OPINIÓN

Pedro Manuel Hernández López: «De la España “postfranquista” a la España “socialcomunista y liberal” (Segunda parte)»

Pedro Manuel Hernández López: "De la España “postfranquista” a la España “socialcomunista y liberal” (Segunda parte)"

Hoy los derechos más básicos y esenciales de nuestra Constitución –el derecho (y la obligación) de trabajar, de tener un trabajo digno, un sueldo digno, el derecho a una vivienda (digna), el derecho de conocer el idioma español y el derecho de poder crear una familia– nos son arrebatados impune e inmisericordemente a golpe de decretazos por este Gobierno y sus socios. Derechos sociales básicos, que hoy al que los tiene, se le considera un privilegiado y miembro de la casta a derrotar. Esto demuestra hasta donde hemos llegado en esta sociedad y en esta España liberal y progresista, donde hay que pedir perdón por trabajar, por poder elegir colegio , por tener un salario con el que mantener a la familia, por hablar español, por tener una vivienda, por poder acudir al médico, por cobrar una pensión de jubilación…entre otros derechos. Esta es la maravillosa democracia y sus múltiples derechos y libertades que nos quieren vender. En el fondo es un engañabobos o mejor dicho: ¡esto no es una democracia, es una cleptocracia! (del griego kleptein: quitar, hurtar, robar) ¡Maravilloso! ¡Viva la democracia progresista y la libertad sin barreras!

Siempre me ha parecido injusta y tremendamente ventajista la gente que juzga hechos pasados con la perspectiva del presente. Por eso me parece absurdo criticar y juzgar partidistamente los hechos acontecidos durante el franquismo y en la Guerra Civil con la perspectiva de hoy, salvo que se empleen los mismos criterios históricos, políticos y morales para juzgar a ambos bandos. Nuestro Gobierno y sus socios solo lo hacen para lo que les interesa, para la manipulación, el engaño y la mentira más ruin, y, en no pocos casos, la calumnia. Hoy, estos demócratas de “pacotilla” de toda la vida, se lo han cargado todo…y tontos, lo que se dice, tontos del todo… no lo son. Saben muy bien lo que hacen y para que lo hacen. Es increíble, hasta qué punto y poco a poco, como los gobiernos de Zapatero y Sánchez han destrozado el Sistema de Bienestar Social, iniciado durante el franquismo y consolidado por nuestra monarquía parlamentaria desde 1978. Hoy, por cierto, el término franquismo ha caído a nivel de insulto y como arma arrojadiza. El término “franquismo” –reducido a la categoría de insulto—es algo realmente tan inaceptable y deshonesto como casi todo lo que hoy sucede en “esta” España. Pero…“cada pueblo tiene lo que se merece” (Como suele decir, mi mujer, Cristina).

Hablan de la censura franquista, de la ausencia de libertad de expresión y del control de la prensa, cuando precisamente jamás ha habido mayor censura y un control más férreo de los medios– públicos y privados– de comunicación que hoy. Públicos, porque los controla el gobierno de turno, y privados, porque según como se porten hay subvención millonaria o no…En la España tenebrosa franquista… si enfermabas, daba igual donde estuvieras y vivieras. Hoy no. Según donde estés… te atienden o no, dependiendo de que aparezcas, o no, en el ordenador de la recepción del Centro de Salud o del Hospital teóricamente asignado.

La bandera era motivo de orgullo, de respeto nacional. Era la bandera que representaba a todos los españoles, la del “Águila de Patmos”, la de San Juan “evangelista”, que daba un toque de majestuosidad, poder y respeto a la enseña nacional. Hoy la bandera es repudiada, humillada, quemada, vejada y perseguida. Automáticamente eres llamado facha si la exhibes en público. Da igual, no tienen más insulto que ese. Parecía que con las victorias de la Selección Española nos habíamos desprendido de ese muerto, pero no…seguimos igual o peor.

Con este panorama que podemos esperar. Hoy la bandera, como digo, es mancillada sistemáticamente y quemada junto a fotografías de nuestro Rey. No así los trapos republicanos que cuelgan de algunas fachadas de organismos públicos y que se exhiben con total impunidad en miles de manifestaciones, al igual que las banderas separatistas y anticonstitucionales, en ciertas regiones de España, incumpliendo la legislación vigente y sin que nadie haga absolutamente nada por evitarlo. Se consideran actos de libertad de expresión.

Es propio de un país de locos que rinde pleitesía a la necedad y donde al más lerdo e incompetente lo erige en presidente, como diría Desiderio Erasmo de Rotterdam en su inolvidable ensayo “Encomium morae” (El elogio de la locura, necedad o estulticia).

En la España postfranquista se podía vivir en Madrid, Barcelona, Bilbao, Málaga, Valencia o Murcia, pues en cualquier sitio había una educación pública y de calidad donde los hijos estudiaban en el idioma común de todos los españoles: el español, o como dicen hoy los cursis, para no ofender a los nazi-o-nalistas, el castellano. Hoy en varias comunidades es imposible estudiar en español. Y de la manipulación ideológica ni hablamos. Eso es para escribir un libro. Da igual si no saben sumar cuando acaben la carrera o si el cirujano no sabe ni dónde está el hígado, lo importante es que el catalán, el vascuence, el gallego, el mallorquín y el valenciano lo hablen y bien, en sus puestos oficiales.

