BARCELONA ES UNA CIUDAD SIN LEY

La Generalitat catalana fuerza a sus policías antidisturbios a enfrentarse ‘desarmados’ a los terroristas callejeros

El independentismo y el populismo se retroalimentan en Cataluña

La Generalitat catalana fuerza a sus policías antidisturbios a enfrentarse 'desarmados' a los terroristas callejeros

Subraya Carlos Cuesta, este 9 de marzo den 2021, en OKdiario que los Mossos no aguantan más: han pedido a sus dirigentes que les permitan defenderse del terrorismo callejero y la respuesta de sus mandos ha sido la negativa, incluso, a poder cargar las escopetas antidisturbios.

«Llevan la armas, pero cuando piden permiso para cargar y disparar los proyectiles de foam, la respuesta es un no».

Es, como resalta Cuesta, la prueba del nueve de que las autoridades independentistas catalanas están más cerca de las reivindicaciones de quienes llevan sembrando semanas la violencia en las calles de Barcelona que de las reivindicaciones de los mossos..

Quienes tienen que velar por el cumplimiento de la ley e impedir que los terroristas callejeros campen a sus anchas y desaten la barbarie son obligados, de hecho, a ir desarmados, lo que les convierte en diana fácil de las guerrillas urbanas.

Es tanto como alentar a los violentos a que descarguen su ira sobre los agentes, un disparate de tal naturaleza que cabe afirmar que en Cataluña se ha abdicado conscientemente de la defensa de la legalidad y la seguridad ciudadana.

Todo un acicate para que quienes siembran el terror se vean amparados y toda una impugnación del mandato que la Constitución otorga a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

En estas circunstancias, desprotegidos por decisión de las autoridades políticas, los mossos pasan a convertirse en pim-pam-pum de los terroristas callejeros.

El independentismo y el populismo se retroalimentan en Cataluña hasta el punto de haberse convertido en caldo de cultivo para la proliferación y extensión de la violencia y la delincuencia en todas sus variables: desde el terrorismo callejero a la «okupación» pura y dura, como si el imperio de la ley hubiera de dejado de regir en una Comunidad donde cualquiera puede imponer su voluntad por la fuerza.

El separatismo y el populismo no es que hayan dejado hacer, sino que han fomentado el germen del desacato al Estado de Derecho. Y las consecuencias están ahí: los policías desarmados frente a los terroristas callejeros.

Es la Cataluña del siglo XXI.

 

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