“La codicia es, en su medida universal, la miseria moral y la indigencia intelectual de la humanidad”. Joseph Conrad, novelista polaco.
“Hay suficiente en el mundo para cubrir las necesidades de todos los hombres, pero no para satisfacer su codicia”. Mahatma Ghandi, abogado, pensador y político indio.
Leo en La Razón un artículo sobre Jeff Besos en el que se le elogia y se pide que haya más como él. No estoy de acuerdo en esa petición porque en nada mejoraría la situación de los ciudadanos de cualquier país, en nada mejoraría sus vidas. Y le recuerdo al autor del artículo esto: “La inteligencia sin amor te hace ser un perverso”
El señor Bezos es el hombre más rico del mundo. Posee una fortuna de 200.000 millones de dólares, cantidad imposible de imaginar y que para nada sirve, salvo para competir en la carrera de ser el más o menos rico. Para que esa descomunal cantidad de dinero sirviera, fuera útil; debería utilizarse para elevar las condiciones laborales y de vida de millones de hombres y mujeres y eso…no es así, sino todo lo contrario.
En Rugeley (Staffordshire, Reino Unido), trabajan para Amazon 1.200 personas en cuatro plantas y tan solo disponen de dos baños. Ante el temor de los empleados a que, en el largo recorrido hasta el servicio, sobrepasen el tiempo que tiene asignado, llevan consigo recipientes para orinar en ellos, tal es el miedo a ser sancionados o perder su empleo.
En Alemania, en la central de Amazon en Bad Hersfeld donde trabajan 5.000 personas, tan solo 1.000 tienen contrato con la empresa, los 4.000 restantes son temporales. La central está a 17 Km. de la ciudad más próxima y tan solo disponen de un autobús que los lleva y los trae, carecen de cualquier otro medio de transportes. El importe del viaje se le descuenta de la nómina.
En España, en San Fernando de Henares, solo el 50% del personal es contratado por Amazon, el otro 50% es temporal. “Vienes al trabajo sin saber si al día siguiente vas a volver”. “La presión para llegar al objetivo semanal es brutal” “Se dice – no lo hemos calculado – que durante un solo día de trabajo recorremos muchos kilómetros. Y entre el estrés psíquico y el cansancio físico, llegamos a casa hechos polvo y sin saber si al día siguiente seguiremos en el puesto” Son las opiniones de algunos de los empleados.
La última de Jeff Bezos en cuanto al control casi esclavista de sus empleados son las pulseras “inteligentes” para monitorizar y controlar al segundo a sus empleados. La esclavitud de antes ponía cadenas, hoy ponen “pulseras inteligentes”
Los tres ejemplos están referidos a tres países europeos, de esa Europa ejemplo para el mundo de paz, igualdad y justicia. Imagínense como serán las condiciones en India o Sudamérica. Sin embargo, el autor del artículo en La Razón afirma que: “Jeff Bezos está mejorando la calidad de vida de muchísimas personas”
Hoy, a cualquier cosa le llaman calidad de vida; es por eso que, cualquier persona que crea puestos de trabajo penosos, míseros, mal pagados y peor reconocidos, es llamada “un gran hombre que ha cambiado la vida de las personas”. Yo voy a poner un ejemplo de lo que sí es un gran hombre que, no solo cambió la vida de sus semejantes, sino que los salvó de la muerte. Comparen entre Jeff Bezos y similares con Antoine Parmentier (uno de los muchos que sí han sido grandes hombres).
En los siglos en los que en Europa los cereales eran la base de la alimentación, en la época de sequías, las hambrunas la asolaban. Antoine Parmentier luchó toda su vida para implantar y popularizar la patata, ese precioso y preciado tubérculo, en Europa. La patata ha salvado millones de vidas, la patata ha evitado hambrunas, la patata nos permite preparar platos baratos con los que alimentarnos. Parmentier si cambió y salvó la vida de millones de personas y lo hizo, no por codicia, sino por amor a sus semejantes. Parmentier tuvo que luchar con los intereses de los mercaderes, con los de la nobleza y con las reticencias de Luis XVI para convencer a todos de que la patata, que era conocida en Europa desde hacía 200 años, pero que solo era empleada como alimento del ganado, no solo era un gran alimento, sino que era, en su producción y en su consumo, muy barato. La tenacidad, el coraje y la inteligencia de Parmentier evitó que las hambrunas provocadas por las sequías asolaran Europa. Antoine Parmentier tiene una estatua en Francia en la que se le representa entregando una patata a un hombre. Ese gesto en piedra lo dice todo sobre los millones de vidas que Parmentier salvo, y por eso, en verdad, que se le debe llamar “Un gran hombre que cambió la vida y salvó del hambre a millones de personas”. Francia lo homenajea todos los días con las recetas de patatas que llevan su nombre “Patatas a la Parmentier”. Este gran hombre no cambió el mundo, pero lo hizo un poco mejor, y lo hizo – insisto – no por codicia, sino por amor a sus semejantes. Parmentier sí que fue un gran hombre del que si debemos pedir que haya muchos como él.