OPINIÓN

Pedro Manuel Hernández López: «¡Estos son mis principios, pero…!»

Pedro Manuel Hernández López: "¡Estos son mis principios, pero…!"

Una leyenda urbana atribuye a Groucho Marx la frase «Éstos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros». En realidad, apareció en un periódico de Nueva Zelanda en 1873, en la forma «Éstos son mis principios, pero si no les gustan, yo los cambio». La atribución de la cita a Groucho se publicó por primera vez en el Legal Times en 1983, algunos años después de su fallecimiento. En cualquier caso, con esta fórmula se describe al político que acomoda su discurso, para decir lo que el público quiere oír que casi siempre es lo que a él le interesa. Y cuando no –cambia como una veleta– negando lo dicho e incluso la negación y, aplicando decisiones totalmente contradictorias a lo previamente legislado por él mismo. Me imagino, que a estas alturas de la película, habrán adivinado, sin lugar a dudas o a error, que me estoy refiriendo, concretamente, al gobierno del presidente Pedro Sánchez y sus socios.

Groucho Marx y sus pensamientos fueron tan influyentes, que llegaron incluso a la Transición Española y se coló entre nuestros políticos: ciertos sectores mostraban gran desencanto con lo que había aportado la izquierda a todo este proceso de cambios. Muchos progresistas del momento empezaron a bromear comentando que ellos eran socialistas, comunistas y marxistas, pero de la tendencia de Groucho. Esta tendencia es tan antigua como la mismísima noche de los tiempos en la que se pierde y, consiste ni más ni menos, en obligar por la “ley del partido”, sobre todo a los ricos de la “casta, a repartir y compartir todos los bienes materiales “duplicados” –¡ojo al dato!, que diría nuestro José Mª García, alias “butanito” (por su peto naranja de la prensa que llevaba siempre puesto en sus entrevistas y retrasmisiones deportivas)– a sus camaradas de partido y menos favorecidos por la diosa fortuna—que en román paladín—eran la mayoría. Esto mismo deben hacer todos los camaradas del partido, de la casta media y baja, con todos sus bienes “duplicados”, aunque carezcan de mansiones, “chaletes”y casoplónes (aunque algunos, sí los tienen, como los “duques de Galapagar) barcos, coches de alta gama, motos, etc. A la hora de recibir…todos estuvieron muy de acuerdo. Sin embargo, a la hora de repartir, cuando les llegó el turno a ellos—a los camaradas de la casta media-baja (que siempre suelen comunistas, socialistas y marxistas) todos, desde el último al primero, se opusieron rotundamente argumentando –“ad personam”– que las “bicicletas” (aunque son para el verano) no se reparten, porque casi todos tenían “dos”.
Ya sabemos, por propia experiencia, que “no es lo mismo predicar que dar trigo” o por aquello otro de… “consejos vendo que para mí no tengo”. Con estos dos refranes se pretende recriminar a esa clase de personas –en especial a esos políticos que comparten alianzas interesadas en el actual gobierno de España y a sus ministros— auténticos expertos en dar consejos a los demás, pero que no los toman para sí, porque no les reporta ningún beneficio. Así es como piensa, actúa y legisla nuestro Gobierno: promulga leyes, en contra de todos, pero a su propia conveniencia y, las deroga cuando le surgen otros intereses más convenientes y acordes a su ideología, aunque éstos, por ley, sean espurios y fraudulentos… y… si no les gustan, — ya saben, no pasa nada– pues tiene otros.
Si para conseguir sus fines hay que mentir y engañar, pues se miente y se engaña hasta “al más pintao”. Si para seguir manteniendo las presidenciales posaderas de Sánchez en la poltrona monclovita y ellos seguir siendo unos mantenidos pesebreros y mamandurrios, hasta agotar legislatura, hay que arruinar con impuestos –a “atroche y moche”– a la gran mayoría de españoles, a sus empresas, comercios, industrias en general y a sus establecimientos hoteleros, de ocio, de restauración, etc., etc., pues lo dicho, se vuelve a decir (mentir) –a ser posible desde la palestra del Congreso– que bajo ningún concepto se van a subir los impuestos, para acto seguido, y “en menos que se persigna un cura loco”, suben, por ejemplo –sin previo aviso a navegantes– el IVA de la luz a la cota más alta de los países de la UE.

