“Si algo ha quedado claro en la investidura de Sánchez, es que a la mitad de los españoles España les importa un comino y que, de las cuatro partes de esa mitad, tres le corresponden al Partido Socialista Obrero. Lo de español sobra”
Meritxell Batet, escondiéndose tras la manoseada libertad de expresión permitió a Mertxe Aizpurua, portavoz de Bildu, relamerse de gusto mientras se burlaba y humillaba a las víctimas de ETA, a sus familiares, a España y a la monarquía. Mientras, Sánchez, con la cabeza bajada, rumiaba ya su investidura al tiempo que las palabras felón y traidor se asomaban a su cerebro.
Abascal ha dicho: “La compañía aseguradora de la investidura se llama ETA” Yo, valiéndome de la libertad de expresión añado lo siguiente: “La presidencia de Sánchez se ha levantado sobre los cadáveres de los niños, mujeres y hombres asesinados vilmente por ETA” Las palabras humillantes de la portavoz de Bildu no podrían haber sido si no hubiera tenido un colaborador necesario, y este colaborador ha sido Sánchez.
Podrá gobernar los años que sean, podrá lucir su palmito en los eventos internacionales cuantas veces quiera, pero Pedro Sánchez siempre será visto y pasará a la historia como el presidente de un país democrático que alcanzó la presidencia aupándose sobre los huesos de los inocentes que asesinó ETA. Todos, al verlo venir, dirán: “Aquí viene el presidente de España que logró serlo burlándose y humillando a las víctimas de ETA y a sus familiares, muchos de ellos compañeros de partido. No cabe más felonía, más traición, más vileza, más cobardía. La ignominia le cubrirá el resto de su vida.