Con las televisiones y las radios haciendo de altavoces y sin recordarnos nuestros deberes

Derechos y deberes en tiempos de pandemia y de Filomena!

Y este ritornelo acompañado del triste y crónico enfrentamiento entre Administraciones de distinto signo político y bocazas de diferentes partidos.

Derechos y deberes en tiempos de pandemia y de Filomena!

Hartos de que en el franquismo hubiese muchos más deberes que derechos, los españoles de entonces decidimos en la Transición que teníamos que tener muchos más derechos que deberes, y luego, con el paso de los años y la ayuda de los populismos, principalmente de Unidas Podemos, acordamos que solo hay derechos y ningún deber.

Y en estas estamos como se constata en la pandemia y en el paso de Filomena.

Con las televisiones y las radios haciendo de altavoces y sin recordarnos nuestros deberes (es el seudo periodismo bla bla bla), muchos militantes de  esas legiones de sujetos con derecho a todo y todo gratis han dicho, a través de las alcachofas que les han puesto en la boca, que a su casa, urbanización y coche ¡No ha llegado ni un empleado del Ayuntamiento!, ¡No podemos salir ni al portal, nadie nos ha limpiado la acera!, ¡Tampoco nos han descargado la nieve de los tejados!, ¡Esto es una mierda: llevamos sin luz una hora, sin agua tres, sin gas cuatro y sin internet seis!, ¡Todo es un desastre, no hay derecho!, ¡Me he tirado cuatro horas parado dentro del coche y nadie me ha socorrido, ni dado una botella de agua y un bocadillo!

Y este ritornelo acompañado del triste y crónico enfrentamiento entre Administraciones de distinto signo político y bocazas de diferentes partidos.

¡Qué desgracia!

La tónica con Filomena ha sido esta, aunque por encima de unos y otros han brillado varios cientos de ejemplares ciudadanos, solidarios, leídos, viajados y sin complejos, que se han puesto manos a la obra para limpiar aceras con pico y pala, transportar en sus vehículos de tracción total a personas necesitadas, mover mercancías de primera necesidad, esparcir sal para evitar costaladas y minimizar el daño mientras se subsanan averías.

Todos los que leen algo más que un twitter, viajan sin orejeras y piensan por sí mismos, saben que en capitales, ciudades y pueblos de Europa, Estados Unidos de América, Canadá, Chile, Argentina, Japón, Rusia,.. en donde la nieve les visita cada invierno varias veces y a lo grande, los servicios estatales y municipales abren viales e infraestructuras vitales en cuanto pueden, pero que son los vecinos, a través de los porteros, de los encargados del mantenimiento de los edificios, de las comunidades de propietarios y de los dueños de establecimientos a pie de calle, a quienes les corresponde por ley echar sal, despejar de nieve, en menos de cuatro horas, un pasillo de un metro de ancho y retirar la que se acumule en los salientes de su fachada y tejado para evitar accidentes. Y todo bajo amenaza de multas que oscilan, según moneda, entre 100 y 250 euros. Allí no hay ningún imbécil que rebuzne reclamando que le limpien su portal, la acera de su negocio y la nieve de su coche, ni ningún medio de comunicación que les haga de palanganero.

En Madrid, la Ordenanza de Limpieza de los Espacios Públicos, en su actualización de 27 de febrero de 2009, afirmaba que todas las personas físicas y jurídicas estaban “obligadas” al cumplimiento de las obligaciones en materia de limpieza general y mantenimiento de los lugares públicos. Y en el artículo 10, “el deber de colaboración ciudadana”, se decía que “las personas que habitan las fincas urbanas y las que tengan a su cargo la limpieza de edificios públicos y otros establecimientos” son las que deben colaborar en la limpieza de hielo y nieve de las aceras. Dicha limpieza “debe realizarse en la longitud correspondiente a su fachada, y en una anchura mínima de dos metros”. Si la acera es mayor, se debe depositar la nieve y el hielo al borde de la calzada. Y en cuanto al aseo de zonas particulares –calles, aceras, patios y jardines interiores-, “debe llevarse a cabo por la propiedad”. La Ordenanza señalaba que “el coste de dicha actuación sería a cargo del obligado, además de las sanciones correspondientes”.

Pero utilizo el pasado porque la Ordenanza se recurrió y la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en sentencia nº 1.225 de 17 de junio de 2010,y posteriormente la Sección Cuarta de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo, en sentencia firme del 7 de noviembre de 2012, dejó sin efecto la normativa declarando que “la obligación de limpiar la vía pública es una prestación de carácter personal y por tanto su establecimiento solo puede hacerse por una ley y no por una ordenanza”. Y a lo que se ve los Consistorios que se han sucedido no han tenido tiempo para promover una ley que nos iguale con los países serios y nos obligue a arrimar el hombro cuando toca. La holgazanería y la exclusividad de derechos es lo que, por lo general, va con nosotros. Ya no puedo esperar con curiosidad la lista de multas por incumplimiento de la Ordenanza porque en el reino de Viva la Pepa cada uno hace lo que le viene en gana. El palo está guardado y solo sacan a los repartidores de zanahorias para recolectar votos. Cuando llegue otra Filomena veremos de nuevo el incivismo, el pasotismo, la altanería y el desorden.

Y en la lucha contra la pandemia del Covid-19 pasa otro tanto. Si se les convoca, no acuden; si se priorizan tratamientos, no los acatan; si se dan normas, las incumplen porque como afirma Víctor Lapuente: “el ciudadano reclama para sí todos los derechos, todo el asistencialismo, toda la noción de víctima, pero recela de cualquier implicación comunitaria concreta y de cualquier sensibilidad evanescente hacia los fenómenos abstractos que nos trascienden”.

Si nuestras autoridades, del nivel que sean, se ocupasen del ciudadano, de su instrucción en derechos y deberes, y de su futuro en paz y libertad, en vez de fabricar inútiles, egoístas y paniaguados pedigüeños, todos sabríamos que por cada derecho hay un deber y que en situaciones extraordinarias tenemos que dar lo mejor de nosotros hacia el prójimo y la colectividad, y no esperar enrabietados a que nos limpien los mocos, nos cambien el pañal y nos pongan en la boca el chupachups.

JORGE DEL CORRAL

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Autor

Jorge del Corral

Hijo, hermano y padre de periodistas, estudió periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Ha trabajado en cabeceras destacadas como ABC y Ya. Fue uno de los fundadores de Antena 3 TV. Miembro fundador de la Asociación de Periodistas Europeos (APE) y del Grupo Crónica, creador de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión (ATV) y fundador de la Unión de Televisiones Comerciales (UTECA). Un histórico de la agencia EFE, donde fue subdirector y corresponsal en Roma.

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