El ministro Grande-Marlaska dio orden de blindar el casoplon pese a que la Guardia Civil no lo vio necesario

Pablo Iglesias e Irene Montero, ‘Marqueses de Galapagar’, ya tienen mayordomo y sabemos como se llama

Pablo Iglesias e Irene Montero, 'Marqueses de Galapagar', ya tienen mayordomo y sabemos como se llama
Fernando Grande-Marlaska con Irene Montero y Pablo Iglesias 'Marqueses de Galapagar'. PD

Para proteger a Alberto y a su novia Mamen de la agresión en masa de una jauría de Podemos en el barrio madrileño de Moratalaz, parece que no hay suficientes efectivos policiales.

Tampoco da la impresión de que el Ministerio del Interior tuviera agentes disponibles, para intentar al menos impedir que bandas de ultraizquierda acosaran físicamente a los centenares de ciudadanos que se manifestaban este 20 de mayo de 2020 en el madrileño Carabanchel contra la desastrosa gestión del Gobierno Sánchez.

Ni siquiera han podido contar con elementos de las Fuerzas de Seguridad para desplegarlos adecuadamente por localidades medianas y pequeñas y poner así coto al robo de vehículos y el asalto a chalets vacíos estos días, por la imposiblidad de desplazarse de sus propietarios.

Pero para la mansión de los ‘Marqueses de Galapagar’, el siempre solícito Fernando Grande-Marlaska saca números de las Guardia Civil hasta debajo d ela spiedras.

La seguridad ciudadana en la Sierra madrileña, donde está enclavado el casoplón de Pablo Iglesias e Irene Montero, depende de la Benemérita.

De muros para afuera de la finca, es la Benemérita quien se hace cargo de la seguridad y cualquier refuerzo o dispositivo extra que se coloque en la zona es competencia y responsabilidad del Instituto Armado.

Un eventual refuerzo se produce cuando la Comandancia o el Servicio de Información detectan algún tipo de amenaza o riesgo extra para la seguridad.

Pues bien, ni la una ni el otro solicitaron refuerzo o apoyo alguno.

El ministro del Interior, como revela Pelayo Barro este 21 de mayo de 2020 en OKdiario, es quien ha dado directamente la orden de desplegar el operativo especial de seguridad en torno a la finca donde viven el vicepresidente y la ministra de Igualdad.

Estamos, pues ante una decisión tomada por estrictos criterios políticos y, en ningún caso, técnica.

Sin motivo real, porque todo lo que se produce allí cada tarde des el 17 de mayo son protestas pacíficas, animadas por el tañido de las cacerolas y punteadas por gritos de ‘Gobierno dimisiónSánchez vete ya’ y ocasionalmente alguna referencia a la acomodada pareja podemita.

Nada que ver con los escraches alentados por Pablo Iglesias en su día contra dirigentes del PP.

La Guardia Civil, a instancias del ministro de Interior, cerró los accesos a la vía, pública y de libre circulación, un blindaje que obligó a un despliegue absolutamente desproporcionado.

La protección personal de los miembros del Gobierno atañe directamente al ministro y éste participa activamente en el diseño de los operativos de seguridad de sus compañeros, pero obviamente se toma con criterios técnicos en función del grado de amenaza observado por responsables de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

La orden de Marlaska fue comunicada a la Comandancia, que la trasladó a la Compañía de la Guardia Civil de San Lorenzo del Escorial, la unidad territorial encargada de planificar, coordinar y dirigir las misiones encomendadas a la Benemérita en esa zona de Madrid en la que está encuadrado el municipio de Galapagar.

Se da la circunstancia de que, al no tener el puesto de Galapagar medios humanos suficientes para el operativo ordenado, se movilizaron agentes de El Escorial, Villalba, Hoyo del Manzanares y Torrelodones.

Lo que está claro es que el blindaje del casoplón no respondió a razones de peligrosidad o al riesgo evidente de amenaza.

Fue mucho más sencillo: Marlaska en persona decidió blindar al matrimonio que manda en Podemos de los gritos y el ruido de las cacerolas. Corporativismo gubernamental.

Subraya OKdiario que a los ‘Marqueses de Galapagar’ sólo les falta el mayordomo, pero discrepamos: ya lo tienen y se llama Fernando Grande-Marlaska.

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