Hasta ahora, la incidencia de leucemia infantil, derrames cerebrales, cánceres de todo tipo y otras enfermedades producidas por las radiaciones de las ondas de telefonía móvil, habían quedado medio solapadas debido a varios factores: la falta de estudios oficiales concluyentes, el soborno de las operadoras y el silencio de los medios de comunicación. Añadiría quizá un cuarto factor: la falta de formación e información de los usuarios. A estas alturas y con los datos en la mano no es difícil concluir que somos una sociedad de irresponsables que solo se preocupa por lo inmediato, por lo lúdico y las distracciones, en definitiva, por el “pan y circo”. No es un juicio, y mucho menos una condena, sino una descripción de la realidad.
Información sobre ello hay para dar y regalar. El estudio CERENAT, del 2014, fue publicado en “Ocupational Environnement Medicine” y concluye que el uso del móvil, aunque sea solo durante treinta minutos, duplica o triplica el riesgo de padecer un tumor cerebral. Pero casi nadie se ha enterado.
En el 2018, el Instituto Ramazzini también vinculó el padecimiento de schwannoma maligno de corazón y el glioma al teléfono móvil. Por su parte, el macroestudio del National Toxicology Program del Instituto Nacional para la Salud y Seguridad Ambiental de Estados Unidos constata las evidencias de carcinogenidad y daños cardiacos por el uso de la radiación del móvil. Pero esto no se cuenta.
En cuanto al sector más joven de la población, la Comisión Europea tiene en su poder el estudio Mobi-Kids, un trabajo muy interesante realizado en catorce países con niños y adolescentes de edades comprendidas entre los siete y los veinticuatro años, que vincula la relación entre los tumores cerebrales y la telefonía móvil. La exdirectora de epidemiología del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación médica de Francia, manifiesta que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) podría elevar la clasificación de “probablemente cancerígeno” por su mecanismo de neurotoxicidad. Pero esto se silencia.
La implantación de la red 5G ha vuelto a abrir el debate sobre la peligrosidad de los campos electromagnéticos, sobre todo, cuando se empezaron a relacionar estas radiaciones con el desarrollo de los virus, extremo en el que coinciden varios investigadores. Veamos someramente en qué consiste la 5G, por qué es peligrosa, quiénes lo dicen y en qué se basan. Se trata de una supertecnología que implica el uso de altas frecuencias, entre 53 y 58 GHz, las cuales tienen mayor capacidad para penetrar en toda la materia viva. Las personas con sensibilidad electromagnética (CEM) tendrán que meterse en una burbuja para sobrevivir, y no estamos exagerando. Muchos científicos han dado la voz de alarma, entre ellos, Ceferino Maeztu, director del laboratorio de bioelectromagnetismo del Centro de Tecnología Biomédica dependiente de la Universidad Politécnica de Madrid. La preocupación es compartida por David Carpenter, coautor del informe internacional “Bioinitiativa” y director del Instituto de Salud y Medio Ambiente de Nueva York, centro colaborador de la OMS. Según sus palabras “ya es imposible decir que las radiofrecuencias no producen cáncer”. Pero de esto no se informa a los ciudadanos.
Los científicos no adscritos al sistema coinciden en que cada vez habrá más casos de leucemia infantil, infertilidad, cardiopatías, enfermedades neurológicas, psiquiátricas, cognitivas y más cánceres de todo tipo, especialmente, cerebrales. Pero está prohibido hablar de esto.
La doctora Magda Havas, profesora de ciencias ambientales de las universidades canadienses de Toronto y Trent hace tiempo que alertó sobre la aparición de un tercer tipo de diabetes, desencadenada por la contaminación electromagnética. Silencio ante esto.
La tecnología 5G ya está implantada en varios países. En España se está instalando y piensan tener todo listo en diciembre. Habrá que hacer un seguimiento por zonas y observar la incidencia de ingresados. En algunos lugares, como Suiza, se paralizó su instalación y, curiosamente, han tenido mucha menos incidencia de Covid, no han estado confinados y no utilizan mascarilla. Según tomamos de una ficha técnica, la 5G es “una tecnología inalámbrica que, en lugar de emitir cientos de vatios de radiaciones de microondas, emitirá haces con una potencia efectiva de hasta decenas de miles de vatios de radiación de onda milimétrica, con lo cual se pretende que 20.000 satélites en órbita baja irradien cada centímetro cuadrado del planeta”. Lo aterrador de esto es que las pruebas de esta tecnología han provocado una repentina muerte de miles de aves, aparte de los síntomas humanos de fatiga, hipoxia, trombosis, desorientación e inquietud, y otros. Tampoco sobre esto es consciente el ciudadano.
