«¡No compre una casa, okúpela! Será pardillo…»

"¡No compre una casa, okúpela! Será pardillo…"

En esta España de los prodigios es incomprensible que se sigan vendiendo viviendas, locales comerciales o edificios enteros, ¡con lo fácil que es okuparlos en nombre de la gente y vivir de gañote dos o más años! Ningún partido político ha sido capaz de promover y aprobar una ley para cambiar el actual “Procedimiento de desahucio en precario cuando no se paga ningún tipo de renta o merced, ni existe título habilitante para ocupar la vivienda o local de negocio”, que se remonta a una ¡Ley del Siglo XIX!

Y el resultado de esta incuria en el Reino de España es la ocupación de todo tipo de inmuebles por indeseables y mafias organizadas que se pasan por el arco del triunfo la propiedad privada, los títulos habilitantes y el sentido común, riéndose en las narices del legítimo dueño y de la autoridad policial que se presente a la puerta.

Que el Reino de España tiene leyes que favorecen al delincuente y castigan al ciudadano honrado y a las clases medias es un hecho incuestionable. La Policía puede detener a un ladrón que entre en una vivienda a robar (aunque luego salga por la puerta del juzgado como Perico por su casa y con más de cien antecedentes por el mismo motivo) y no puede arrestar a un okupa que además presume de su lucrativa actividad. Y no digamos nada si el okupa se pavonea ante las cámaras de televisión y le acompañan en la escena la socorrida comitiva anti desahucio del barrio con mujeres e hijos menores de edad que ponen cara de pena, lucen mocos y calzan chancletas.

Y el surrealismo llega al extremo que ha alcanzado en el barrio de A Milagrosa, en Lugo (Galicia, Reino de España), en la noche del pasado 25 de junio, cuando los okupas de una vivienda llamaron a la Policía para decirla que sentían miedo porque un grupo de personas estaba increpándoles desde la calle. La policía llegó solícita y conminó a los manifestantes a que se fueran de ahí. Los congregados, que eran los legítimos propietarios de la vivienda, unos ancianos de 84 y 91 años que habían pasado el decreto de alarma recluidos en casa de un hijo, y que al volver a la suya se la encontraron okupada por unos desalmados, tuvieron que aguantarse, inclinar la cerviz e irse por donde habían venido en compañía de sus hijos y vecinos solidarios. “Que me parta un rayo si entiendo algo”, exclamó una nieta de los ancianos que no salía de su asombro. ¿No es intolerable? ¿No es la ley de la selva? En La Coruña, la ocupación de viviendas se extiende por distintos lugares de la ciudad y del área metropolitana, hasta el punto de que muchos reconocen tener miedo a salir de casa para ir a trabajar y que al regresar “pueda encontrarme a desconocidos dentro, utilizando mis muebles y comiendo lo guardado en mi nevera”. Situación que se repite en localidades de todas las provincias del Reino de España, ante la pasividad de un Gobierno de coalición social-comunista en el que los integrantes de esta última ideología no solo miran para otro lado, sino que alientan la okupación y obstaculizan los desahucios cuando, al cabo de un mínimo de dos años de litigio con pago de abogado y procurador a expensas del propietario, la autoridad judicial decide echar al okupa y que pueda recuperar la propiedad su legítimo dueño. Y cuando éste entra por fin a lo que antes fue su casa y ahora es un estercolero con todos los enseres destrozados adrede, y sale un momento para comprar tabaco, regresa y tiene que volver a empezar porque un nuevo okupa ha cambiado la cerradura y tomado posesión de la vivienda previo pago de doscientos pavos a la mafia del barrio que es la que la ha okupado en nombre de la gente. Algunos desesperados, pocos, ante tanta impunidad y choteo del malhechor, prefieren un procedimiento más expeditivo: contratar un killer y que le dé matarile.

Ningún español de clase media o media-baja con vivienda en propiedad está a salvo de esta práctica obscena, vergonzosa, consentida y espoleada en el Reino de España. Tan solo viven seguros y calentitos los dueños de un chalet en Galapagar (Madrid-Reino de España), a la sazón él vicepresidente segundo del gobierno y ella ministra de Igualdad, que está custodiado las 24 horas del día y los 366 días del año (2020 es bisiesto) por la eficaz Guardia Civil… Y quizás los demás miembros del Ejecutivo y de las altas instituciones del Estado, amén de los que pueden pagar un vigilante permanente con pistolón, cuerpo atlético y licencia para… defenderse.

Si a este delicioso panorama añadimos el propósito de Pablo Iglesias Turrión, el del chalé en Galapagar con piscina, jardín y guardia civil, de limitar el precio de los alquileres en la futura ley de vivienda que prepara el ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, atentando también contra la ley de la oferta y la demanda para los legítimos propietarios de una vivienda privada adquirida en el mercado libre y oferta en ídem, apaga y vámonos. Además de pagarla con su trabajo y hacer frente a los impuestos anuales (IBI, agua, basura), más los gastos de comunidad, tienen que alquilarla al precio que diga el Gobierno y no al que establezca su legítimo propietario. Otra ruindad y locura en el Reino de España, el reino de los prodigios.

MORALEJA: Si lo poderes públicos no construyen vivienda pública y no alcanzan acuerdos con los constructores privados para que por cada cierto número de viviendas construidas y vendidas por éstos a precio libre deben construir y vender a precio de coste cierto número de viviendas sociales para que las adjudique el organismo público correspondiente con varemos de justicia social, y no hay leyes expeditivas que protejan la propiedad privada y detengan ipso facto al delincuente, el campo se deja libre a los okupas, a las mafias que viven de este lucrativo negocio y a los populistas de toda ralea. Es la diferencia entre un Estado débil o inexistente como empieza a ser el Reino de España y otro fuerte, justo y social.

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Autor

Jorge del Corral

Hijo, hermano y padre de periodistas, estudió periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Ha trabajado en cabeceras destacadas como ABC y Ya. Fue uno de los fundadores de Antena 3 TV. Miembro fundador de la Asociación de Periodistas Europeos (APE) y del Grupo Crónica, creador de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión (ATV) y fundador de la Unión de Televisiones Comerciales (UTECA). Un histórico de la agencia EFE, donde fue subdirector y corresponsal en Roma.

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