OPINIÓN

Javier Cabrerizo Daniel: «Le dolía España, como a Unamuno»

Javier Cabrerizo Daniel: "Le dolía España, como a Unamuno"

La semana pasada me encontré con un amigo en Zaragoza, y mientras nos tomábamos un café con cierzo me comentaba su preocupación por nuestro país. Le dolía España, como a Unamuno.

A ver si hay elecciones y cambiamos este gobierno (fíjese que lo escribo en minúsculas) porque esto es insufrible. (me dijo)

Dicen que una persona negativa es una positiva, pero bien informada, y como tantas cosas que se suelen decir, es una tontería, pues mi amigo lo está. Yo sí suelo ser positivo con mi vida, no tanto con esta nación. En lo primero encuentro motivos, en lo segundo cada día menos.

Decía Bismarck que España es el país más fuerte del mundo porque lleva años destruyéndose a sí mismo y todavía no lo ha conseguido. Esto fue dicho a finales del siglo diecinueve y estamos en el veintiuno.

Lo fuerte no es inquebrantable. Imaginemos gotas de agua cayendo en una superficie constantemente. Esas gotitas parecen insignificantes, pero, al final, una a una terminan destruyéndola.

Si dentro de tres años cambia el Gobierno (en este caso en mayúsculas) deberá ser el más valiente que jamás hayamos conocido porque la ideología ya lo ha impregnado todo con su sucio y asqueroso sectarismo.

Solamente con mirar la educación de lejos uno se estremece y si la miran de cerca, como yo, se altera. La semana pasada el periódico de mi Universidad dedicó siete de sus diez páginas a la “violencia de género”, dos a ecologismo y otra a educación inclusiva. Estos tres parecen ser los ejes del nuevo mundo.

La educación nació como un instrumento para el progreso, tanto individual como colectivo. En este país se ha convertido en una especie de utopía cuyo único objetivo es hacer progresar a unos malvados señores mediante nuestra ignorancia, y finalmente, gracias a nuestro voto.

Vayan al País Vasco y pregunten por Miguel Ángel Blanco, ya no les digo en un colegio, vayan a una Universidad. Un estudio reveló que la mitad de los estudiantes no saben quien es. Vayan a Cataluña y examinen su nivel de castellano o mejor aún, pregunten por la historia de su Reino.

¿Cómo se ha conseguido esto? Gotita a gotita; un día el profesor mira raro al que lleva una bandera de España, otro te gritan fascista por la calle, otro cambia el presentador en la televisión autonómica (…) Gotita a gotita.

Vuelvo a decir que la educación ya no se trata de un mecanismo que otorga cultura y, por ende, liberad al individuo. Se trata de impregnarle con ideología, sustituta hoy del saber.

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