LO QUE SE NECESITA EN ESTOS MOMENTO ES SENTIDO COMÚN, CALMA Y TRANQUILIDAD

Apoyo emocional contra el coronavirus

Apoyo emocional contra el coronavirus

Empiezo con una pincelada de realidad. Las cadenas de televisión no cesan su bombardeo de noticias sobre el coronavirus, cuanto más exageradas y morbosas, mejor, siguiendo la misma dinámica de siempre ante las catástrofes, cuyo fin es atrapar al espectador pasivo a través de sus emociones. Escribo esto, más como psicóloga, que como periodista. Estos días trabajo a distancia a través del teléfono y el skype, acompañando a personas que, ante este panorama de “parada del mundo”, sienten miedo, angustia e incertidumbre, justo las emociones que nos hacen segregar las hormonas del estrés, como el cortisol, lo cual produce el “efecto nocebo” –contrario  al efecto placebo— debilitando nuestro sistema inmunitario, que en estos momentos necesitamos tener a tope.

Las redes sociales también contribuyen al estado de pánico y psicosis colectiva que nos afecta. Dejando a un lado los bulos de los ociosos malintencionados, estamos saturados de audios de sanitarios advirtiendo de los contagios, las muertes, la falta de profesionales, de dotaciones y de material, sedaciones de personas por no tener respiradores, y algún que otro problema de conciencia a la hora elegir quién vive y quién no, porque no hay lugar para todos en las ucis. Incluso hoy nos han mostrado las imágenes morbosas de camiones repletos de ataúdes. No hacían falta imágenes tan explícitas. Esto, además, produce el efecto bola de nieve: todos hablando de lo mismo y dándonos cuerda unos a otros y a ver quién recibe o envía el vídeo o el audio más patético.

Lo que se necesita en estos momentos, aparte de mucho sentido común, es un poco de calma y tranquilidad, y esto solo se consigue con apoyo emocional y espiritual. Porque, muy bien, nos han dado un centenar de normas de protección, cómo lavarnos las manos, cómo estornudar y muchas más, pero todas dirigidas a proteger nuestro cuerpo del contagio. Pero nada se ha dicho de cómo proteger a la sociedad, del miedo, de la incertidumbre, de la angustia, en definitiva, de nuestros pensamientos y emociones, que son los que nos debilitan y enferman. Por eso, mis palabras de hoy –contrariamente a la acidez con la que trufo mis escritos críticos con el sistema—, pretenden ser un bálsamo, una pequeña ayuda para quien necesite un antídoto contra el veneno y el morbo televisivos de ablandamiento de conciencias.

Somos lo que comemos. Por eso, una recomendación importante es llevar una alimentación sana, con frutas y verduras, a ser posible, de cultivo biológico, evitar azúcares, carnes rojas, productos refinados, lácteos si es posible y tomar algún suplemento de buena calidad de vitaminas y minerales, sobre todo vitamina D (si no tomamos sol), vitamina C (dos o 3 gramos diarios), zinc y Omega 3. Si dejamos a un lado los refrescos y tomamos agua –a ser posible solarizada—y agua kefirada como probiótico, así como agua de mar, nuestro cuerpo físico lo agradecerá y se mantendrá sano.

Pero también somos lo que pensamos, incluidos todos los estímulos que entran en nuestro sistema límbico, muchos sin que ni siquiera lleguemos a ser conscientes, pero que ahí quedan sin procesar haciéndonos daño.

Como todos conocemos más o menos la situación actual de coronavirus, una buena opción es apagar la televisión y no servir de conejillos de Indias, como rebaño tonto que escucha pasivamente lo que dicen a través de las ondas. Oír las noticias una vez al día es más que suficiente. También sería positivo dejar de compartir cada mala noticia que llega a nuestro teléfono. Otra cosa importante es mantener conversaciones sobre otros temas cuando hablemos con familiares y amigos. Eso nos hará salirnos del bucle y reforzarnos para salir airosos de la crisis, tanto si desarrollamos la enfermedad como si no.

Meditar y/o rezar, cada uno a quien considere: a Dios, a la Fuente, al Universo, a la Gran Energía universal, a la Mente creadora, al Campo cuántico o como más le resuene a cada uno, es un gran alimento para el espíritu, de consecuencias muy beneficiosas. Esto no es mística, aunque también, sino la pura física y química de los neurotransmisores. Cuando el cuerpo entra en un estado de relajación y calma, aparece la paz, que es un estado de bienestar muy superior al de la felicidad, algo efímero e ilusorio, que casi siempre se busca en el exterior. La auténtica paz viene de dentro y no depende de cuestiones externas. Estar en un estado de paz hace que nuestro organismo segregue la beneficiosa serotonina, que nos mantiene sanos o nos devuelve la salud si la hemos perdido. El miedo es más letal que el coronavirus. He explicado esto, de manera sencilla, por si a alguien le sirve. Bendiciones para todos los que formamos parte de esta unidad maravillosa llamada Creación.

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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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