La ONU y su organismo la OMS, así como la UE, el Consejo de Europa, los gobiernos de todas las naciones y los medios de comunicación tienen en su poder el dosier que los científicos conocedores de estos efectos devastadores para la vida humana y la del planeta han elaborado y enviado. Nosotros lo hemos recibido en su día y publicamos al respecto. Es una declaración de alarma, en la que solicitan que se paralice con carácter de urgencia el despliegue de la red inalámbrica 5G, incluida la red 5G de los satélites espaciales. La razón es el incremento de la exposición a la radiación de radiofrecuencia de las telecomunicaciones, la cual se acumula a las que ya están implantadas: 2G, 3G y 4G. Inciden en su perjuicio para el medio ambiente y tachan la 5G de un experimento que tiene a la sociedad como conejillo de Indias, lo cual podría definirse como un crimen contra la humanidad, si nos atenemos a la letra del Derecho Internacional.
EL DOCTOR SEVILLANO ENTRA EN ACCIÓN
Pero ¿y si no fuera la 5G la causante de la Covid-19, y el quid estuviera en las antenas ya instaladas desde las que se está irradiando? Es una nueva hipótesis y muy interesante. Hace muchos meses que leo y escucho todo lo alternativo que se publica sobre el desarrollo de esta epidemia y sus múltiples flecos. Este nuevo planteamiento añade una nueva pieza al fresco de la epidemia. La hipótesis de trabajo es del doctor español, afincado en Francia, José Luis Sevillano. La entrevista que le hizo José Miguel, del canal Apellido Obligatorio, de donde tomo estos datos, dio la vuelta al mundo y así le conocimos.
El doctor Sevillano, desde su propia experiencia con enfermos de Covid en los últimos meses, y haciendo uso de la epidemiología y la radiología médica, ha llegado a unas conclusiones provisionales que deben tenerse en cuenta. La ciencia se basa en la observación y en la comprobación, por tanto, esto es pura ciencia. Al cabo de unas semanas de examinar pacientes con síntomas Covid, el doctor observó que una buena parte de ellos vivía en una zona concreta y esto le llamó la atención. Ante la duda de si pudiera haber algún foco en ese entorno que estuviese causando la enfermedad, decidió inspeccionar el lugar y comprobó que había una antena de telefonía móvil. En la localidad hay tres en total y aún no existe la red 5G.
Con esta pista en la mano, la deducción no fue difícil, máxime conociendo la radiología médica y la cronología de los efectos que causa que, coincidentemente, son los mismos que se están viendo en los enfermos de Covid en sus diferentes fases. También la 5G produce estos efectos, pero en la zona no está desplegada. ¿Podría ser se estuviera irradiando en tiempos determinados desde esas antenas? Dejamos la pregunta en el aire.
En una irradiación, cuanto más potente sea la emisión, mayor es el daño causado, y este depende de tres factores: la proximidad al foco, el tiempo de exposición y la edad de la persona. Existe un cuarto factor radiomédico que es la radiosensibilidad, es decir, la reacción del tejido humano ante la misma radiación, ya que no todos los tejidos reaccionan igual.
Oficialmente, la Covid-19 es una enfermedad respiratoria aguda grave, producida por el Sars-Cov-2. Sin embargo, el doctor Sevillano, como muchos otros profesionales de la salud, entre ellos la brillante doctora María José Martínez Albarracín, sostiene que no es una enfermedad respiratoria, sino una enfermedad inflamatoria sistémica, esto es, “afecta a todo el organismo, es decir, desde un pelo a las uñas de los pies”. Por eso se habla de endotelitis, miocarditis, arteritis, embolias, infartos o incluso dermatitis, amén de síntomas neurológicos, como mareos, vértigos, cefaleas, nerviosismo, agitación o pérdida de conciencia. ¿Puede un virus ser el causante de todo esto o habría que dirigir el foco a una radiación electromagnética como causa de esta complicada enfermedad?
El doctor Sevillano, con su nomenclatura particular, nos habla de los diferentes cuadros de los pacientes diagnosticados de Covid-19. Los hiperagudos son aquellos que mueren en cuestión de horas o que incluso caen redondos en la calle asfixiados. Hemos visto algunas de estas imágenes, sobre todo, en países de Hispanoamérica. “Cuando una persona es sometida a una radiación electromagnética en proximidad de alta o media energía, es fácil que muera en poco tiempo, a las pocas horas o a los pocos días. Puede ser que muera ahogada, por efecto de las ondas electromagnéticas o de la hemoglobina. La hemoglobina tiene átomos de hierro y esto supondría una desnaturalización de estas proteínas o un bloqueo de la liberación del intercambio de oxígeno”, asegura el doctor Sevillano, y añade que, personalmente, no ha tenido casos de este tipo, quizá porque las antenas de la localidad de Francia donde vive, se encuentran a unos trescientos metros de distancia. Como hemos expresado, cuanto más lejos, menor es el daño. Cosa distinta es cuando la antena se encuentra en el tejado de enfrente. Esto se denomina efecto gradiente, que no se da si el causante es un agente biológico. Habría que investigar si estos casos extremos de muerte fulminante, están relacionados con las antenas. También ha habido muertes súbitas por fallo en el sistema de conducción eléctrica del corazón, cosa que también se da en los casos de radiación.
