Hace poco más de una semana que la “farruquita” de Triana, la ministra y portavo-za del Gobierno de coalición del PSOE con Unidas Podemos, nos sorprendió a todos anunciando a “bombo y platillo” el cobro por circular—no solo por las autopistas, que incluso no sería descabellado–sino por todas las autovías y carreteras nacionales de nuestra España, ¡Toma higos, Josefa, que se agusanan! Esta frase, tan “güertana”, la solía decir un compañero y diputado de Blanca, en la Asamblea Regional de Murcia, cuando defendía alguna moción en el hemiciclo y quería con ella reforzar sus frágiles y poco convincentes argumentos. Ha sido, de todas todas, una medida muy impopular, dado el carácter histórico de gratuidad de las vías españolas. Para quien no lo sepa o lo haya olvidado, conviene recordar que España posee la mayor red de carreteras de toda la Unión Europea (y la tercera del mundo), y además concentra hasta un 73,5% de todas las vías gratuitas del Viejo Continente.
La idea de introducir los peajes ha ocasionado una auténtica avalancha de protestas y polémicas generalizadas, desde el ciudadano de a pie hasta el hemiciclo de las Cortes Generales, donde, la impopularidad de esta medida ha sido rechazada unánimemente por todos los grupos parlamentarios, con excepción del Ejecutivo, como no podía ser de otra manera. Hubiera resultado ridículo, paradójico e incluso histriónico que siendo una propuesta del Gobierno, él mismo votara en su contra. Aunque nunca se sabe, de este Gobierno uno puede esperarse cualquier cosa, pues nos tiene acostumbrados a proponer una cosa y su contraria, a firmar una cosa y la opuesta y al mismo tiempo negar lo uno y lo otro.
Ábalos, el del famoso affaire del “dolcygate y sus enigmáticas maletas” cuyo contenido sigue siendo hasta el día de hoy una gran incógnita– ha querido dejar claro—ya que a la fuerza ahorcan—que con la propuesta del Ejecutivo solo pretendían abrir un debate para ver cuál era la respuesta social. ¡Una vez más vuelve a negar, no solo la mayor sino también la menor y la mediana! Los “Nikis” –ese grupo musical español de los años 80 creado para dar a la movida madrileña una vuelta de tuerca al estilo de los Ramones—en una de sus canciones más populares “Donde dije digo, digo Diego”, parodiaron, sin saberlo, la ambigüedad y la falta de decisión del Gobierno en la toma de decisiones en cualquier asunto de relevancia política y carácter social. De esto hace ya casi 40 años y, sin embargo, así se expresaban:
Él te dice sí y yo te digo no / No es ambigüedad / No desconfíes nunca más de mí / Que yo soy de fiar / Te demostraré que puedo conseguir / Tener una opinión / Y no cambiarla cada dos por tres nunca jamás…”
«El que usa y contamina, paga», este lema –que Pere Navarro, Director General de Tráfico (DGT) quiere hacernos creer que se lo ha sacado de la chistera para promover los peajes en carretera– ha sido la frase más extendida por los aledaños y círculos más próximos al Gobierno desde que se introdujo en 1970 en Japón. Este principio, el de ”quien contamina, paga”, acogido como “lema” desde 1975 en la Unión Europea, ha servido de inspiración –en la última década– como una “enmienda” al desarrollo del derecho y de la responsabilidad medioambiental. Posteriormente fue formulado en 1992, en la cumbre de Río de Janeiro, donde se configuró como una vía jurídica para disuadir del incumplimiento de la normativa medioambiental y acercarse al modelo de desarrollo sostenible. Una alocución que además fue ligada a la teoría de que la mayoría de países del entorno europeo ya aplican un peaje por circular y, que en España es prácticamente gratuito en su totalidad (solo se paga en poco más del 10% de vías). Por todo esto y en palabras de la ministra de Economía, Nadia Calviño, “debe haber un cambio en el modelo de peaje, teniendo en cuenta que cada día alrededor de 100.000 vehículos entran en España, siendo casi la mitad extranjeros»..
El único motivo—según el experto ministro Ábalos, ese que es capaz de dar hasta seis respuestas distintas a una misma pregunta, y, acto seguido, negarlas, e incluso, decir que él ni ha dado seis respuestas ni ha negado nada— sería poner un precio que apenas se note en el bolsillo de los contribuyente –según cálculos del Ejecutivo– pero que ayudaría a subsanar parte de la deuda de esos casi 8.000 millones de euros gastados en la conservación de dichas autovías y carreteras. «Lo que me irrita profundamente y que caracteriza la situación política actual, es que es imposible –por la actitud de algunos– introducir ningún debate de política pública en este país», ha afirmado nada más y nada menos que Ábalos, ese ministro dialogante y abierto a admitir cualquier sugerencia aunque venga de la oposición. ¡Aplausos, ovación y vuelta al ruedo, para el ministro! De momento no le concedemos ni las orejas ni el rabo. Estoy seguro de que estos términos no le deben sonar raros ni mucho menos desconocidos al hijo del torero conquense Heliodoro Ábalos, alias “Carbonerito”.
