David Agüera: «La prepotencia»

David Agüera: "La prepotencia"

Definitivamente nos hemos vuelto inmunes a las cifras. Llega un momento que nuestra cabeza, entiendo que como mecanismo de defensa, deja de analizar lo que está ocurriendo y no consigue reaccionar al número de muertos que cada mañana el Gobierno nos sirve en plato frío, helado.

Nos asustaron los primeros 600 muertos, nos escandalizaron los 1000 siguientes y a partir de ahí, ese bofetón de dramas personales diarios, lo masticamos como el que observa las cifras de desempleados.

Dice Fernando Grande Marlaska, ministro del Interior, que el “Gobierno no tiene ningún motivo para arrepentirse de nada”. Qué prepotencia y que poca vergüenza. Nunca dudo de las buenas intenciones de un gobernante pero me repugna un comportamiento prepotente con más de 12.000 muertos sobre la mesa. Este Gobierno negó los avisos que desde el mes de Enero llegaban desde la OMS y que hablaban de una pandemia, autorizó una manifestación el 8 de marzo cuando el Coronavirus era una realidad y animó a miles de personas a salir a la calle, abrazarse y besarse.

Olvida Grande Marlaska que el Ejecutivo al que pertenece lleva dos encargos de material sanitario a China defectuosos y que se ha negado a dar datos de la empresa, precios y motivo por el que no se seleccionó una de las mercantiles certificadas por el gobierno de ese país.

Da vergüenza pensar la politización que se ha llevado a cabo en cada una de las ruedas de prensa oficiales donde se apuntaba como principal problema a Madrid. Bonita forma de mostrar solidaridad entre territorios cuando se intenta señalar, cual apestados, a una parte de la población. Y todo ello porque el color político de los dirigentes de esa Comunidad es diferente al de su propia sede.

El no arrepentido ha visto desde su despacho oficial como la mayoría de los medios de comunicación de España se plantaban y decidían no cubrir más comparecencias del Gobierno al no tener la libertad de preguntar. Desde el NODO no se había visto nada igual, superando con mucho el ridículo plasma de Rajoy, y mermando una vez más eso que da tanto miedo y que se llama libertad de expresión. Dolor y rabia al ver a Miguel Ángel Oliver, Secretario de Estado de Comunicación, filtrando y vetando… con lo que admiré a mi compañero durante tantos años.

El ministro de Justicia parece olvidar que su Gobierno ha puesto en manos de las televisiones privadas, y tiro sobre mi propio tejado, 15 millones de euros en una maniobra que intenta suavizar las críticas hacía una gestión puesta como mal ejemplo a nivel internacional. Y mientras los millones salían de Moncloa… Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, con sus disparatadas explicaciones y su cara de felicidad con el país encerrado en su casa, explicaba que los autónomos y empresas debían seguir abonando la Seguridad Social “porque hay que pagar a los médicos y enfermeros”. Un atropello más.

El problema es que cuando pones datos sobre la mesa, aquellos que no ven más allá de su radical ideología cargan armas y te disparan, si lo que dices va en contra de los “suyos”. Nunca diré que un Gobierno encabezado por Pablo Casado lo hubiera hecho mejor, básicamente porque no lo sé.
Pero es una realidad que a Pedro Sánchez esta crisis le ha venido muy grande. Sus comparecencias, al peor estilo de los dictadores latinoamericanos, sólo pretenden esconder su ineficacia como gestor. Eso no es dar la cara, eso no es ser valiente. Eso sólo es protegerse por una cámara mientras el secuaz de turno te elimina lo molesto. Ahí sólo es necesario saber leer y eso el presidente lo clava.

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