F. A. Juan Mata Hernández: «El IVA de las colas del hambre»

F. A. Juan Mata Hernández: "El IVA de las colas del hambre"

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Ricos manjares devoro.
—Yo con pan duro me allano.
—Bebo el Chipre en copas de oro,
—Yo bebo el agua en la mano.
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(Las dos grandezas. Ramón de Campoamor)

He pretendido contrastar el pensamiento de este artículo con esa cuarteta de mi paisano asturiano, don Ramón de Campoamor, del poema “Las dos grandezas”. Refleja el poeta un encuentro del poderoso Alejandro Magno con Diógenes el Cínico. La ficción pretende describir un imaginario debate entre el emperador del mundo y el filósofo, cuando Alejandro le ofreció infructuosamente su apoyo generoso. Es bien sabido que Diógenes de Sinope, vivió como vagabundo por las calles de Atenas para enseñar que la pobreza extrema era una virtud. Él mismo vivía en un tonel y sus únicas cuatro pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco (hasta que un día al observar que un niño bebía el agua con sus manos, tiró el recipiente y se quedó solo con tres).

Hace unos años yo usaba este relato poético como ejemplo de superación durante un voluntariado en el Teléfono de la Esperanza. Era un argumento si al otro lado de la línea pedía consuelo algún llamante desesperado, personas sin hogar o que vivían en la miseria. Utilizar como medio de reflexión las estrofas de Campoamor en ese poema me ha servido para centrar a veces lo que es y lo que no es siempre tan importante, y el hecho de que fuera mediante poesía daba más fuerza a la meditación. Sirva para ello la propia opinión del poeta asturiano, quien decía a ese respecto: «La poesía es la representación rítmica de un pensamiento por medio de una imagen, y expresado en un lenguaje que no se puede decir en prosa ni con más naturalidad ni con menos palabras… »

Pues bien, hoy tenemos en España una versión multitudinaria de aquel ejemplo del filósofo cínico. Se pueden ver en todas las ciudades grandes colas para pedir ayuda en los comedores sociales. Se cuentan por miles las personas con carencia absoluta de medios y, desgraciadamente, este no es un fenómeno que vaya a reducirse en el medio plazo. El daño económico de la pandemia COVID-19 se estima que traerá consigo la ruina o la pobreza extrema para más de de un millón de españoles. Y es que hasta ahora los muertos fisiológicos superan, según parece, los 60.000, pero los muertos y heridos por muerte psicológica serán al menos quince veces más.

La salud, a fin de cuentas, es un complejo proceso que depende del equilibrio bio-psico-social y se retroalimenta si falla en cualquiera de sus tres patas. El salto social al abismo de la mendicidad supondrá, no cabe duda, un futuro de depresiones e infecciones múltiples, peores posiblemente que los directamente causados por la pandemia. Para paliar la situación el Gobierno central ha adornado su imagen con una aparente serie de Medidas urgentes, que ni han sido consensuadas, ni arrancan de la ejemplaridad debida exigible a quien gobierna. No hay voluntad de resolver un desastre económico como el que están provocando si además no se da ejemplo de austeridad; reducción de prebendas; limitación de gastos superfluos; reducción del maremágnum de ministerios y asesores “bienpagaos”; eliminación de vehículos de alta gama a disposición; ni otras gabelas que no voy a citar por no aburrir. Es cierto que no todo es oscuro, pues frente a tanta desidia e ineptitud, está una labor callada y eficaz de muchas Fundaciones, principalmente de la Iglesia Católica, pero también de otro tipo.

Fundaciones benéficas
Algunas de las Fundaciones benéficas destinadas a paliar esta tragedia: Cáritas. www.caritas.es; Federación Española de Bancos de Alimentos. www.fesbal.org; Cruz Roja Española. www.cruzroja.es, etc… demandan el apoyo solidario de quienes aún pueden permitirse prescindir de parte de sus bienes para ayudar a otros. La solidaridad aflora entre los corazones como si el vínculo de hermandad humano se hubiese hecho de pronto más visible.
Pero veamos el modo de colaborar con estas instituciones y, de paso, aclarar alguna duda que alarma las redes sociales. Corre el rumor de que el gobierno cobrará un impuesto por cada ayuda que entreguemos a los bancos de alimentos. Imaginemos un caso concreto, y este podría ser su relato:

Miramos con tristeza las colas inmensas de gente esperando para recibir una ayuda, vacilamos, e intuimos que nuestro comportamiento no es suficientemente generoso. Después en el supermercado decidimos colaborar.

—¿Perdone? ¿Podría dar una ayuda para el banco de alimentos?

—Por supuesto —responde sonriente la cajera— ¿Cuánto quiere donar?

Nos distrae el protocolo para evitar tocar nada más que lo necesario y no escuchamos claramente la explicación que susurra, mientras tramita nuestra propia compra.

—Añada un donativo de veinte euros.

La cajera saca el ticket de la registradora y se lo tiende.

Al llegar a casa se inquietó al observar que el comprobante reflejaba que su aportación a Cáritas era de 18,2 euros, porque se habían retenido 1,8 euros de IVA. Recordó entonces un comentario de alguien: «¡Estos can… mercadean hasta con el hambre. Malditos sean mil veces mil! »

Pero la indignación, al menos por ese motivo, no era correcta. La realidad es que la mayoría de los alimentos pagan un IVA del 10%, salvo en productos de primera necesidad, como el pan, los huevos, la leche y otros, que tributan al 4%. Lo que hizo el Comercio al detraer el IVA del 10% del donativo no fue sino retener el habitual de estos productos. Piénsese que, de haber entregado directamente las alubias, la carne o el pescado, al necesitado, habría tenido que pagar ese mismo 10%, y que si se entregase el dinero directamente a Cáritas, también esta organización tendría que abonar el IVA cuando adquiriese los alimentos.

¿Es mejor entregar el dinero a Cáritas o el donativo en la caja del establecimiento comercial?

La respuesta es inmediata, lo mejor es entregar el dinero directamente a la Fundación, y ello por varios motivos:
a) No se conoce a priori cuál es el alimento que va a ser más necesario para la estructura, fines y demanda que se atiende.
b) Si entregamos el dinero en un establecimiento comercial como donativo, se producirá una retención del 10% en concepto de IVA, como la que hemos indicado. Esto obligará después a Cáritas a ir exclusivamente a ese establecimiento para realizar la compra, pues de otro modo perdería el IVA que se pagó por adelantado.
c) La duda es si al hacer el donativo en el comercio se pudiese perder la diferencia entre el IVA del 10% que han retenido, y el reducido del 4%, si se compran bienes de primera necesidad con el IVA inferior.

En conclusión: «No confíes, ni estribes sobre la caña hueca…», dice Tomás de Kempis, pero en este caso la desconfianza no tiene base, porque al menos intencionadamente no se va a duplicar el IVA de las Colas del hambre. Hasta ahí no podrían llegar, pero termina esa frase así: «Toda la carne es heno y toda su gloria caerá como flor de heno», y parece la profecía de lo que ocurrirá si se empeñan en mantener privilegios mientras sufren otros muchos el mal de sus errores, y no he dicho horrores, pero habría valido igual.

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