OPINIÓN

Rafael López Charques: «España soy yo»

Rafael López Charques: "España soy yo"

Creemos que todos habrán oído alguna vez una frase que resume una manera de gobernar, “el Estado soy yo”. La historia se la atribuye a Luis XIV de Francia, paradigma de gobernante absoluto, cuya palabra era ley y obligaba a que sus propuestas fuesen asumidas sin discusión.

Seguramente todos creíamos que eso era ya agua pasada, que hoy en día, nuestro magnífico sistema democrático garantiza el debate de las leyes antes de su aprobación. En consecuencia que es realmente el pueblo, a través de sus representantes, quien establece las leyes.

Es un bonito pensamiento, una agradable ilusión, pero se queda en eso, pues los hechos nos demuestran que en nuestro país, hay varios políticos que actúan bajo el lema “España soy yo”, y se lo creen, mientras los ciudadanos aguantamos.

No hay más que observar el comportamiento habitual de nuestros augustos representantes. Las propuestas de leyes las amañan entre ellos, en esta cedo yo a cambio de aquello, o si tú te comprometes a que la próxima se elaborará como yo quiera. Después las presentan en el Congreso, para teóricamente discutirlas, lo que generalmente se convierten un acto simbólico. Efectivamente unos las presentan y por mucho que digan otros, ni caso. Que se cansen de hablar y ya votaremos. Es una muestra de una postura autoritaria, absolutista, pues los contrarios alguna vez dirán algo en lo que tengan razón, y lo democrático sería dársela, pues representan a una parte importante de la población, y hacer las consiguientes modificaciones, pero la tónica predominante es “oídos sordos”. Esta actitud evidencia que “el Estado soy yo”

Hemos apuntado que así actúan varios políticos que actualmente manejan el poder. Pueden preguntarse ¿cómo es que hay más de uno que se crea ser el Estado si la nación es única? La explicación es sencilla. Muchos de ustedes se acordarán que hace ya bastantes años se decía, que España antes era “una, grande y libre”, pero que se iniciaba el camino para que se convirtiese en “varias, pequeñitas y cabreadas”. Esa es la razón.

A nuestra querida patria, discúlpennos si a alguien le molesta esa expresión, muchos de nuestros dirigentes están tratando de convertirla en un nuevo reino de taifas, donde cada uno será el reyezuelo de una parte, amo y señor absoluto de la misma, que mantendrá en enfrentamiento con las demás.

Un hecho muy significativo es lo que ha pasado con la educación. En cada región su lengua será la que prime, obviando a una que se habla en todo el mundo.

Mientras que Madrid cubre el triple que Cataluña de las contribuciones al fondo de solidaridad estatal, el desgobierno ha aumentado las inversiones en esa última, en más de dos mil trescientos millones de euros, que por cierto está presionando para que suban los impuestos en la primera, en vez de gastar ellos menos. Posiblemente lo consiga, porque hay que pagar el apoyo al “mando y ordeno”

El no gobierno ha rechazado, por inasumible, aumentar en cien euros mensuales el salario de los militares, lo que no llegaría a ciento sesenta y cinco millones al año. Sin embargo sigue manteniendo un desgobierno mastodóntico (¿qué hacen la mitad de los ministros?), regado de asesores para todo, a los que poco les debe exigir, aparte de ser amiguetes y aplaudir. Así no puede extrañarnos que la secretaría de Estado de Comunicación cometa faltas de ortografía garrafales, y un ministerio confunda la bandera de un país al que da la bienvenida. No se puede subir el sueldo a los antedichos, pero se puede regar con dinero, mucho más de lo que tal aumento supondría, a asociaciones, chiringuitos, etc. inútiles pero serviles.

Para más inri, tenemos el control de un ministerio de la verdad encubierto, una muestra más de que “España soy yo” y pobre del que lo dude.

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