Luis Fernando Garrido Poole: «A los “Picapiedra”, España y los españoles les importa una MIERDA»

Luis Fernando Garrido Poole: "A los “Picapiedra”, España y los españoles les importa una MIERDA"

Decía Martin Luther King que “nuestra vida empieza a terminar el día que guardamos silencio sobre las cosas que importan”. Y remataba la frase afirmando que llega el momento en que “el silencio se torna en traición”, expresando así la necesidad de no consentir la actuación de los que abusan y destrozan los derechos de los demás, pues el silencio propicia que estos puedan hacer lo que quieran y nos hace cómplices indirectos de sus actos perversos al permitir que dañen a otros.

En España hay demasiada gente callada. Aquí existe un mutismo casi colectivo, quizá por impotencia de algunos y por auténtica desidia de otros, amén de demasiados estómagos agradecidos que miran para otro lado ante el rosario de atrocidades que está sufriendo nuestro país. Son minoría los que alzan la voz ante la nefasta gestión gubernamental. Y uno que navega ya por la singladura final de su existencia, no está dispuesto a que su vida comience a languidecer guardando silencio y haciéndose cómplice de la crueldad cometida por los que nos gobiernan de manera infame.

Por eso no me recato al afirmar que a este Desgobierno que nos ha tocado sufrir, España y los españoles le importamos una MIERDA. Así, en mayúsculas, con rúbrica de román paladino. Y no se trata de ser de izquierdas o de derechas, ni profesar una u otra ideología política, sólo hay que recurrir a la racionalidad y aplicar el sentido común para apercibirnos que a estos malvados y perversos dirigentes que nos mal gobiernan no les duele España ni los españoles, y les importa un carajo la catástrofe que viene padeciendo nuestro país a todos los niveles.

Ellos, los “Picapiedra”, Pedro y Pablo, diseñaron desde el inicio su maquiavélica hoja de ruta para dinamitar el régimen del 78, saltándose a la torera y pasándose por el forro de sus caprichos las leyes fundamentales que contempla nuestra Constitución. Y para lograrlo aprovecharon el cataclismo sanitario (una magnífica oportunidad que no se les volverá a presentar) para atizar el golpe de gracia, no escatimando esfuerzos en pactar hasta con el diablo para conseguir sus diabólicos propósitos: asaltar la Moncloa y tratar de instalar en nuestro país una república bananera basada en los ¿principios? de una dictadura comunista bolivariana al más puro estilo venezolano. O sea, “made in” Chávez-Maduro. Que para eso el macho alpha de nuevo “look” con moño femenino, cobró un millonario puñado de dólares para consumar el asalto al poder en nuestro feudo patrio.

¿Con qué fines? Muy sencillo, con la clara intención de perpetuarse en el poder, machacando a límites insospechados a los españoles e intentando con su infame y canallesca gestión política que todos acabemos convirtiéndonos en una manada de borregos obedientes y dependientes del Estado para nuestra propia subsistencia. Es decir, una sempiterna y “modélica” Venezuela-2.

Ellos, los “Picapiedra”, Pedro y Pablo, no tuvieron reparos en tragarse sus vergüenzas, sus postulados políticos (si es que los tienen), su dignidad moral y personal para instalarse en la mentira perenne con el único objetivo de engañar de forma sistemática, indecente y depravada a todos los españoles. Y de manera muy particular a sus propios electores. A esos incautos a los que el día anterior de la consulta electoral se les prometía que jamás caminarían de la mano de su populista adversario político, para al día siguiente acabar acostándose con él. Baste repasar las hemerotecas y videotecas de nuestro país para confirmar esta rotunda aseveración.

Desde que se hicieron cargo de este Desgobierno, y ya inmersos en la pandemia del Covid-19, ellos, los “Picapiedra”, Pedro y Pablo, no han dado una a derechas. En estos nueve meses de dictadura comunista no podemos contabilizar ni una sola medida justa y acertada de cara a los españoles y al gobierno de la nación. Todo lo contrario. Necesitaríamos 251 páginas de este periódico (una por día de mandato desde el confinamiento de marzo) para poder registrar todas y cada una de las atrocidades cometidas por estos malvados y perversos dirigentes que nos mal gobiernan. Esta coalición es un maridaje de conveniencia en el que predomina la deslealtad y la traición entre los propios cónyuges. Y todos sabemos cómo suelen acabar estos desposorios. Cuernos y divorcios a discreción.

Destacadas máculas

Para acreditar mi contundente afirmación sobre el escremento, les voy a recordar sólo algunas de las más sonadas máculas de los últimos tiempos. Por ejemplo, la ley Celaá, ese planfleto educativo que contempla la supresión del castellano como lengua vehicular en Cataluña (hay que ser bobo y mameluco para suprimir el español en España), cuando el castellano es la segunda lengua más usada en todo el orbe, con casi 600 millones de hispano parlantes. “Libertad, libertad, libertad…” clamaba el Congreso de los Diputados ante la aberrante ley que pretenden imponer estos progres de una agonizante izquierda radical y que provoca la mayor fractura educativa de la democracia. Esta auténtica “boutade” nos ha convertido de nuevo en el hazmerreír global en todos los rincones del mundo.

