Laureano Benitez Grande-Caballero: «Españoles, alertas y vigilantes ante el 10-N (1): cómo se puede hacer el pucherazo»

Laureano Benitez Grande-Caballero: "Españoles, alertas y vigilantes ante el 10-N (1): cómo se puede hacer el pucherazo"

1.- Se nombran personas de la máxima confianza para los altos cargos de las instituciones encargadas de llevar a cabo el proceso electoral.

2.- Durante meses, se hacen encuestas desde el CIS donde se exponen sin tapujos los resultados que van a dar las elecciones, dando las pautas para los algoritmos informáticos, y lobotomizando al pueblo para que, después del bombardeo de datos, acepte sin rechistar las cifras escandalosas a favor del PSOE.

3.- A la vista de los resultados de unas cuantas elecciones anteriores, se confecciona un mapa electoral de las tendencias de voto en las circunscripciones provinciales, estudiando detenidamente cuántos votos son necesarios en cada provincia para arramblar con el último escaño, el cual puede depender de un escaso número de papeletas, según la ley D’Hont.

4.- Como resultado del diseño anterior, se calcula el número total de papeletas que hay que amañar para arañar ese último escaño en cada provincia, que, si se multiplica por las 52 circunscripciones, es de una importancia decisiva para la composición del Congreso.

5.- Como el voto presencial es muy complicado de amañar, los esfuerzos fraudulentos van orientados al voto por correo, el cual tiene ahora en España la particularidad de que no es custodiado en las oficinas de Correos por la Guardia Civil, como sucedía hasta 2016, sino que son «debidamente custodiados», sin que sepamos por quién. Abrir sobres y cambiar las papeletas es algo que, a la vista de esta escasa y misteriosa custodia, no debería ser muy problemático, al igual que tampoco debería ser complicado añadir sacas de votos falsos.

6.- Otra notable peculiaridad del voto por correo es que el 5 de marzo de 2019, la Dirección General de Correos publicaba el ANEXO de Instrucciones sobre la colaboración de Correos en las elecciones a las Cortes Generales y Valencianas, en cuya Disposición Segunda, 1 b, se especifica claramente que se exime de la exigencia de que la solicitud de voto por correo sea presencial, como se afirmaba anteriormente en este mismo apartado, unos párrafos más arriba:

«Ello no obstante, se ha autorizado la utilización de modelos de solicitud de voto por correo obtenidos electrónicamente mediante descarga e impresión, los cuales consecuentemente no son autocopiativos. Estos impresos de solicitud son perfectamente válidos, si bien en estos casos, y con carácter previo a su admisión, se habrá de cotejar que los datos recogidos en el ejemplar para la Delegación Provincial de la Oficina del Censo Electoral son idénticos a los que figuran en la copia para el interesado.

Igualmente el elector puede aportar una solicitud de voto por correo previamente cumplimentada de manera telemática, a través de un enlace que a esos efectos ha habilitado el Instituto Nacional de Estadística, junto con su copia. En estos casos, el empleado de Correos deberá efectuar las mismas comprobaciones descritas para los modelos anteriores (identidad del elector y coincidencia de la firma), y estampar el sello de fechas tanto en la cabecera del documento principal como en la copia, así como llevar cabo el resto de formalidades. La grabación de la solicitud en IRIS se realizará capturando mediante el lector óptico la información contenida en la nube de puntos incluida en la solicitud, y aceptando la admisión».

Esta disposición significa, nada más y nada menos, que no es necesario presentarse personalmente en las oficinas de Correos para inscribirse a la hora de solicitar el voto por correo, lo cual favorece los votos fraudulentos, lógicamente, porque alguien con una identidad falsa ―ficticia o suplantada― puede acceder a este sistema de votación telemática, donde es más difícil comprobar la identidad del votante.

Pero esta exención de presencia física a la hora de tramitar la solicitud de voto por también se extiende a la certificación del sobre de votación: «[…] Según doctrina reiterada de la Junta Electoral Central, no se exige que el elector acuda personalmente a la oficina de Correos para certificar el sobre de votación, por lo que no es necesario requerir su identificación a esos efectos». Genial.

7.- Pero, claro, no se pueden añadir cientos de miles de votos nuevos sin levantar sospechas, por lo cual es perentorio eliminar votantes, para que esta reducción de electores pueda camuflar el aumento de los votantes prefabricados según los intereses de quien convoca las elecciones.

8.- Como los partidos han tenido acceso a los datos de los votantes en Facebook y Twitter ―hasta que esta práctica fue prohibida judicialmente―, saben de sobra la tendencia de voto de una parte importante de la ciudadanía, por lo cual se pueden borrar del censo aquellas personas que votan a partidos que no interesan al Gobierno en el poder, y más cuando es perfectamente posible que cualquier ciudadano acceda en la red a la tendencia de voto incluso de su barrio.

