Serían de chiste, sino estuvieran muriendo a miles los españoles víctimas del coronavirus y de la ineficacia, irresponsabilidad e idiotez de un Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos, que no sabe nada, apenas se entera, vive en el sectarismo y va de una pifia a otra.
Un Gobierno que ha sido timado con una partida de test rápidos defectuosos. Un fraude que empresas privadas cazaron y esquivaron pero el el Ejecutivo socialcomunista se tragó como un pardillo.
Y, además, lo que subraya la estulticia del presidente socialista y sus ministros, el error fue obstinado: la Cámara para la Cooperación Hispano China ofreció cuatro vendedores registrados por el Gobierno de Pekín y avalados por ese organismo que eran capaces de realizar envíos de tests a España.
Pero Sánchez, que ya había rechazado a empresas españolas por considerarlas próximas a la derecha, optó por el timo asegurando en público que estaban “homologados”.
No da una y este 28 de marzo de 2020, cuando ya había oficialmente en España 73.235 contagiados y 5.982 personas muertas por la ‘peste china‘, ha vuelto a pifiarla, en su patético esfuerzo por seguir durmiendo en La Moncloa.
La enésima comparecencia televisiva de Sánchez, este sábado, sembró más confusión e incertidumbre que expectativas y confianza.
Creo que el PNV dice la verdad. Esta ocurrencia la ha decidido Sánchez-Redondo tras el último tráking (sondeo) de esta mañana. Va a ser tremendo protegerse a la vez del covid19 y de las ocurrencias desesperadas del gobierno. https://t.co/FpCjbsLl1G
— Carlos Mtz Gorriarán (@cmgorriaran) March 28, 2020
El presidente socialista anunció que este domingo se reunirá el Consejo de Ministros para adoptar nuevas medidas que prohíban actividades calificadas como no esenciales.
Sin embargo, a preguntas -filtradas- de los medios de comunicación, Dr Fake no fue capaz de indicar cuáles eran tales actividades.
No sólo no aclaró este dato, sino que se remitió a las actividades permitidas por el decreto de alarma, lo que automáticamente genera dos preguntas.
La primera: por qué no se ha ejecutado el decreto de alarma desde el primer día, tal y como ahora lo anuncia el presidente del Gobierno.
La segunda: por qué tiene que reunirse hoy de nuevo el Consejo de Ministros cuando ya se reunió el viernes por la mañana y bastarían órdenes de los ministerios delegados para la ejecución del estado de alarma.
Sánchez banalizó aún más su anuncio cuando quiso aclarar que el objetivo del Gobierno es conseguir que entre el 30 de marzo y el 9 de abril España se paralice «como un fin de semana».
Por eso puso el ejemplo, significativo, de la construcción, inequívocamente abocada al cierre desde este lunes.
En definitiva, lo que el Consejo de Ministros va a acordar es un período de vacaciones pagadas, que se solapen con la Semana Santa, bajo la fórmula de permisos retribuidos recuperables.
Uno piensa en los tres millones de autónomos, esos que no pueden permitirse el lujo de caer nunca enfermos y jamás paran, y sufre mareos.
Poco habrá que recuperar si el Gobierno mantiene el calendario de pagos de impuestos inalterado, como si las empresas y los profesionales pudieran afrontarlo con normalidad.
Al anuncio del inane Sánchez le faltó esta decisión, que además sería coherente con la pretensión de paralizar el país casi totalmente.
“Un obrero tendrá un permiso retribuido durante dos semanas”.
Claro, sobre todo los autónomos que están a pie de obra.
No saben lo que es trabajo real. Es que no tienen NPI. ?— € Juanma López Zafra WEAR A MASK!! (@jmlopezzafra) March 28, 2020
No se entiende la urgencia de una medida que, según Sánchez, en el decreto de alarma ya estaba habilitada, salvo que el Gobierno maneje datos que no avalan el moderado y sempiterno mensaje de Fernando Simón de que ya estamos en el pico de la crisis del Covid-19.
La imagen de precipitación y de improvisación que transmite la banda aupada al poder con apoyo de los proetarras de Bildu y los golpistas catalanes contribuye muy poco a generar confianza en sus medidas, porque parece que va a ciegas.
España es un Estado de Derecho y una democracia parlamentaria, y el planteamiento restrictivo de los Pablo Iglesias, Garzón y colegas chavistas sobre las libertades de movimiento de los ciudadanos comienza a superar el ámbito constitucional del estado de alarma.
No se trata de cuestionar su necesidad, sino de adecuar la respuesta a los instrumentos constitucionales que la permiten ejecutar, pero también controlar democráticamente.
El segundo mensaje de Sánchez fue una chulesca advertencia a Europa. Su discurso se movió en el filo de la amenaza y el victimismo, a punto de convertir a Holanda y Alemania en el chivo expiatorio de las consecuencias económicas de la pandemia en España.
Es cierto que la respuesta del Gobierno holandés fue insolidaria y falta de empatía, pero el Ejecutivo de coalición entre socialista y podemitas -que tiene más ministros que ninguno en la UE, ha multiplicado con tres el derroche propio y el número de asesores y nunca se ha planteado recorte alguno mientras estruja a autónomos y contribuyentes- deberá aceptar que Europa apoya políticas fiables, gobiernos eficaces y presupuestos verosímiles de ingresos y gastos.
La Europa que tiene que ayudar es el reverso de la Europa que tiene que disciplinarse.
Y España, para salir de la crisis económica en la que ya estamos, deberá revisar los fundamentos de su gasto público, para hacerlo más eficiente y mejor gestionado.
Sí, la Unión Europea debe ser un proyecto solidario, tal y como inspiró su fundación, pero su sentido paternalista, tan propio de la postguerra, se está viendo superado por la diversidad de formas de enfrentar las crisis y de entender el Estado de bienestar.
El populismo económico de izquierda se ha hecho presente en las últimas medidas del Gobierno, y no son más que pan para hoy y hambre para mañana. Realmente, estamos asistiendo a un ejercicio de intervencionismo socialista y totalitario de la economía que la Unión Europea no va a financiar.
Este Gobierno socialcomunista es una fuente inagotable de confusión e inquietud.
Como subraya ‘ABC’, Siempre busca burladeros en los que esconderse de su incompetencia, ya sean las autoridades sanitarias, las competencias autonómicas, la UE, incluso su ignorancia deliberada sobre la gravedad de los avisos de la pandemia.
Huye de la responsabilidad y asimila sin rubor haberse dejado engañar con 650.000 test, mientras la Policía Nacional confirmaba ayer públicamente, en el propio Palacio de la Moncloa -y ante el pasmo del secretario de Estado de Comunicación- que desde enero buscaba mascarillas para sus agentes.
No ha habido un Gobierno con tanto poder acumulado en la democracia como el de Sánchez; y pocos ejecutivos como el suyo cuentan con una población tan predispuesta al sacrificio como la española.
No. El Gobierno de Sánchez, Iglesias, Calvo y compinches no está a la altura de los españoles.
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