar su primer discurso como Princesa de Gerona fuera de la ciudad cuyo título ostenta en su condición de heredera de la Corona. Un dislate que es consecuencia de una errónea estrategia de apaciguamiento para no soliviantar los ánimos del independentismo, una claudicación que provoca sonrojo.
La fortaleza del Estado no puede doblegarse ante el chantaje y la extorsión permanente de los golpistas catalanes. España es una democracia y las democracias no se pliegan jamás ante la actitud totalitaria de los golpistas.
Lo vivido ayer en Barcelona –que no en Gerona– fue sencillamente bochornoso: los invitados fueron increpados y acosados a su entrada al acto, sometidos a un paseíllo infame por parte de centenares de independentistas que quemaron fotos del Rey en una actitud desafiante que refleja el talante antidemocrático de quienes presumen de tolerancia –gente de paz, se dicen– y solo destilan odio.
Una vez más los violentos en Barcelona atacan a la Corona y a los invitados a la entrega de los Premios Princesa de Girona, entre otros @josebouvila. Es necesario un nuevo Gobierno que ponga orden y recupere la concordia. pic.twitter.com/VY8DgrQjWL
— Pablo Casado Blanco (@pablocasado_) November 4, 2019
No puede hablarse de normalidad institucional cuando un Ayuntamiento como el de Gerona veta al jefe del Estado y le impone su traslado a otra ciudad.
¿Es que el Gobierno no es capaz garantizar la presencia del Rey de España en cualquier lugar de España? Por lo visto, no. De vergüenza.