Sin embargo, me temo Sr. Ábalos que olvida Ud. que el motivo fundamental de esta impopular y antisocial propuesta de un “peaje –no a la sombra sino con luz y taquígrafos—no es otro que la documentación requerida por la Comisión Europea para que España pueda acogerse al Mecanismo de Recuperación, Transformación y Resiliencia y pueda acceder a un total de 140.000 millones de euros entre el 2021 y 2026, de los cuales 70.000 millones serán en forma de transferencia. Ya va siendo hora de que –no solo Ud., sino también el resto de sus compañeros ministros—dejen de una vez por todas de tomarnos por bobos, tontos, lelos o por las tres cosas a la vez. Ya somos mayorcitos para intentar engañarnos con huevos “kínder”. De sobra sabemos que dicha documentación –“sine qua non” España se quedaría fuera de ese Mecanismo– fue presentada por el presidente Sánchez, el pasado 14 de abril en el Congreso de los Diputados.
Albania, Estonia, Islandia, Finlandia, Letonia, Lituania, Luxemburgo y Ucrania son los únicos ocho países europeos que gozan de un sistema totalmente gratuitito en sus carreteras; los restantes estados aplican bien sistemas por satélite, bien por viñeta, o incluso, hay algunos, como Alemania, que no son del todo gratuitos pero prácticamente no cobran a sus conductores. El resto de nuestros vecinos europeos mantienen posturas diferentes unos de otros respecto al pago de un peaje que oscila entre 7 y 9 céntimos de euro por kilómetro recorrido. La única excepción digna de mención es Portugal, pues es el que más recauda por este concepto desde que en 2010 lo aplicó por imposición de su rescate por la UE, el BCE y el FMI. En el 2018 llegó a recaudar más de 1.000 millones de euros con la aplicación de 0,068 céntimos de euro por kilómetro recorrido. En Polonia el peaje establecido en su red es muy similar al de Portugal. Austria –a diferencia de Alemania, Bélgica, Países Bajos y Dinamarca, donde el circular por la mayoría de sus carreteras es gratuito– cobra a sus ciudadanos unos 80 euros al año por disfrutar de toda la red de carreteras; para los visitantes dispone de un bono de 9 euros válido para 10 días.
¿Y en España qué va hacer el Gobierno…? Pues mientras el Gobierno sigue sondeando la medida –con la crítica y el rechazo de la mayoría de partidos, sector del automóvil y opinión pública– simultáneamente baraja qué modelo se podría implantar en las autovías españolas. En autopistas, el sistema es el tradicional de barreras que cobran según la distancia recorrida en la propia vía y diferenciando los vehículos pesados de los ligeros. En un primer momento se barajó la media de 4 céntimos por kilómetro, aunque el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, ha dejado claro en el Senado que de aplicarse, la tarifa sería más cercana a 1 céntimo por kilómetro. Tratándose de quien se trata, no sé hasta qué punto podemos fiarnos de sus palabras, pues son ya muchas veces las que ha venido el lobo y nos ha pillado en plena siesta durmiendo a pierna suelta, pues al embustero pastorcillo “Pedro” (el Gobierno de España) –el de la fábula del mismo nombre atribuida a Esopo—ya nadie le cree. No ha sido una, sino varias las veces que nos han engañado y se han reído de todos nosotros.
Resumiendo: nuestro viaje desde Madrid a Barcelona por autovía —si se aprobase la reforma del Gobierno—nos costaría 25 euros más y 14 euros más el de Madrid-Valencia… por ejemplo. Dicha cantidad habría que añadirla al precio del litro del gasoil— y que como no podía ser de otra manera— también ha sido gravado por el Gobierno y ha pasado de los 30,7 céntimos por litro actuales a los 34,5 céntimos por litro del nuevo tipo. Ya podemos empezar a recitar el “Santa Bárbara bendita que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita y en el ara de la cruz, Páter noste ®, amén Jesús”. Esta jaculatoria me la enseñó mi abuelo Manuel, el abulense, para invocar la protección de Santa Bárbara en esos días negros de tormentas cargadas de relámpagos y truenos, pues los impuestos, a partir de ahora, nos van a caer torrencialmente encima como auténticas tormentas de verano.
Pedro Manuel Hernández López es Médico jubilado y Periodista.
El Gobierno dice que el plan no ha muerto y se cobraría 1 céntimo por kilómetro
Precios de peajes en autovías si se aprobase la reforma del Gobierno: 25 euros Madrid-Barcelona, 14 euros Madrid-Valencia…