Pedro Manuel Hernández López: «¿Un funeral de Estado o un ritual paramasónico?»

Pedro Manuel Hernández López: "¿Un funeral de Estado o un ritual paramasónico?"

No sé lo que pensaron y sintieron los ciudadanos que, el pasado 16 de julio, siguieron a través de RTVE “el funeral oficial de Estado” en homenaje a las víctimas del Covid. Sí sé lo que yo pensé y sentí al ver esa “caricatura burlesca” retransmitida por la televisión del Gobierno: tristeza, vergüenza y rabia. Toda la prensa casposa y pesebrera, haciéndose eco de los vehementes deseos del vicepresi-Iglesias –al que le molesta mucho cualquier información que proceda de los medios de comunicación que no controle– ha coincidido en llamarlo “funeral de Estado”. ¿De verdad creen que ese esperpento de ceremonia fue un funeral y de Estado…? A la vista de lo que allí se vio y se oyó, no me lo pareció. ¡Claro, que para gustos los colores!

Podrán argumentarme lo que, como y cuando quieran…Para la gran mayoría de españoles eso no “fue un funeral y mucho menos de estado; sí fue un homenaje y –ahora sí—de Estado; sí una ceremonia fría y laicista de recordatorio y acompañamiento, muy próxima a los rituales para masónicos” en honor de los más de 45.000 fallecidos por el Covid. La frialdad y ausencia de sentimientos que se “mascaban” en el ambiente a través de la pantalla del televisor, fueron tan intensas y visibles, que a malas penas pudieron ser contrarrestadas por la cálida presencia y la solemne humanidad de S. M. Felipe VI de España.

Por mucho que se empeñó el Gobierno en pleno –con los laicistas Sánchez e Iglesias, a la cabeza– y arropado por los Farreras, los Iñakis y los Wyoming de turno, haciendo de corifeos, a modo de maestros de ceremonias, voceando y aclamando como energúmenos –por sus respectivos minifundios televisivos– la solemnidad y la magnificencia de ese inolvidable y parafernálico ritual (¿?)… no lo consiguieron, pese al mucho tesón, paramento y categoría desplegados por la organización y los invitados. “En jamás de los jamáses” será considerado y pasará a la historia de España como un auténtico funeral de Estado, en toda la regla.
Gracias a Tele Madrid y 13 TV pudimos seguir en directo el solemne funeral religioso en la catedral de la Almudena –oficiado por el arzobispo de Madrid y cardenal Carlos Osoro– al que asistieron los Reyes de España en compañía de sus hijas y diversas autoridades políticas y civiles. A la ceremonia no asistieron ni el presi- Sánchez, ni el vicepresi- Iglesias, ni el ministro Illa, ni el resto de ministros. Todos intentaron “hacer mutis por el foro”. La única honrosa excepción y digna de mención–ya que “lo cortés no quita lo valiente”– fue la vicepresidenta primera del Gobierno, Dª Carmen Calvo, que como “vale igual para un roto que para un descosido”, ahí estaba “delegada” por su jefe para presidirlo en representación suya.

Pese a no ser retransmitido por RTVE — por orden expresa del chavista vice-Iglesias y a través de su vocera y fiel cancerbera, la señora Mateo, la que solo se rige por las consignas políticas que le marcan y la que manipula todo de una forma sospechosamente sectaria y ofensiva– todos nos extrañamos (aunque no nos debió sorprender) de tan significativas ausencias y más en un acto nacional de Estado en homenaje y memoria de las víctimas del Covid. Todo en la vida tiene su explicación, más o menos convincente, excepto si concierne al Gobierno. En este caso concreto, como le atañe directamente… no, no hay explicación que valga, pues “con el Gobierno hemos topado, amigo Sancho”… Todo en él es mentira, falsedad, ficción, falacia, engaño, farsa, artificio, argucia, treta, subterfugio, embuste, patraña, arana, etc., etc. (elijan la que más les guste y mejor se adapte a su estado de ánimo). ¡Elijan la que elijan… la explicación siempre es la misma…una mentira pura y dura! ¡No olviden, como otras veces he apuntado, que el actual Gobierno “nos miente…hasta cuando no nos miente”!

