Moris Beracha Wuani: «Lo bueno y lo malo: experiencias de dolarización en América Latina»

Moris Beracha Wuani: "Lo bueno y lo malo: experiencias de dolarización en América Latina"

Dolarizar no es siempre la mejor alternativa para los países que están atravesando por situaciones coyunturales en su devenir económico. Muchas veces son situaciones que no se prevén, que no han sido planificadas y toman por sorpresa, incluso, a las propias autoridades monetarias de los países.

En Latinoamérica, Ecuador, El Salvador y Panamá, son el trío de países oficialmente dolarizados, los cuales tomaron tal decisión como respuesta a situaciones y bajo contextos totalmente diferentes.

La dolarización no se traduce en la panacea, en la solución perfecta para aquellas economías que están pasando por una fuerte contracción, ya que ese tipo de medidas no debe tomarse aisladas. Esta tiene que venir acompañada de otros incentivos, propuestas y planes, para que se obtengan los objetivos buscados.

La cierto es que ofrece ventajas y desventajas. “Puedes tener un crecimiento mediocre o uno fenomenal, ya que la dolarización no es lo único que lo determina”, opina Gabriela Calderón, economista del Instituto Cato, en Washington D.C.

En economías en las cuales la moneda local ya ha perdido su valor, y la inflación se encuentra en altos niveles, la dolarización pudiese traducirse en estabilidad, pues es la moneda refugio de los inversionistas en época de contracción.

En países como Venezuela y Argentina el proceso se conoce como “dolarización espontánea”, porque, aunque los gobiernos no la reconocen como moneda oficial, la población la utiliza como moneda local, e den vista que goza de mayor confianza y ofrece más estabilidad, de acuerdo con la opinión de los ciudadanos.

Al hacer un poco de historia, recordamos que Panamá adoptó el dólar como moneda oficial junto al balboa –su moneda nacional- en 1904, posterior a su constitución como Estado Independiente. Actualmente la circulación del balboa es restringida y no se imprime en formato de billete.

En Ecuador, la situación económica contribuyó a que en el año 2000 llegase la dolarización como respuesta a una economía con una inflación cercana a 96%, una crítica situación de quiebra bancaria y una moneda totalmente devaluada.

Un año después, en 2001, El Salvador adoptó el dólar, conjuntamente con el colón, como monedas. Pero al poco tiempo, los colones dejaron de circular y comenzó el reinado de la divisa estadounidense. Esta decisión respondió a intereses económicos. Se estaba negociando el tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el cual eliminaba los aranceles aduaneros para ambas partes.

Entre las ventajas esgrimidas para adoptar la dolarización como alternativa, destacan que este procedimiento ha permitido, en el caso de los tres países en la región latinoamericana, evitar el riesgo de una devaluación. También incide positivamente en la estabilización de los precios, y reduce los costos asociados a las transacciones internacionales.

En aquellas economías en las cuales no existe dolarización y las instituciones son débiles, y no es clara y transparente la separación de poderes, persiste el riesgo de que los gobiernos presionen a las autoridades monetarias (bancos centrales) para que impriman dinero inorgánico, sin respaldo alguno, lo que trae como consecuencia mayor inflación.

Entre las desventajas de la dolarización, el economista y profesor universitario ecuatoriano, Pablo Dávalos, destaca que en el caso de Ecuador este proceso distorsionó los sistemas de precios internos, haciendo que tanto en ese país como en El Salvador fuese todo más costoso para sus propios habitantes.

La desigualdad terminó consolidándose, en virtud de que algunos bienes de consumo se hicieron inaccesibles para la mayor parte de la sociedad. Asimismo, se destruyó la industria local y con ella la generación de fuentes de empleo, según Dávalos. “Los países dolarizados se convirtieron en economías importadoras de productos, básicamente porque se desindustrializaron”, afirma´.

En el caso de Panamá, Dávalos fue más crítico al afirmar que “se convirtió en un paraíso fiscal donde tienen sus cuentas los mafiosos del mundo”.

En fin… Las opiniones van y vienen, y muchas difieren entre sí. Con relación al tema, aún hay mucha tela que cortar y teorías económicas por comprobar. Pero la estabilidad financiera de Panamá, Ecuador y El Salvador es por mucho más estable que Argentina y Venezuela. ¿Tendrá que ver en alguna medida la dolarización?

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