Mientras la media del IVA de la electricidad en la UE es del 7,9%, aquí –en la España progresista y social comunista de Sánchez– nos toca pagar el 21%, pero con el agravante de que –como intentan tomarnos por “bobos de solemnidad”—quieren hacernos creer que este IVA viene respaldado e impuesto por la UE y, que es ella y nada más que ella, la que con sus directrices y normativas legales les impide rebajarlo. Idem de ídem, ya pasó y sigue pasando con las mascarillas de protección frente al Covid-19, con el diésel, plásticos y residuos, matriculación de vehículos contaminantes, billetes de avión, peaje en autopistas y carreteras, tasa Google…etc., etc., etc. Algún pacto secreto debe tener la “farruquita de Triana” con alguna deidad para que después de tantas veces como nos ha mentido y de las trolas tan gordas que ha creído colarnos, su nariz no le haya crecido al menos dos palmos…pero tiempo al tiempo.

Esta política impositiva junto a la eliminación, por parte del Gobierno, de las diferentes deducciones, reducciones y bonificaciones, en las diversas ayudas fiscales establecidas en los impuestos, ha ocasionado una considerable y antisocial regresión económica y social, como consecuencia directa de este “mercadeo de principios”, que ya lo quisiera, Patxi Andión para su famoso y musical “rastro”, donde todo se vendía y todo se compraba y, en especial, “los principio éticos y morales”. “Ellos son los amos y señores de esos principios, que si no te gustan, pues “agua, ajo y resina. ¡Más claro, agua, pues para espeso y oscuro…el Gobierno de Sánchez, que no el chocolate!

¿Saben que con la irracional y anti familiar Ley Celaá de Educación, instructores extraescolares, de muy dudosa formación –sin que los padres puedan evitarlo—van a adoctrinar a nuestros hijos en temas de transexualidad, religión, ideario LGTBI, aborto y eutanasia, entre otros?

¿Saben también que, este Gobierno libre y progresista, amenaza con medidas de alejamiento y hasta con penas de cárcel a los voluntarios de las asociaciones antiabortistas que acudan a las inmediaciones de los “abortorios” tratando de informar a las posibles “abortistas” de los efectos del aborto, de la importancia de la vida del “nasciturus” y de las diversas ayudas sicológicas y sociales -no estatales– de las que podrían valerse para evitar ese aborto?

¿No podría este Gobierno subvencionar—al igual que quiere hacer en las escuelas públicas y concertadas– a estas asociaciones de voluntarios para tratar de instruir, educar y aconsejar a estas jóvenes y mujeres , que muchas veces se ven obligadas a abortar presionadas por su escasa formación, por la familia y por la pobreza en que se desenvuelven…?

¿Por qué quieren que estas “futuras jóvenes abortistas” no sean ayudadas e informadas sobre el valor de la vida y, por el contrario, se empeñan en confundir a nuestros niños y jóvenes con temas que escapan a su competencia, a no ser, que quieran educarlos como en las escuelas hitlerianas?
¿Por qué en plena pandemia –con la mayor incidencia acumulada de infectados y de muertos—el Gobierno se desentendió de la gestión y del control y les cargó el mochuelo a las CC. AA?

¿Por qué, ahora, cuando la tasa de contagios e ingresos está descendiendo a niveles muy cercanos a la “normalidad” pre Covid-19 por las vacunaciones, quiere imponernos una co-gobernanza y obligar a las CC. AA –mediante el Consejo interterritorial, que no es vinculante al no haber sido votado a favor por todas, diga lo que diga la futurible ex ministra de Sanidad– a volver a las medidas restrictivas de la segunda y tercera ola, en las que el toque de queda, el cierre perimetral y el de todo tipo de negocios—en especial, los sectores de la hostelería y el ocio nocturno– excepto los esenciales, era lo habitual, estaban prohibidos e incluso penados con multas?