El conocimiento es el mejor antídoto contra la ignorancia. Pero a estos cavernícolas de dibujos animados les importa un carajo con tal de confinarse en el poder, aunque sea a costa de rendir pleitesía a los separatas catalanes, cuya aquiescencia será crucial para sacar adelante unos Presupuestos Generales del Estado cocinados a la carta. A la carta socialcomunista, claro. Ese sucedáneo postizo que nadie conoce los ingredientes que lo conforman, pero que desprende un profundo tufillo a corrupción galopante.

Otra es el aumento en el peaje de esa autopista que supone un Consejo de Ministros con 23 carteras ministeriales (la mayoría invisibles y que nadie sabe para qué sirven) con la que está cayendo en nuestro país. Hay que ser ruin y mezquino para, aprovechando la terrible coyuntura social, subirse el pastizal que perciben los ministros del Ejecutivo cuando millones de españoles se mueren de hambre.

Miren, les voy a regalar un consejo gratis a estos politicuchos de tres al cuarto: demuestren de una vez por todas su respeto y solidaridad hacia el pueblo español y reduzcan a la tercera parte, por lo menos, esa aberrante legión de más de 2.000 amiguetes enchufados a dedo como ¿asesores?, la mayoría de ellos sin cualificación acreditada y sin aprobar ninguna oposición, que supondrá una partida de más de 65 millones de euros en los PGE que pretenden aprobar con el apoyo de independentistas, nacionalistas, proetarras y demás fauna política. Y conviertan ese dinero en pan para los cientos de miles de compatriotas que esperan como agua de mayo el maná prometido (léase ertes y ayudas) que no llega nunca y que les condena a engrosar cada día las interminables colas de recogida de alimentos en las oenegés españolas. Vergüenza debería darles ser testigos diarios en los informativos de todas las cadenas de TV del escarnio y denigración que vienen padeciendo miles y miles de españoles.

El colmo de la desfachatez se encierra en el propósito de querer organizar, controlar y perimetrar el Poder Judicial, evitando así la fiscalización de este Desgobierno para poder manipular a su antojo la justicia española. Con claro vestigio hitleriano de “aquí mando yo” o, como diría Luis XIV, “L’Etat c’est moi”.

Ante tamaño exabrupto, Europa, y con menor profusión la inoperante Oposición española, ha dinamitado por el momento esta cacicada de los “Picapiedra”, esos dictadores de opaco cuño en el que se han convertido Sánchez e Iglesias.

El rol de Poncio Pilatos

El presidente del Desgobierno se siente cómodo en su rol de Poncio Pilatos, en el que ejerce con demasiados “lavamanos” en asuntos cruciales para nuestro país. Y en lugar de coger el toro por los cuernos y asumir de nuevo la responsabilidad de gobierno para liderar la lucha contra la pandemia que nos azota –como sería su deber-, ahora se lava las manos como Pilatos y descarga en las Comunidades Autónomas la responsabilidad de gestionar la batalla contra el Covid-19, dando lugar a múltiples versiones y modelos de gestión que en nada posibilitan la resolución del problema. Cada cual que se cocine su guiso y con su pan se lo coma. Así nos va.

Esta disposición tiene una clara lectura. Si la cosa marcha bien y se logra frenar la curva de contagios, la medida habrá sido acertada y la medalla se la colgará el ínclito inquilino de la Moncloa. De lo contrario, la culpa recae en las CCAA que no han sabido gestionar la pandemia y sus consecuencias tanto sociales como económicas. La jugada perfecta, vamos… Listillo que nos ha salido el exalerito guaperas del Ramiro de Maeztu. Lástima que ya no engaña a nadie, ni siquiera a la “Demencia” estudiantil.

Otras destacadas máculas serían los turbios asuntos en los que se ven envueltos sus socios de gobierno (casos Dina, Echenique, Neurona, financiación ilegal, caja B de Podemos, etc., etc.), pero lo más sangrante de todo es el acuerdo adoptado con EH Bildu para la aprobación de los PGE. Vender España a la camada proetarra, a los herederos del tiro en la nuca, es la decisión más aberrante de la historia de la democracia en nuestro país. Una alianza fatídica e intolerable para las víctimas del terrorismo y para el conjunto de la sociedad española -profese uno la ideología que sea-, que hipotecará de desastrosa guisa al PSOE y a los podemitas de por vida.

El pacto con los delfines de los asesinos de ETA nunca se entenderá ni se aprobará por los millones de españoles de bien que sufrieron la masacre terrorista y que aún conservan en sus retinas el horror del casi millar de asesinatos de los compinches de Arnaldo Otegi. Un Otegi que, por cierto, volverá a sentarse en el banquillo de los acusados por el caso Bateragune y que se atreve a decir que “frente al instinto depredador del capitalismo no existe otra alternativa que la radicalidad”. Algo así como reavivar la “kale borroka” y el tiro en la nuca, y que “la izquierda española (en especial la abertzale) tiene una especial responsabilidad en decirle a la ciudadanía la verdad”. ¿Qué verdad? ¿La de haber asesinado impunemente a 900 españoles de manera cobarde en aras de una falaz y sectaria ideología política? Ningún pensamiento político justifica el tiro en la nuca. Al que lo practica se le llama cobarde y asesino. Y debe pagar por ello.
Lo dicho. A estos cavernícolas de dibujos animados, España y los españoles les importamos una MIERDA.

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