En el franquismo se creó un Estado de Bienestar desconocido hasta entonces y que aún perdura, pese a su estado caquéctico y agonizante. Se creó la Seguridad Social, la Seat, la Renfe, la Once, las Universidades laborales, etc., etc. Jamás antes nunca en la historia de España había existido tal calidad de vida y nunca una constante tan bien asentada se había roto: siempre los hijos habían vivido mejor que sus padres, pero nuestros hijos vivirán peor que nosotros, si nada lo remedia. En la España sanchista, hoy solo existe recesión, paro, ruina, desesperanza, emigración descontrolada, colas del hambre, cierre de empresas, desolación, etc., etc.

Hoy mucha gente joven lo único que conoce de aquella época es lo que dicen los que vengo llamando “demócratas de toda la vida”, los que puño en alto sin venir a cuento se arrancan y te sorprenden con la “Internacional” y demás mamarrachadas de los “cantautores pijos-progres”, lo que cuentan las apesebradas y manipuladas cadenas de TV en programas, series y películas manipuladoras y sectarias como… (cada uno puede pensar y calificar los que quiera) y demás bodrios políticos que nada tienen que ver con lo que fue aquella otra España.

La España actual carece totalmente de dignidad y de vergüenza para propios y ajenos. Con su política económica de despilfarro prefieren subvencionar a empresas de amiguetes que mejorar el sistema educativo, el sanitario, el laboral, las pensiones, antes que convertir a España en un lugar decente donde no se subvencione la anticultura, la ineficiencia, el separatismo, el sindicalismo de “lo cojo y me lo llevo”, y hasta el terrorismo, amén de ese voraz mastodonte autonómico…que es ya imposible desmantelar a las que en su momento se les dio el nombre de Autonomías o las “autono-suyas”, como dirían los satíricos de La Codorniz.

El Estado de las Autonomías, tal y como están articuladas en la actualidad, es algo de locos. A la que cumple…como premio paga aún más, y a la que despilfarra creando sin ton ni son en el extranjero embajadas inútiles, se le deja que gaste mucho más, si cabe. Han fomentado la división, el independentismo y el separatismo entre los españoles. De hecho, esta España es prácticamente un estado federal, pero por desgracia, no se parece en nada, a los “land” alemanes. Continuamente nos hablan de Europa. Los sueldos de los políticos sí que están muy bien homologados a sus colegas europeos, al igual que los precios que pagamos, pero los salarios… son la mitad o quizás menos que los de nuestros vecinos europeos.

Esta democracia moderna y progresista, la de los gobiernos de ZP y Sánchez, no ha sabido dar respuesta ni a uno solo de los problemas a los que se ha enfrentado, algunos de los cuales no existían, cuando nació allá por el 78, y otros siguen estando ahí, pero agravados. No ha sabido dar respuesta al paro y casi todas las grandes empresas creadas se han ido fuera a cambio de nada. No ha sabido dar respuesta al separatismo que apenas existía. No han sabido acabar con cuatro terroristas cobardes que definitivamente han ganado la batalla a España a base de tiros en la nuca y bombas por doquier y hoy campean en los parlamentos ocupando un escaño, cobrando un suculento sueldo mensual y disfrutando de impunidad a “tutti plen”. No han sabido mantener el Estado de Bienestar y los avances sociales conseguidos por el franquismo y la Constitución del 78. Esta democracia, “la socialcomunista de Sánchez-Iglesias”, no ha dado respuesta a ni uno solo de los problemas que había y, en cambio, han creado otros muchos y más demoledores para España, como la inmigración libre y descontrolada (con la llamada de papeles para todos), la fuga de los mejores profesionales o el problemón de las lenguas autonómicas, entre otros muchos.

Lo que antes nada pudo –ni la fuerza, ni el odio, ni la razón de la sinrazón, ni la guerra-lo ha podido la política actual dirigida por esta banda de irresponsables e incompetentes políticos que nos han tocado en suerte. Lo he dicho y seguiré defendiendo que no sería justo achacar toda la culpa a la tropa política, ni al cabo furriel, arriba descrito. España, su pueblo, su sociedad, con sus votos así lo ha querido. Esta es la España que hemos creado entre todos. Y como decía aquel: “Entre todos la matamos y ella sola se murió”. Todo esto es propio de un país de locos que rinde pleitesía a la necedad y donde al más lerdo e incompetente lo erigen en presidente, como diría Desiderio Erasmo de Rotterdam en su inolvidable ensayo “Encomium morae” (El elogio de la locura, necedad o estulticia).

No tengo prácticamente ninguna esperanza, pero creo que ni la verdadera España –la de siempre, la que ha salido victoriosa de otras situaciones peores – ni sus gentes, no han dicho aún su última palabra. Esa España, hoy minoritaria, acorralada, humillada y mancillada… aún sigue viva y remontará el vuelo, como el águila de su escudo, mirando de frente al sol sin quemarse.

Termino como en la primera parte de este artículo y con las palabras que D. Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona 1939), decía –con ese humor tan socarrón que le caracterizaba– aquello de que: “¡Contra Franco vivíamos mejor!

Pedro Manuel Hernández López es Médico jubilado y Periodista

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