9.- Estas personas purgadas del censo, o bien son eliminadas sin más, o bien se las puede hace votar en ausencia en otras mesas electorales, mediante el voto por correo, suplantando su identidad. Naturalmente, eso supone que se las ha incluido subrepticiamente en el censo de esa mesa, truco difícil de detectar.

10.- Pero, sin duda, la mayor purga de votantes es la que tiene como víctimas a los votantes españoles residentes en el extranjero (colectivo CERA), pues se da la circunstancia de que su voto es rogado, lo cual significa que tiene que someterse a una gran exigencia burocrática en los consulados, de tal engorrosidad, que hace muy difícil que se pueda tramitar con éxito, siendo muy habituales las quejas de los votantes del CERA sobre la multitud de trabas que les impiden ejercer su derecho al voto.

En la tabla que adjuntamos se observa que, a pesar del notable aumento de españoles residentes en el extranjero (de 1.113.754 millones en el año 2000, hasta los 2.099.463 en el 2019 ―¡un 88% más!―, el número de votos del colectivo CERA ¡ha disminuido en un 61%!. Abracadabrante que en el año 2000 votasen 304.685 españoles residentes en el extranjero y en el 2019 solamente votaran 118.367, a pesar de que el CERA contaba con casi ¡un millón más de electores!… ¿Cómo se explica este increíble fenómeno? Pues se lo pueden imaginar: se dificulta el voto del CERA para que a los votantes que no han podido ejercer su derecho al voto se les haga votar fraudulentamente por correo, y más cuando el coto del CERA se tramita por correo normal, y no por valija diplomática, como sucedía hasta hace poco.

11.- En la tabla también se observa un hecho sumamente clarificador: mientras que el número de votantes desde el año 2000 solo se ha incrementado en un 5%, el voto por correo desde el 2000 hasta el 2019 ¡se ha incrementado en un 180%! Dicho de otro modo: si el número de votantes ha aumentado desde 2000 hasta 2019 en 1.740.000 nuevos electores, resulta que el voto por correo ha pasado de 482.188 en 2000 hasta los 1.351.659, es decir en 900.000 nuevos votantes. En resumen, ¡la mitad de los nuevos votantes desde 2000 hasta 2019 han votado por correo!

12.- Como este número de votantes misteriosos por correo no es suficiente, se infla el censo de manera portentosa, para así disponer de un caladero de votos por correo más amplio. En este sentido, se da el hecho pasmoso de que desde enero de 2019, el censo electoral español ha crecido en casi 200.000 personas, a pesar de nuestra natalidad negativa. ¿Habrán nacionalizado extranjeros a mansalva, sabiendo que votan a la izquierda? ¿Se tratará acaso de que han metido en el censo a ilegales? Solo en Madrid hay… ¡45.000 votantes más!

13.- El día de las elecciones, cuando se cierra la mesa electoral, el presidente de la mesa abre las sacas del voto por correo e introduce los sobres en la urna, con lo cual éstos quedarán arriba, en la superficie, por encima de los votos presenciales. Si al proceder a la lectura se observa que la mayoría de esos votos por correo que, al quedar arriba, son los primeros en computarse, pertenecen a un mismo partido, ahí estará la prueba del fraude.

14.- Este contratiempo tiene una fácil solución: se introducen en la urna los votos por correo, y se barajan todos, para que se mezclen bien, de manera que ya no se podrán distinguir.

14.- Para evitar que quede al descubierto la trampa, el único medio sería leer los sobres de voto por correo aparte de los presenciales, pues de esta manera la trampa quedaría al descubierto. Esto es lo que se hacía, hasta que en el 2016 Rajoy cambió el procedimiento, de manera que se juntan en la misma urna, y así no hay modo de saber qué sobre es presencial, y cuál proviene del voto por correo.

15.- Se prohíben las encuestas a pie de urna, que son las más fiables, para que sus resultados no arrojen sospechas sobre los resultados que ya se han cocinado de antemano.

16.- Se le da el recuento informático a una empresa, para que proporcione los resultados provisionales de las elecciones.

15.- Y, para rematar el tinglado, cuando ya todo está atado y bien atado, se mete en el sistema informático el algoritmo que se ha preanunciado en los resultados de las encuestas, para que todo cuadre según los deseos del partido gobernante, y adjudique los escaños según secuencias programadas, que hace que los escaños de los diferentes partidos tengan notables y milagrosas coincidencias matemáticas.

16.- Los resultados provisionales suministrados por el recuento informático se aceptan como definitivos, sin que se proceda al recuento manual de las actas electorales, una por una, en las Juntas Electorales Provinciales, el único medio para demostrar si hubo o no pucherazo en el recuento informático.

17.- ¿Qué se puede hacer para evitar el fraude el 10-N? Lo explicaremos en el siguiente capítulo.

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