¿Por qué, obligaban solapadamente a los ciudadanos a vacunarse con Astrazéneca sin exigirles ningún consentimiento informado y, meses después, tras filtrarse algunos estudios de casos de trombosis e incluso algunas muertes postvacunales y escasear dichas vacunas, vuelven casi a obligarles a que se vacunen de la segunda dosis con Pfizer, pese a los informes y recomendaciones del Comité Europeo de Salud que recomienda poner la segunda dosis con la misma vacuna que la primera, pues se evitan posibles efectos secundarios e incluso la inmunidad parece ser que es más activa y duradera? Esta visto y demostrado que estos chicos nos siguen mintiendo más que hablan, y mira que hablar…hablan. Pero claro, de nuevo se nos vuelve a aparecer nuestro amigo Groucho Marx, en forma de la ministra de Hacienda, de Educación, de Igual-dá (que esté o que no, pues para lo que sirve y hace…), de Transportes, de Sanidad o de Asuntos Exteriores – por aquello de la actual crisis y conflicto hispanomarroquí— aunque, casi siempre, bajo la envoltura del distópico, histriónico y narcisista, Pedro Sánchez, diciéndonos, con esa sonrisa superestudiada ante el espejo y esa voz de franciscano salmodiando maitines: “estos son mis principios, pero si no les gustan, los cambio, pues tengo otros”.

¿Qué me dicen de las reflexivas y coherentes explicaciones de la “egabrense” vicepresidenta primera del Gobierno, Dª Carmen Calvo, quien –a pesar del follón y el “triangular” desbarajuste ministerial formado entre Ábalos, ella misma y la “farruquita de Triana”, la ministra y portavo-za Montero sobre el affaire del avión libio que venía a recoger a Brahim Ghali—afirmaba, recubierta de esa modosidad impostada, tan suya, que: el Gobierno de España “no tiene por qué saber cuándo le han dado el alta médica hospitalaria a “ese señor” y, que tampoco debe ni puede estar al tanto de si “ese señor” tiene o no problemas con la justicia”. ¡Claro, claro, Doña Carmen, tiene Ud. toda la razón! Nuestro Gobierno ni ningún gobierno del mundo-mundial, no debe ni puede saber si un determinado paciente, ingresado por Covid-19 en un hospital español, sigue ingresado o está ya de alta; al igual, que tampoco debe ni puede saber si alguien tiene o no problemas con la justicia.
Hasta aquí, Doña Carmen de acuerdo, pero claro, me parece que Ud. también se ha olvidado—quizás por el efecto envolvente de la nefasta “Memoria Histórica y Democrática”— en este caso: primero, que ese señor no es “un cualquiera”, sino que se trata, nada más y nada menos, que de Brahim Ghali, líder y secretario general del Frente Polisario, el mayor enemigo del reino de Marruecos; segundo, que “el tal señor ese”, está reclamado por la justicia internacional, acusado de genocidio o lesa humanidad, detención ilegal y torturas; y tercero, que su entrada a España, procedente de Argel, ha sido el detonante de la reciente y grave crisis diplomática hispanomarroquí que se inició, hace quince días, con la invasión por tierra y mar de Ceuta.

Podría escribir un libro sobre las mentiras y, contradicciones de este Gobierno, que a una gran mayoría de nosotros nos ha tocado “por desgracia”, que no por suerte…pero no se olviden, no, de que “estos son los principios de Sánchez y de su ejecutivo…y ya saben, si no nos gustan, no pasa nada, los cambian por otros—posiblemente peores y, si cabe, más sectarios todavía. ¡Y…a otra cosa mariposa…que si te he visto no me acuerdo! ¡Sus principios no se lo permiten…pero si nos siguen sin gustar…tranquilidad y buenos alimentos, pues siguen teniendo otros, y otros y otros, dependiendo siempre de las ocasiones y estas, siempre, siempre las pintan “calvas”!
Pedro Manuel Hernández López es médico jubilado y periodista.

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