Efrén Díaz Casal: «Requerimiento de una conducta eclesial digna»

Efrén Díaz Casal: "Requerimiento de una conducta eclesial digna"

Dirigentes de la Iglesia Española:

Como continuación de mis numerosos escritos dirigidos a sus máximos representantes, y a mi “Carta abierta al episcopado español” publicada en la prensa digital y dirigida a todos Vds exhortándoles a tramitar los actos religiosos en la vía pública de acuerdo con lo establecido en la normativa vigente, el proceder de una minoría a la que reiteradamente me he dirigido desde el mes de julio de 2017, me obliga a ofrecerles las siguientes reflexiones.

A fin de liberar a la Iglesia Española de vetos municipales de actos religiosos en la vía pública como ya ha ocurrido en mi propia parroquia castrense y otras, desde la precitada fecha he remitido a sus principales dirigentes la documentación demostrativa del procedimiento legal para la tramitación administrativa de dichos actos, solicitándoles las correspondientes actuaciones según las prescripciones legales establecidas al efecto.

Con mi labor he pretendido defender el ordenamiento jurídico de nuestro Estado de derecho que determina las normas de una pacífica convivencia evitando la libre vulneración de las leyes y la consiguiente conversión de nuestro entorno en una selva inhabitable, así como mi dignidad personal que invoca la sentencia de Confucio “sin sentimiento de respeto, no hay forma de distinguir los hombres de las bestias”.

Mis reiterados mensajes a algunos de Vds con los precitados fines, han sido agradecidos con tan despectivo silencio como escasas y vagas respuestas, estériles circunloquios y hasta embustes sin haber llegado a ninguna conclusión mínimamente válida, según las evidentes intenciones de sus protagonistas que se niegan rotundamente a tratar el asunto conmigo en entrevista personal, muestras inequívocas de su demencial carencia de razones y discordantes con la sentencia de Quevedo “el agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien”.

Los dislates que anteceden, a los que suman su anuencia para no dejar descansar a los muertos, son incompatibles con cristianas y sensatas adhesiones, subordinan la defensa de la religión y el respeto a la ley a unas ilegales competencias municipales a cambio de singulares exenciones tributarias, aumentan los enemigos de la Iglesia Española de la década de los 30 del pasado siglo, y provocan la defección de sus necesarios defensores en los tiempos que se avecinan.

No es exagerado afirmar que la conducta en cuestión no predica con el ejemplo, por lo que elementales imperativos de decoro y consciencia de los propios errores deberían haber impedido a la máxima autoridad de la Iglesia Española confesar su confusión, perplejidad y sobresalto por las recientes opiniones de quienes ejercen responsabilidades políticas, en su discurso inaugural de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española el pasado 18 de noviembre.

Consiguientemente, los hechos descritos atentan contra los principios que tengo jurado defender “hasta la última gota de mi sangre”, induciéndome a cumplir mi juramento a toda costa y rememorar la máxima del papa Pablo VI «a través de alguna grieta entra el humo de  Satanás en el templo de Dios».

Ruego respuesta de todos cuantos de Vds estén dispuestos a defender la fe y la Iglesia, acaten la ley, respeten la paz y el orden y ejerzan el civismo.

Desde la fe en Cristo que les invito a profesar,

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