‘Nuestro Rey no puede ser zarandeado por estos políticos. Detrás estamos todos’

'Nuestro Rey no puede ser zarandeado por estos políticos. Detrás estamos todos'

Es el momento para que el pueblo hable, se manifieste y grite a los cuatro vientos ‘¡Viva el Rey, viva España’. Su Majestad Felipe VI de ninguna manera puede ser zarandeado por esta clase de políticos, ni por ninguna patrulla de alborotadores sociales, llámese Gobierno o asesores con misión de derrocar nuestra Monarquía.

Hay que recodar que el Rey no posee la responsabilidad de Jefe del Estado por dinastía, ni ha sido asignado a dedo. S. M. El Rey fue refrendado y votado por la inmensa mayoría de los españoles, creándose la Constitución del 78. Es nuestro máximo exponente, junto a la bandera, el himno y nuestro Ejercito, además del resto de instituciones que conforman España. El Pueblo está con el Rey. Detrás estamos todos.

Es de género locuelo encaramarse en todo lo alto del observatorio para ver qué ocurre en nuestro panorama político. Un análisis que está entre la valentía y la osadía. Cervantes lo cuadra, y en boca de El Quijote dice, refiriéndose a la valentía; ‘el valor reside en el término medio entre la cobardía y la temeridad’. Eso es de sentido común, precisamente de lo que adolece la política española. Y a ello responde la actual crisis institucional entre el Gobierno social-comunista y el reinado del Monarca Felipe VI.

La palabra República sobrevuela y la Institución monárquica, pacientemente, encaja duros golpes a modo de ataques de miembros del Gobierno a la Corona. Por otra parte, es imposible destruir la ley desde la Constitución, que es la Ley de leyes. Otra cosa es pretender erosionar y agotar la educación democrática del país. Un golpe de Estado a base de ‘mensajes subliminales’ a fin de desgastar nuestra Democracia Parlamentaria de Derecho.

Este objetivo, a cargo de la extrema izquierda, es trasnochado. No es invento ni de Podemos, enmascarando al Partido Comunista de Alberto Garzón, ni de Pablo Iglesias Turrión, que no engañó a nadie. Ni mintió al narcisista Sánchez, que es consciente de estas intenciones desde cuando viajaba con su Peugeot 407 por España.

Cada uno es artífice de su propia ventura, pero es de arriesgado al menos concluir las intenciones soterradas de este Ejecutivo, presidido por quién se dice es social-monárquico, pero no lo será tanto si convino construir un gobierno con con activistas enemigos de España. Una locura es atinar ante tantos desquiciados/as.(lenguaje inclusivo) que mueven el manubrio de la política en España.

Y si a ello le añadimos la pandemia, nos quedamos irresolutos. Un virus que le llamamos Covid 19 y lo sufrimos en el 20, y lo que te rondaré morena.

Otro ataque a la resistencia orgánica humana que añade confusión y desorientación al más indiferente. Sobrecarga informativa enrevesada que provoca el efecto contrario, sabedores universales, pero disparando a todo lo que se menea. Una nueva eclosión llega para rematar el delirio público. Se trata del excéntrico binomio medicina-política. Una conjunción interdisciplinar que no atiende a razones uno del otro, pero sin embargo ambos los conocemos bajo la misma singladura; Ciencias médicas y ciencias políticas. Esta última dirige el miedo y pánico a la ciudadanía a través del virus. Olvidan que el ser humano atiende más y mejor a la pedagogía lógica, a la voz susurrante y a la educación de los sentidos.

Esta nueva hornada de ‘expertos’ están de carambola, cómo si no estuvieran, sin dejar de estar. Sin duda un plantel de iluminados que pretenden solucionar los problemas que ellos mismos crean. Incongruencias, discordancias y bravatas instigadoras, que no hacen sino provocar el espíritu de las dos España’s. Vieja contienda adormecida con el paso de tiempo y a través del pacto de reconciliación a cargo de los llamados ‘padres de la Constitución del 78’. La Historia se dejó para los historiadores y decidieron hacer política con altura de mira, dejando atrás viejas rencillas del pasado.

Todo ello conlleva claro reflejo de la población resultante, o viceversa. Una sociedad enferma, asustada y angustiada, cada vez más pobre y escasa de proyectos ilusionantes. No dejan otras opciones, o en su defecto, solo se lo reparten los privilegiados politólogos de turno (y asesores). Es la conclusión de intereses de unos pocos para acabar con la estabilidad y la normalidad de muchos. España se desangra. Un país donde no votan los que leen los periódicos, sino los que se limpian el trasero con ellos. Y los profesionales políticos que nos manejan lo saben.

No se puede generalizar, pero si es generalizado. Hombres y mujeres – y a la inversa -, son actores políticos y estrategas de la ironía, la mentira y la calumnia, elevan a categoría artística el natural y lógico servício público al ciudadano. Prestidigitadores de escenario que esconden la bolita con habilidad. ¿Dónde está la bolita, eh?. Son habililosos pero no hábiles. Se les ve el escondrijo del conejo. Olvidan que son quiénes aportan la legitimidad democrática a las decisiones y actuaciones a la Administración pública. Un eslabón esencial para el funcionamiento de nuestro Estado de Derecho, clave del sistema Monárquico y Democrático que los españoles decidieron -en su día -. El cuerpo político no responde al espíritu Constitucional.

La Justicia emana del pueblo y se hace en nombre del Rey, máximo representante de los españoles. Es inverosímil que el acto de entrega de despachos a los nuevos jueces del CGPJ no lo presidiera el Rey. Su ausencia se presume por falta de autorización del Gobierno, y el Monarca va y ‘cumple’. Así lo confirmó el presidente del Poder Judicial Carlos Lesmes.
Una decisión que levanta polvoreda entre Moncloa y Casa Real. Confieso que desconocía que las acciones del Jefe del Estado responde a las órdenes del Ejecutivo. Llámeme gilipollas, o persona que tiene poco entendimiento y escaso de inteligencia (dícese tonto).

Un nuevo dislate más allá de los protocolos de Palacio, o simplemente forma parte de la ‘cruzada’ hacía la tercera república. Queda claro que el ser humano tropieza tres veces con la misma piedra, olvidando la historia para volver a sus propios derroteros.
España detecta la dictadura, venga de la batuta que venga. Preferimos la LIBERTAD, que no es algo ni gratuito ni fortuito, es ganado a pulso por los de antes, los de ahora y los de mañana. No necesitamos más sangre entre españoles. La que se derramó es suficiente.

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