Manuel del Rosal: «La baja natalidad y el día en que la mujer vistió por primera vez pantalones»

Manuel del Rosal: "La baja natalidad y el día en que la mujer vistió por primera vez pantalones"

Parece ser que fue en 1850 cuando la mujer empezó a usar el pantalón como una prenda normal en su vestuario. Las defensoras de los derechos de la mujer llamaron al pantalón vestido por la mujer “la vestimenta de la libertad”. En ese momento alguien, cuyo nombre no recuerdo, dijo que con la llegada del pantalón al vestuario de la mujer “Se había producido la más grande revolución de la historia contemporánea” Y que sus consecuencias se irían viendo a lo largo de los años venideros.

La persona que aventuró aquello era un genio. Para confirmarlo basta un recorrido por los distintos momentos en la vida de nuestras mujeres a lo largo del siglo XIX, XX y lo que llevamos del XXI. La mujer ha pasado de ocupar el mismo estatus social que el hombre, puede realizar las mismas funciones que el hombre, en algunas de las cuales demuestra mejor disposición. Las universidades están copadas por mujeres; pero también lo están las cafeterías y bares. En definitiva, el futuro es de la mujer. A esto han contribuido las campañas de concienciación a la mujer sobre sus derechos y la nueva imagen que ante la sociedad debe presentar la mujer, imagen dibujada por los medios de comunicación y gobiernos encargados de presentar el tipo de mujer y de hacer ver a estas que ese tipo es el que deben perseguir. Desde hace ya muchos años, la mujer – madre está demodé, arcaica. El dibujo de la mujer moderna la presenta como independiente, libre, dueña de sí misma y de su cuerpo, que sabe tomar decisiones etc. Para nada, como verán, aparece la maternidad; en todo caso para apuntar que es un engorro en el desarrollo de esa vida de libertad e independencia de esta nueva mujer. Y ahora, cuando los parques están vacíos de niños, cuando los hogares son habitáculos aburridos carentes de esa alegría contagiosa que nos dan, nos han dado siempre los niños, cuando abocamos a un país de viejos; los mismos y mismas que apostaron y apuestan por una mujer ausente en su función maternal, se alarman y piden que la mujer tenga hijos. Y la mujer, tras saborear las mieles de una vida de libertad, dueña de sí misma; una vida de independencia, no sometida a la entrega y renuncias que supone el ser madre, dice que verdes las han segado y que no quieren tener hijos por que no les da la real gana de tenerlos. Y si alguien cree que la mujer no quiere ser madre porque no tiene tiempo y carece de conciliación en su vida de trabajadora y madre a la vez, es que ni conoce ni quiere conocer a esta nueva mujer.

Casi todos los historiadores están de acuerdo en que una de las causas de la caída del Imperio romano, fue la escasa natalidad de las mujeres romanas, muchas de las cuales llegaron a ser estériles porque habían pasado de “mater familia” a participar con verdadera furia de las costumbres de los hombres y de las “lupercales”. Dejaron de ser madres para pasar a ser cortesanas. Las mujeres europeas en general y las españolas en particular están en la misma tesis que aquellas mujeres romanas que dejaron a Roma despoblada de romanos, cuyos puestos fueron ocupados por los bárbaros que entraban en Roma desde todas las provincias del Imperio. Se repite la historia.

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