Francisco Iglesias Carreño: «La era del mañana ya emprendió el camino»

Francisco Iglesias Carreño: "La era del mañana ya emprendió el camino"

Estamos en estos momentos, muy trágicos y angustiosos, tan sumamente entretenidos y expectantes con la actualidad, por aquello de “la cuarentena ligada a la pandemia” provocada por, en diagnosticado ataque, el “incontrolado” COVID´19, que apenas dejamos resquicio alguno o ventana alternativa abierta a otras situaciones u ocurrencias varias que podríamos albergar, que pudieran, en un suponer de estimación, estar o no en consonancia con esta realidad que nos impacta, atenaza y conductúa. Ya que del acoquinamiento social extremo y global que padecemos, que nos amedranta ante el sufrimiento de nuestros conciudadanos, se están provocando, cual automatismo ejerciente, unos visos de actividades en los que, por su total desconocimiento, no estábamos entrenados en modo alguno, en todo lo que es y presupone en si un “experimento interactivo” de tales proporciones, absolutamente nadie.

Una vez que animosa y actuantemente, en nuestras versiones internas, con atributaciones comunicativas domésticas, donde somos la “autoritas excelsa”, nos explayamos abundante y ampliamente con los superlativos enfoques, tramoyas imaginativas, decisiones expeditivas y hasta dinámicamente drásticas, que son osmótica y absorbentemente aguantadas, desde el amplio elenco colegiado intercomunicativo de 5.000.000 de ciudadanos españoles que viven solos, en el soporte arquitectónico vario de nuestras cuatro paredes y no muy altos techos, demostramos sobremanera, puede que ampliamente, una ignota capacidad, en lo que pudiera ser, tal vez lo es, experiencias no contrastada sobre situaciones de las que desconocemos su etiología, carga evolutiva , desarrollo previsible ( ni aún estocástico) y el esbozo de situaciones finalistas.

Tenemos cuasi formalizado, sin apriorismos preceptivos, entre lo que pudiera ser ya establecido y lo espacial escénicamente imbuido, a modo de un “constructor juego instrumental”, tal vez idílico, una hipotética y puede que sugerente modelación/arquetipo/guía, en un proceloso guion no escrito, discordante de otras pautas e imaginativamente hasta utópico, de una secuencial serie almibarada de ilusorias pifias, supuestas y/o pretendidas, que hemos ido, dentro de un combinatorio bosquejo mental, artesanalmente entretejiendo y adjudicando distributivamente, cual sorteo cuántico, escalonada y progresivamente, en todo este amplio hueco temporal que ya, en el día a día, y con la cronológica sucesión periodística, pandenisticamente cuarenteada de los mismos, ahora nos encontramos, casi todos y en todas partes, infelizmente sitiados.

Las varias novelísticas pifias, se adecuan como un engranaje amplio, de escalas descomunales, que inusitadamente, desde un sistema inercial no previsto, van cobrando su respectivo discurso propio y humana lacerante incidencia. Ha resultado que las pifias son protagonisticamente heterónimos, pues dan toda la impresión de mantener, entre ellas mismas, una especie de siniestro/obscuro/intrigante status convivencial. La iniciática pifia en el crepuscular origen, del descabalado iniciar, en animalesca adjudicación oficial de: el pasaba por allí, con su sorpresiva acotación rigurosa, en el tal y tan concreto extremo oriente de fuentes comunicativas truncadas y/o inexistentes, que ahora oscila/cabildea/posiciona entre el 4G y el 5G; la del organismo intermundial que era, así es sí así parece, el a-seguimiento descompensado con supuesto atribuido de marcado in-competente al caso; la de los espacios asiáticos medios y próximos, que aunque asaltados sorpresivamente, y salvo impulsos (Corea, Taiwan y Singapur) modélicos de excepción, parecían que miraban tanto y tan de cerca y que, en situación ilógica, no veían apenas nada; el europeísmo de la comandada imposibilidad colegial asida: al no vendrá, ni llegara y (¡con el tú más!) no medrará; en versión del domestico estrafalario: “acaso uno” y de diecisiete remirados incrédulos a cual más sorpresivo o de aquel atlantismo del: estamos lejos, y aún no está, pudiera ser, hecha la lista de la apriorística contrata del consabido precedente del préstamo y/o alquiler.

Lo que tenemos ahora y no nos ha llovido de inicial gratis, ese “observable todo” que es percibido a nivel mundial, no solo es por si, en un suponer, con el remarque de: única y exclusivamente, eso que está ahí (en un ahí de un ¡ay! Mundial), es que ha producido con evidencia lo que sí que ha producido, tanto lo que se ve y/o otea como lo que, desde presumibles imaginaciones y con razonamientos sensatos, aún no se vislumbra, lo que si trasmite como lo que, desde un suponer de optimización, se barrunta y al mismo tiempo, con el halo de las interrogaciones, se presupone e incluso se asume auscultar. No tenemos posiblemente solo, desde nuestra interpretación, una novedad más que apareció sorpresivamente (¿?), con visos, puede que impropios, de una acción pasajera, implicación circunstancial o incidencia asumible (del siempre llevadero corto e incluso medio plazo), ya que da, con procesos atestiguadores, todas las facetas/maneras/formas de ser y/o engendrar (en conversión rauda de fulminante catalizador obligado) lo contrario y de permanecer, los cual conlleva a otra preocupación añadida, en tal estado de materialización.

Sí decimos que hemos empezado una “historiográfica nueva era”, ya que “lo de ahora”, por su convulsión integral, es diametralmente distinto de todo lo precedente, que tendrá como referencia anecdótica parametrizada “el ayer contemporáneo”, puede que no vayamos del todo descaminados y que aquellas dosis de estratos, “in crescendo”, que estábamos teniendo { con el manido tejemaneje tecnológico, la subsiguiente mundialización de los bienes, la acaparación de los servicios, … y otras menudencias, en la complejidad de las espontáneas variaciones ambientales y/o climáticas,…,los armamentos ciertos y otros presumibles,…}, no solo es que se hayan mostrado como lentos/torpes/ lerdos, lo cual es alta y responsablemente significativo, es que, además y a mayores, han sido objeto, en una larga cambiada (que es de reflexión obligada, ante la implosión conceptual generalizada y con el subsiguiente “nuevo espacio” en escena), de una impronta situación, en la cual, desde un sopetón brusco, queramos o no, y por ahora, tenemos que movernos en una adecuación ultrarrápida de encadenados automatismos ante la situación imperativa, obligante de una reacción mediata personalizada y singularizada, que sobre todos y cada uno de nosotros tenemos instalada.

Ahora viene que, por mucho que se diga, el recetario del pasado, de todo tipo, situación y condición que era aplicado antes, en la edad contemporánea, con todas las posibles buenas y rectas intenciones que se adscribiera, pudiera ser que ahora, en esta novísima situación/contexto/problemática, no sea de la eficiencia requerida, con la solidez deseada y en el cubrimiento más adecuado, ya que no debemos olvidar que aún, mírese en derredor, se sigue con postulaciones del final del S. XIX y de comienzos del S. XX, donde la situación actual, de esa impronta hecha realidad con automatismo sincrónico, no parece tener cabida.

Una vez más, en el respeto de la persona humana, debe situarse, con su ser y estar, desde su interrelación umbral, el gozne de las soluciones que han de venir y a las que mancomunadamente, manteniendo inhiestos todos los derechos humanos, debemos llegar.
La era del mañana ya emprendió el camino

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