Los cuadros agudos de Covid se presentan en dos o tres días y cursan con vómitos, diarreas, tos seca, fiebre y disnea, o sea, dificultad para respirar. Según la explicación de la radiación electromagnética, esto ocurre porque “los primeros tejidos afectados por una radiación son los que tienen mayor índice mitótico, es decir, aquellos que se reproducen más rápidamente porque están expuestos a mayores agresiones. Son los epitelios, o sea, las cubiertas respiratoria y digestiva principalmente. Estas células están habituadas a que al menor traumatismo se eliminan, se caen, se pelan, es decir, hay que intercambiarlas rápido, están hechas para eso. Cuando el cuerpo recibe una agresión, es lo primero que se elimina. Así, cuando se ataca con una radiación electromagnética se tiene tos seca no reproductiva, se vomita y se tiene diarrea porque todos los epitelios del digestivo y el respiratorio se están eliminando”. El doctor pone el ejemplo de la película The Widowmaker, basada en la historia real del K-19, en la que los marineros vomitaban tras acercarse al reactor nuclear. Esto ocurre en cuestión de horas o de días.
En la fase aguda, el cuerpo se deshace de todo el material de desecho, por la vía respiratoria y digestiva. Algunas personas pueden recuperarse en esta etapa sin más complicaciones, pero en cambio otras, aparte de toser, su pulmón empieza a encharcarse por una reacción natural ante la agresión. La inflamación produce una vasodilatación que hace que todo el líquido de los vasos del pulmón pase al espacio respiratorio, donde se hace el intercambio gaseoso. Muchos de estos pacientes pasan a la fase de neumonía bilateral, intersticial. Como no pueden respirar, sobre todo al principio de la epidemia, que andaban tan perdidos, se les reanimaba e intubaba, “y salían o no salían”.
La siguiente fase es la inflamación de otras cubiertas del tejido intersticial, los tejidos más profundos y más difíciles de atacar. Son los endotelios, es decir, el revestimiento de los vasos sanguíneos, arterias, venas, vasos linfáticos, todos los conductos del cuerpo. Se habla de endotelitis, porque cuando se hacían las autopsias veían que las arterias y, sobre todo, las venas estaban llenas de trombos, pero no porque hubiese nada en la sangre que los estuviera produciendo, sino porque el endotelio se estaba “barriendo”, como el epitelio de los tractos respiratorio y digestivo que acabamos de explicar. El endotelio es el segundo tejido más radiosensible del organismo y cuando se daña propicia los fenómenos de coagulación.
A las dos o tres semanas, pueden aparecer pericarditis y derrames pleurales, que a falta de un test positivo, sobre todo en personas de edad, suelen atribuirse a insuficiencias cardiacas. Cuando los endotelios del pulmón y el corazón, esto es, las membranas que los cubren, están dañados producen agua, la cual causa derrames pleurales y pericárdicos. También pueden aparecer infartos de miocardio y cerebrales.
Para José Luis Sevillano la evolución de la enfermedad no tiene una fácil explicación si tomamos como origen un agente biológico, en este caso un virus. En cambio, todo queda mucho más diáfano si se tiene en cuenta la cronología de una irradiación.
En cuanto a la fase crónica aún no se conoce. Se habla de fibrosis pulmonar. La fibrosis pulmonar está descrita en todos los cuadros de irradiación por radioterapia como neumonitis por radiación. Los síntomas son fiebre, tos seca y dificultad para respirar. Esta secuela puede aparecer al cabo de meses o incluso de años.
Esta investigación no debe caer en saco roto, y alguien debería ponerse manos a la obra para despejar toda sombra de duda. El doctor está esperando que más médicos se unan para establecer protocolos de futuro ante nuevos rebrotes. Ahora bien, personalmente, sigo creyendo que la red 5G está unida íntimamente a la Covid y que forman parte del mismo plan, y lo mismo los famosos chemtrails, de los que nadie habla. Todo está en el HAARP, que solo unos cuantos “locos” conocen. Es perfectamente compatible con el bombardeo electromagnético que, supuestamente, se estaría emitiendo desde las antenas “antiguas”. Hay que llegar al fondo de esto. Es muy preocupante que nos estén dando gato por liebre, lo que equivale a decir que desde el sistema de salud se puedan estar haciendo pasar cuadros radiológicos por cuadros virales. Para ello hacen falta muchos cómplices y ya no estaríamos hablando de desconocimiento, sino de traición a los ciudadanos. ¡Médicos del mundo, no consistáis esto!
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