Algunos de los que brillaron por su ausencia intentaron justificarse con las más variopintas y “oficiosas” excusas (almuerzos presidenciales, mítines en las elecciones autonómicas, problemas de agenda, incompatibilidad de horarios, etc.) Otros, la mayoría de ministros y “ministras” (por aquello del lenguaje de inclusión y para no ser tildado de machista “cloaquero”) del “frugal” (ahora que está en plena vigencia y de moda en la UE) ejecutivo presidencial, “haciendo mutis por el foro”, pasaron olímpicamente del acto, como si los más de 45.000 muertos españoles y objeto del acto no fueran con ellos.

¿Qué hubiera pasado si los “faltones” hubieran acudido a la ceremonia…? ¿Habrían tenido las “agallas” y “redaños” suficientes para aguantar estoicamente—pues en el cargo lo llevan y en el especifico se recoge—cual soldados pompeyanos “la avalancha de lava” en forma de insultos, silbidos improperios y abucheos de los que, con toda seguridad, iban a ser objeto por parte de las familias de los muertos? No sé lo que pensarán…pero yo creo, que a falta de lo anterior y muchas más cosas… les sigue faltando honradez, entereza moral, rectitud de conciencia, integridad y decencia en todas las esferas de su distimica personalidad…

Todo este galimatías –de funeral religioso de Estado, oficiado en la catedral de Almudena, y de este otro funeral de Estado no religioso, celebrado en el Patio de Armas del Palacio Real– con la ausencia de Sánchez e Iglesias, en el primero, y la presencia de ambos, en el segundo… contrasta mucho con la situación vivida en otros países de nuestro entorno europeo. Los eventos de este tipo –en memoria de los muertos, tengan o no un matiz religioso– no han generado tensiones políticas, ni malestar institucional, ni fracturas sociales. Si algo no podemos negar es la “coherencia” del acto del Palacio Real con la nefasta respuesta del Gobierno a la pandemia. Su única preocupación ha sido falsear las cifras de muertos y minusvalorar sus terribles consecuencias sanitarias, económicas y socio laborales.

Me ha chocado, y mucho, su sectario compromiso “laicista” que colisiona frontalmente con la “aconfesionalidad” del Estado, donde la mayoría practica la religión católica en un alto porcentaje…También las mascarillas de algunos de los asistentes. Concretamente la exhibida por F. Simón, con dibujitos de tiburones… Otros, por lucir unas mascarillas de riguroso negro azabache y por la posición en círculos concéntricos en la que se sentaban, me recordaron a la escena principal de la morbosa película “Eyes wide Shut” –la obra póstuma de Stanley Kubrick, estrenada en 1999 e interpretada por Tom Cruise y Nicole Kidman…
Tampoco me dejó indiferente el incalificable atuendo de la presidenta del Senado y, mucho menos, el descorbatado aspecto de Iglesias, que sí que acudió con esmoquin y pajarita a la gala de los Goya. ¿Qué cabe esperar de quien fue capaz de abandonar a su suerte a decenas de miles de ancianos en unas residencias obligadas a combatir con el coronavirus en unas condiciones apocalípticas…?
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Todo ese simulacro de funeral de Estado fue un acto cabalístico, al estilo del neo paganismo o de las sectas para masónicas. La disposición del cuadrado dentro del círculo significa para los expertos en ocultismo el triunfo de lo material sobre lo espiritual, es decir, la cuadratura del círculo. Quienes lo montaron así no ignoraban tal simbolismo: la llama en medio, en el centro del círculo, representaba a los que ya no están corporalmente entre nosotros, pero sí en espíritu.
Lo dicho. No fue un funeral de Estado. Fue, más bien, un funeral “neopagano” con tintes esotéricos y símbolos de logia masónica… ¿No estará detrás de toda esta parafernalia la mano negra y la ideología del magnate y especulador Georges Soros…? Según palabras de Jim Denney -autor de The new Reagan Revolutum– “un misil nuclear puede destruir una ciudad entera, pero George Soros puede destruir nuestro estilo de vida”.

Por si, sí…o por si, no…ahí queda escrito, para aviso a navegantes no acostumbrados a navegar en aguas profundas y revueltas.

Pedro Manuel Hernández López es Licenciado en Medicina y Cirugía, en Periodismo y ex Senador Autonómico del PP por Murcia.

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