Esos son los dos adjetivos que creemos mejor definen a nuestro indeseado gobierno, y también, a título individual, a algunos de sus miembros.
Casi todos los días nos despertamos con una nueva noticia, que nos hace preguntarnos si estamos en un estado democrático y de derecho, donde impera la Constitución y los ciudadanos, sin distinción de clase o ideología, somos iguales ante la ley, o si por el contrario nos encontramos en una de las llamadas repúblicas bananeras (con rodo nuestro respeto a sus sufridos ciudadanos), donde el mandamás de turno hace lo que le viene en gana, miente todo lo que quiere, y al que no le guste, que se aguante.
Nos quedamos perplejos cuando nos enteramos que un político, que afirmaba que los escraches son jarabe democrático, que los policías son matones al servicio de los ricos, que reventó una conferencia que iba a dar una política en una facultad, tiene su dacha protegida por cinco vehículos de la guardia civil, que han cortado la circulación y en la práctica han privatizado la calle. ¿Tiene miedo ante una posible manifestación en su contra? De lo que no cabe duda es que es un cobarde.
El político que autorizó tal despliegue de fuerzas, debería estar atento y utilizarlas con preferencia, para evitar que matones de la izquierda radical ataquen a integrantes de una cacerolada. Hasta ahora las manifestaciones de los que ellos llaman fachas han sido pacíficas, ¿quieren que por necesidad, por defensa propia, dejen de serlo? Si llegamos a esto, y la jugada les sale mal y acaban perdiendo, suponemos que no se pasarán años lamentándose de lo buenos que eran ellos y lo malo que fueron los demás, aunque dada su carencia de dignidad no nos extrañaría que lo hiciesen.
En las calles de un municipio madrileño la izquierda radical, ha montado una contramanifestación al grito de “muerte al rey y a sus hijas”; no ha pasado nada. Si alguien gritase lo mismo en relación a un miembro del gobierno, ¿cuánto tardaría en ser detenido? Suponemos que las fuerzas de seguridad no se han enterado, porque según parece tienen que estar disponibles, aunque a la mayoría no les agrade, para proteger, en caso necesario, los domicilios de los altos cargos, dicen que siguiendo, instrucciones del CNI. El tema nos sorprende, pues teníamos entendido que dicho organismo se ocupaba de cosas más transcendentales que vigilar las casas de unas personas.
Rastrero, es decir, bajo, vil y despreciable, ha sido el comportamiento de “cum fraude” la semana pasada. “Con Bildu no vamos a pactar. Si quieres lo digo cinco veces o veinte durante la entrevista. Con Bildu no vamos a pactar, con Bildu no vamos a pactar”. ¿Se acuerdan? O bien sufre amnesia y se olvida de lo que dice, lo que le inhabilitaría para gobernar, o es un mentiroso.
En varias ciudades castellanas una organización izquierdista insta a la gente a unirse a los “paseos antifascistas”. Esperemos que no pretendan que acaben como los paseos que daban esas entidades a los presos que tenían en sus cárceles particulares hace años.
Un ejemplo de la nueva democracia que nos pretenden imponer, ha sido la elección del Consejo Ciudadano Estatal de los morados. Si bien el coleta sacó una amplísima mayoría absoluta, dada la minúscula participación, la misma solo supuso el apoyo de la décima parte de los militantes. Puede estar orgulloso de su triunfo, aunque seguro que le da igual. La consulta se produjo sin debate alguno entre los aspirantes, ¿para qué? Desaparecen las limitaciones a la ostentación de cargos públicos, el tope salarial se sustituye por un sistema de porcentajes dependientes de la responsabilidad, que el partido determinará. En definitiva lo previsto, pues todo estaba previamente atado y bien atado, ¿les suena?