ANÁLISIS

José Virgilio Menéndez (PP): «A Fernando Simón solo le falta dar las campanadas de Nochevieja»

José Virgilio Menéndez (PP): "A Fernando Simón solo le falta dar las campanadas de Nochevieja"

En los últimos meses, una figura pública se nos ha hecho familiar a los españoles.

Me refiero en este artículo al Dr Fernando Simón, una eminencia nacional en medicina epidemiológica y director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias sanitarias del Ministerio de Sanidad. Una persona además en el caso de Fernando Simón, que aparenta bondad y que rebosa simpatía.

A estas alturas, todos los españoles que se suele decir que llevamos dentro un seleccionador de fútbol dentro, como expertos que pretendemos ser en el deporte rey y en casi todo, ya tenemos una opinión hecha de este Doctor, y en muchos casos, es de apoyo a su actuación durante la crisis.

Ahora bien, centrémonos en el análisis de su actuación como portavoz gubernamental del Ministerio de Sanidad en la gestión de la Pandemia Covid 19, lo cual sí es opinable, sobre hechos, y manifestaciones públicas, como responsable público y portavoz que ha sido de las recomendaciones y actuaciones del Ministerio de Sanidad, tanto sanitarias como de orden social y también políticas, para los ciudadanos españoles, y sobre todo, sobre sus consecuencias de dichos hechos y opiniones.

Reconociéndole la constancia en su labor, incluso cuando él mismo fue víctima de la enfermedad, sus esfuerzos ímprobos por darnos a los ciudadanos siempre una dosis de tranquilidad hasta en lo peor de la catástrofe, y su compromiso con la labor encomendada, sin embargo, ha cometido errores gravísimos, que seguramente habrán tenido origen en sus superiores políticos del ministerio y Moncloa, pero que han tenido consecuencias nefastas e irreparables entre la ciudadanía española.

Del ya tristemente mítico, “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado”, que denota una absoluta falta de previsión, y que inhabilitaría a cualquiera tras comprobarse la magnitud de la evolución posterior de la enfermedad, a la recomendación de que “cada uno hiciera lo que quisiera” cuando fue cuestionado sobre la asistencia o no a las bombas víricas que supusieron las marchas del 8M, especialmente la muy numerosa de Madrid, y pasando también por el que creo que es el error más imperdonable de toda su gestión, cuando no negligencia con graves consecuencias quien sabe de qué tipo, como fue que “no se recomendaba el uso de mascarillas”, por motivos de su escasez como posteriormente reconocieron en el Gobierno, siendo las mascarillas algo imprescindible para evitar la propagación del fatal virus.

Estos tres hechos que por sí mismos necesitarían de una aclaración en sede parlamentaria y seguramente judicial, que políticamente deberían haber tenido el resultado de un cese de manera automática e innegociable, quedarán para siempre en la memoria colectiva de los españoles de la gestión que ha hecho el Gobierno español de la crisis.

Pero no es sólo eso.

La persistencia en no facilitar a la opinión pública los datos de fallecidos, por motivos que a muchos se nos escapan aunque imaginamos, y que es una más de la Transparencia 0 que ha guiado todas las actuaciones de este Gobierno, ya trasciende nuestras fronteras, como demuestran las críticas reiteradas de los medios de comunicación extranjeros en noticias y editoriales, convirtiéndonos junto a Brasil (Sánchez está demostrando la misma opacidad que Bolsonaro) y seguramente China, en los países que ocultan información a sus ciudadanos.

Esta falta de trasparencia e información es algo que a la mayoría de medios de comunicación españoles no parece importar, pero que a los medios de países con larga tradición democrática, escandaliza cada día más, y más cuando las Comunidades Autónomas están facilitando el dato total nacional de 20, 30 o 40 fallecidos diarios, teniendo el espejo de Italia, con un número similar a España de fallecidos en el país transalpino (34 el día 16 de junio), y empeñándose el Gobierno de la Nación y su Presidente en decir que en España ya no muere nadie por el coronavirus.

Nada malo le deseo al Dr. Simón. Pero sería de ser un País que no se respeta a sí mismo, ni a sus vivos ni a sus muertos, lo que es peor, elevar a los altares y proceder a la beatificación, laica clara, de Fernando Simón como gestor de esta crisis. Es lo que los medios más progubernamentales nos están promocionando y vendiendo hace días, idea que están acogiendo con entusiasmo los votantes de los partidos del Gobierno, fomentando la distinción con honores y premios del doctor, o llegando a la estupidez de confeccionar camisetas con la cara de este buen señor, o quien sabe, si presentado las uvas de Nochevieja en alguna cadena de Tv muy progresista.

Por ello, somos muchos los que rogamos que tengamos todos, empezando por el gobierno y sus seguidores, un respeto y un homenaje permanente a los que se han ido en esta Pandemia, y que dejen sus frivolidades, tan dolorosas para muchos, para su más estricta intimidad.

José Virgilio Menéndez es diputado del PP en la Asamblea de Madrid y portavoz de discapacidad.

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