Los grupos inquisitoriales deciden qué es creíble y qué es bulo

La electrificación del planeta Tierra y las pandemias

La electrificación del planeta Tierra y las pandemias

“Para poder ser enteramente humanos hoy, es necesario desarrollar capacidades espirituales mucho más fuertes de las necesarias hace un siglo”. He querido empezar con esta frase que Rudolf Steiner pronunció en 1918, a raíz de la famosa pandemia conocida como gripe española en la que falleció un buen número de personas. Por cierto, ni era española, ni empezó en España.

Traer a la primera línea de la actualidad a este teósofo insigne, discípulo de madame Blavatski, experto en salud holística y fundador de la Antroposofía, muy en boga hoy entre los modernos agricultores biodinámicos, ha sido idea del doctor Thomas Cowan en el transcurso de su conferencia en la Cumbre de Salud y Derechos Humanos, en Tucson, Arizona, el 12 de marzo de 2020. Los últimos diez minutos de esta charla han sido amplia y merecidamente compartidos en las redes sociales, por su relevancia sobre nuestro presente y, sobre todo, sobre nuestro futuro. Su contenido, no obstante, no fue del agrado de todos, muy especialmente de los censores.

Me mueve a escribir sobre esto el desmesurado desmentido que hace “Maldita.es”, ese grupúsculo del sistema, amamantado con la leche de la Sexta, cuyo fin es nada menos que imponer la veracidad sobre lo que se escribe y decir qué es creíble y qué no. La verdad está ahora en manos de una especie de secta inquisitorial, dizque sin ánimo de lucro, o sea por amor al arte, pero con los mismos fines que el resto de los alguaciles televisivos a los que por mentir, inventar noticias y manipular se les premia con una millonada en estos tiempos de crisis. En esta ocasión, no solo arremeten contra la teoría de la electrificación del planeta y la influencia de los campos electromagnéticos en la salud humana –les faltan unas cuantas lecturas de fondo—sino que se atreven a referirse a Rudolf Steiner como “un tal”, o a decir que Cowan está desprestigiado. La tal Maldita tiene su grey de seguidores, pero tan poca credibilidad como la Newtral, más conocida como Newtrola, o algo así, de la superjefa ideóloga de todos ellos, la sectaria Ana Pastor. Vuelvo a decir que el desmentido detallado de esta panda de inquisidores me hace salir al paso a exponer una tesis que, por lo mucho que nos afecta como seres humanos y por el principio de precaución que siempre reivindicamos, merece ser conocida y más investigada. Invito a los políticos de bien a profundizar en estas materias que continuamente son solapadas y censuradas debido a aviesos intereses económicos.

Thomas Cowan trae a colación la obra de Arthur Fistenberg, El arcoíris invisible, en la que analiza las diferentes etapas de la electrificación de la Tierra y su influencia en los seres vivos. Prescindo aquí de la opinión de Steiner sobre los virus que, según él, son excrecencias que expulsan las células enfermas, porque lo que más nos interesa de esta información es lo que concierne a la “contaminación electromagnética”, que todos sufrimos.

Según estos estudios, cada pandemia de los últimos 150 años se corresponde con un salto cuántico en la electrificación de la Tierra. En 1918, fecha de la gripe española, se introdujeron las ondas de radio en todo el mundo. La explicación es que cuando los seres vivos son expuestos a nuevos campos electromagnéticos quedan enormemente dañados: los más débiles mueren y los más resistentes sobreviven, pero padeciendo secuelas a nivel celular.

Con la Segunda Guerra Mundial, al ser introducidos los radares en todo el mundo, hubo una nueva pandemia debido a la emisión de campos electromagnéticos Nunca antes los seres humanos se habían expuesto a una radiación tan fuerte.

El “avance” de la llamada civilización continuó, y en 1968 se produce una nueva pandemia, conocida como la gripe de Hong Kong, que causó un millón de muertos. Era la primera vez que se colocaban satélites en la capa protectora del cinturón de Van Allen, que emitían frecuencias radiactivas. La función de esta capa protectora es integrar y distribuir en los seres vivos terrestres los rayos cósmicos procedentes del Sol, la Luna y los planetas. Al cabo de seis meses se produjo una nueva epidemia viral.

La tercera electrificación de la Tierra la estaríamos padeciendo hoy con la instalación de la Red 5G, de la que no hablan ni los medios de comunicación ni los políticos. ¿Por qué no se discute este tema en los Parlamentos? ¿Será porque viene impuesto desde las cúpulas del poder en la sombra? La respuesta es sí. Por eso, como decíamos en un artículo anterior, necesitamos políticos especiales para estos tiempos especiales. En el vídeo, Tomas Cowan habla de la relación entre la pandemia del “bichito” que nos tiene confinados y la implantación de toda la infraestructura 5G. No ahondo en ello, porque ya publiqué abundantemente sobre el tema. Solo decir que las consecuencias del 5G son devastadoras. ¿Por qué nuestros políticos no tienen en cuenta los informes científicos independientes sobre estas frecuencias que alterarán incluso la resonancia Schumann? Si Rudolf Steiner decía refiriéndose a 1918 que “para poder ser enteramente humanos hoy, es necesario desarrollar capacidades espirituales mucho más fuertes de las necesarias hace un siglo”, en el 2020 mucho más. Por tanto, es más necesario que nunca evolucionar espiritualmente. En próximo artículo daré algunas herramientas para elevar nuestra vibración, muy fáciles de utilizar y muy poderosas.

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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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