Gaspar Albertos: «Pinceladas sobre el debate»

Gaspar Albertos: "Pinceladas sobre el debate"

La primera, que más que pinceladas sobre el mismo debate, éste ha supuesto en sí mismo un tupido velo sobre el lienzo en el que se está intentando dibujar esta campaña electoral y no ha dejado vislumbrar nada clarificador.

Pero en todo caso, podemos relacionar una serie de detalles que van desde la fecha y hora en que se ha celebrado, el lugar y sus moderadores hasta cualesquiera de los gestos, frases o indumentaria de sus intervinientes.

-Se establece como fecha el día 4 de noviembre, justo un día antes de que se publiquen los datos de paro del mes de octubre que presumiblemente van a ser fatales. Efectivamente así ha sido y cabe resaltar aquí la versión del ministro Ábalos que dice que “la cola de paro crece porque hay más expectativas de encontrar trabajo”. Increíble.

-La hora de comienzo y duración del debate no fueron las más adecuadas. Si se descuidan, salen los datos de paro aún en pleno debate. Incomprensible.

-El lugar, el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo, ideal, eso sí, para esos paseos de entrada y salida de los intervinientes acompañados de los anfitriones escaleras arriba, escaleras abajo, pasillo por aquí, pasillo por allá no más que para dar lustre a un descafeinado debate. De resaltar aquí el tic de María Casado, presidenta de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión, que portadora de un vestido negro ajustado y por encima de las rodillas, continuamente se estiraba el vestido hacia abajo para evitar que el revoltoso tejido dejara más piernas a la vista de lo aconsejable. Inadecuado (el pabellón digo).

-De los moderadores, poco que reseñar. Vicente Vallés en su impecable línea. No así, Ana Blanco que fue pillada varias veces moviendo el morrito a modo de desagrado cuando hablaba Abascal. Impresentable.

En cuanto a la participación de los líderes políticos, por más de lo mismo en cuanto a contenido, sólo cabe destacar lo original o chocante de algunos gestos o frases de los mismos.

-Pablo Casado fue pillado en gestos de desagrado demasiado estridentes y tenía que haber provocado silencios sepulcrales, y no embarullarse, a la espera de las contestaciones que no recibía de Sánchez.

-Pedro Sánchez cuando escucha del adversario algo que le pica y acorrala, no puede evitar el mirar hacia abajo con los ojos entornados a modo del Pato Nico de Mari Carmen y sus muñecos como queriendo decir: “anda yaaaaa”. Gran desliz el declarar como declaró que traerá a Puigdemont a España detenido.

-Santiago Abascal (dicen que el ganador del debate) creo que no tuvo ningún desliz… pero apareció sin corbata y con la camisa desabrochada dejaba a la vista su enorme y potente cuello dotado de sus poderosos músculos supra e infra hioideos, pero también los laterales supraponeuróticos. No sé si por aquí le podrán encontrar sus adversarios algún punto flaco. En todo caso, también se podía observar el más conocido esternocleidomastoideo.

-De Pablo Iglesias no sabemos si la corbata no se le había acabado de colocar o estaba pretendiendo quitársela, pero en todo caso su mayor desliz no anduvo por la corbata sino por la bragueta por aquello de las “mamadas” (perdón, manadas).

-Albert Rivera es el que menos deslices o gestos originales tuvo porque precisamente es el que más nos tiene acostumbrados a los mismos. Esta vez fue el trozo de losa de pavimento (que no adoquín) el protagonista junto a otras cosas que sacó de la chistera (hoy ya saco).

¿Qué resolvió este debate? Nada.

¿Qué movimiento del voto entre bloques ha provocado? Ninguno.
Lo único cierto es que mientras un bloque no saque a otro treinta o más diputados para enjugar ese número de representantes que seguirán ostentando los independentistas/nacionalistas, no se podrá formar un gobierno estable, o al menos, no chantajeado.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído